Miguel Ángel Pineda
CHAVELAVARGAS Y en el último trago nos vamos…

“Viva de tanto vivir, viva de tanto amar, viva de tanto gritar que estoy viva como la vida, como el color rojo, como los recuerdos rojos que saben a pan”, escribió Chavela Vargas en 2009. 

Pero anticipó su muerte: 

“En este momento de mi vida, cuando la naturaleza me rodea me dice que me acerco al final, recuerdo a mis amigos y a mi público… que me ha entendido y apoyado y me dio la posibilidad de encontrar lo que de niña busqué: ser reconocida, respetada y amada, tal como soy”.

CANDYCANDY Dulce eterno

Escrita de 1975 a 1979 por Keiko Nagita, e ilustrada por Yumiko Igarashi, “Candy Candy” alcanzó con estela de dolor a sus autoras, quienes se sumieron en una disputa legal que tiene prohibida su reproducción en cualquiera de sus formatos en Japón y el resto del mundo.

CRIMENESYTV La pantalla chica, reflejada en el cine

Un político es grabado en pleno ejercicio de su sexualidad en el mercado del amor comprado.

A partir de ahí se derivan seis historias con más grabaciones cuyo entramado entre televisoras, empresarios y políticos, conjuga una película que acaba incidiendo en la sucesión presidencial.

TECNOLOGíA La revolución ausente

En un país postrado por la violencia y la desigualdad, urge una revolución científico-tecnológica que aproveche la creatividad de los jóvenes y los aleje de la violencia.

Esta es la visión de Esther Orozco, acerca del papel que debe jugar la ciencia en México, más allá de reproducir modelos como el del actual Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. 

HECTORGARCíA La herencia de un Pata de Perro

Trazó con su cámara durante 65 años el itinerario del ser nacional. Desde las rutas de las estrellas de la farándula, los creadores, las luchas sociales, la desigualdad y, por encima de todo, la bitácora de los cabarets y las cantinas. 

Siempre como una fiesta, siempre desde el gozo de vivir.

Murió el sábado a los 88 años de edad, fue homenajeado el domingo en Bellas Artes y dejó un millón de negativos. México se quedó sin el último grande de sus fotógrafos. 

Se llamó Héctor García y fue un pata de perro. Éste es su legado.