Acudir a un bar es como lanzar una moneda al aire. Nunca se sabe qué deparará la noche. Y mucho menos con el alcohol de por medio. Pero al menos hay dos escenarios casi seguros: el hombre borracho (“malacopa”), o el “intenso” que quiere propasarse con una mujer. O, mejor dicho, el que las acosa y/o agrede sexualmente.
Pero contrario a lo que comúnmente se cree, los hombres agreden sexualmente a las mujeres en un bar no porque están pasados de copas, sino porque su blanco de ataque se encuentra en una posición vulnerable, es decir, porque ellas están ebrias.
Eugenia Rodríguez