AK-47: El rifle de la muerte
Cuenta una leyenda que en cierta ocasión, un combatiente islámico –dos carrilleras repletas de parque y un AK-47 terciado al pecho- se acercó a Mijaíl Kaláshnikov, padre del mítico “Cuerno de Chiva”, y que ambos sostuvieron el siguiente diálogo:
–General, ignoro cuál sea la religión que usted profesa, pero me atrevo a hacerle una pregunta: ¿Alguna vez se ha planteado usted cambiar de religión?.
–No. Nunca me lo he planteado.
–General, piénselo bien porque el rifle que usted inventó ha causado más de 250 mil muertes en combate cada año, desde que el Ejército Rojo lo hizo su arma oficial, hacia 1949. En consecuencia, le aseguro que cualquiera que sea el Dios al que usted adora, éste ya le ha de tener un lugar reservado en el infierno. Entonces, vuelva los ojos hacia Alá y créame que Él, siendo misericordia pura, ya le tiene reservado un lugar en el Paraíso.
La historia de la leyenda de Kaláshnikov comenzó cuando, hospitalizado por heridas en combate, recordó anécdotas de fusiles encasquillados. Sin formación técnica, pero armado con ingenio, lápiz y papel, esbozó el mecanismo que después se convertiría en el rifle oficial del Ejército Rojo.
Las características que convirtieron al AK-47 en “el rifle de la muerte” son que el “cuerno de chiva” jamás se atasca. Es fácil desarmarlo; sólo tiene 8 piezas. Es eficaz; sus balas traspasan cualquier blindaje. Su alcance es de 400 metros lineales. Y funciona debajo del agua, en arenas, y en la nieve también.
El cuerno de chiva, rival del M16 estadounidense, es una de las armas automáticas favoritas tanto de guerrilleros, narcotraficantes, asesinos o soldados entrenados militarmente, como por ejemplo Al Qaeda Península Arábiga, la rama más peligrosa de esta agrupación.
El AK-47 garantiza ráfagas de entre 100 y hasta 600 balas por minuto, porque adaptaciones posteriores ampliaron su capacidad.
Usualmente, sus magazines funcionan con 40 o 75 balas. Además, el AK-47 es barato: 300 dólares cada uno. Es tan popular que en el mundo hay 100 millones de unidades.
Quizá antes de morir, en 2013, a los 94 años, Kaláshnikov haya lamentado –aunque fuera sólo para sí mismo- que el AK-47, inventado por él para defender a su patria, se convirtiera en arma oficial para los ejércitos del Pacto de Varsovia –además, lo adoptaron 55 naciones y también muchos otros particulares, como una de las armas individuales más letales en el mundo–.
Sin embargo, lúcido a los 94 años, el General Kaláshnikov externó firmemente, en un par de entrevistas, que no había de qué arrepentirse.
¿Descansa en paz? (…) Ojalá que Dios haya reservado un lugar en su Paraíso para acoger el alma de Mijaíl Kaláshnikov. Amén.