Al parecer, el Monte Everest no es tan prístino como parece.
Los desperdicios humanos que dejan los alpinistas en el Everest se han convertido en un problema de contaminación y amenazan con extender enfermedades en la montaña más alta del mundo, advirtió ayer el jefe de la asociación de alpinismo nepalí.
Los más de 700 montañeros y guías que pasan casi dos meses en las laderas del Everest cada temporada dejan a su paso una gran cantidad de orina y excrementos y el problema no se ha abordado, señaló a la prensa Ang Thesring.
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Indigo Staff