Hay “cárceles” que existen fuera del sistema penitenciario. No albergan ladrones, criminales o autores de cualquier acto ilícito. Son “reclusorios” instalados en los mismos hogares en los que se confinan los japoneses que sufren de hikikomori, o síndrome de aislamiento social.
Un síndrome con prevalencia de 1.2 por ciento en la población nipona de entre los 20 y 49 años de edad.