Con sus protestas, los ciudadanos que buscan derribar al bipartidismo en el municipio de Juárez han cruzado el límite de la  ley.

¿Y qué hará ante esto la administración del gobernador independiente Jaime Rodríguez?

La respuesta sigue en el aire.

Hasta el momento la autoridad estatal sólo ha sido un espectador más de la ola de protestas en esta entidad, protagonizada por simpatizantes de Américo Garza Salinas, candidato del Partido Encuentro Social (PES).

El candidato a la alcaldía de Juárez por el Partido Encuentro Social, Américo Garza, impugnará el fallo en contra emitido por la Sala Regional del Trife, que lo “tumbó” de la silla municipal a poco más de una semana de que inicie una nueva administración. 

Ante decenas de simpatizantes que salieron ayer a manifestar su apoyo a Américo Garza, éste declaró que acudirá a la Sala Superior para buscar que se revierta el fallo, que calificó como “frágil y reversible”.

La ciudadanía de Nuevo León ha conocido el poder de su decisión: Eligió ser representada por iguales y triunfar con su declaración de guerra a la partidocracia.

La ciudadanía se plantará a partir de octubre en el gobierno estatal, no solo en el palacio estatal sino también en el Congreso y en los Ayuntamientos.

La voz de la sociedad fue escuchada en las pasadas elecciones y quedó plasmada en los distintos niveles de gobierno.

Sin embargo la lucha no ha sido fácil. 

La derrota en Nuevo León del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, fue una señal de que el partido debe renovarse, asegura el ex gobernador priista Sócrates Rizzo.

“El partido tiene que reforzarse, tiene que repensar muchas cosas, tiene que renovar liderazgos”, insiste el también ex presidente estatal del PRI desde su oficina en la colonia Vista Hermosa, al poniente de Monterrey.

En Nuevo León no fue la traición el único factor que provocó que el candidato priista presidencial, Enrique Peña Nieto, mordiera el polvo en las elecciones.

Aquí también se combinaron la ineptitud, la ambición, las pugnas internas y el canibalismo dentro del PRI para propinarle al virtual presidente de México una derrota electoral.

Los grupos de poder en el PRI y los dirigentes tricolores en el estado se enfrascaron en una confrontación interna, donde lo que menos importó fue la suerte de Enrique Peña Nieto.