Diane Greene, contratada por Google a finales del año pasado para dirigir su negocio de nube informática, equiparó a la “revolución de la nube” con la revolución industrial.
La nube es un servicio que le permite a las corporaciones construir y operar software para sus necesidades particulares sin tener que montar una onerosa estructura de hardware.
Aunque la comparación de Greene puede sonar exagerada, sobre todo si se considera que cada nuevo proyecto de Silicon Valley está acostumbrado a prometer cambios disruptivos, el negocio es prometedor.
Rodrigo Carbajal