“Todos somos Charlie”

Queridos  Charb, Cabu, Tignous, y Wolinsky: 

Por principio de cuentas, quisiera decirles con el corazón en la mano que este es el texto que  todo articulista en plena producción  no quisiera haber escrito jamás. 

Pero me siento frente a la pantalla porque quiero contarles, en corto, cuanto cariño y cuanta solidaridad ha despertado su muerte, no sólo entre nosotros sus colegas de todo el mundo, sino entre la gente de a pie. Y he de decirles que este asesinato, nos parece estúpido y lamentable como todos los cometidos por un fanático.

Es lamentable que un comando armado con rifles de asalto AK47 penetre en la redacción de un medio informativo y abra fuego en contra de hombres que jamás conocieron más armas que la risa, el ingenio, el lápiz y la tinta.

Santos Dumont, padre de la aviación, al saber que se había registrado el primer ataque aéreo de la Historia, se levantó de la mesa, pidió disculpas a los comensales ahí presentes, se dirigió al baño del lugar y se ahorcó ahí mismo con su corbata.

No se ha sabido que algo semejante haya hecho el ruso Kalashnikov, inventor del AK 47, un arma sumamente portátil, ligera, y que rara vez se encasquilla porque la componen sólo 8 piezas.    A  ustedes los asesinaron con ráfagas de AK47, un arma que hace tiempo debiera estar prohibida. Nadie pudo haberlos definido mejor que la página frontal de Le Soir: Muertos de Risa los llama, y para no desmentirlo, ahí están la mirada serena de Stephane Charbonnier, humorista y editor de Charlie Hebdo; la picardía de Cabu, creador de comics; la bonhomía de un duende llamado Georges Wolinsky, travieso a sus 80 años, semejante a Bernard Maris, escritor y por lo tanto novio fiel  de la literatura, a sus 68 años.

Todo nos hace pensar que con ustedes se están muriendo, también, la Francia que conocieron nuestros padres y con ella un cúmulo de libertades, entre ellas la de una libre expresión.

Actualmente, un 30% de los niños franceses es musulmán; para 2027 un número mayor de franceses por nacimiento lo será,  y se calcula que en sólo 39 años Francia sea un República Islámica.  Pero este fenómeno no es privativamente francés: se estima que en Europa hay 50 millones de musulmanes y que durante los últimos 30 años los fieles de esta confesión, en Gran Bretaña, aumentaron 30 veces, de 82 mil a 2.5 millones.

El ataque a Charlie Hebdo ha de funcionar en el corto plazo como un llamado de atención a los principales líderes del mundo. La situación es preocupante. Con la irrupción del Estado Islámico, y con la alta fertilidad de sus mujeres –los Imanes las invitan a tener 5 hijos cada una-  se perfilan dramáticos cambios demográficos: La tasa de fertilidad en los 31 países que integran la Unión Europea ronda actualmente el 1.38. 

Europa, tal como ahora la conocemos, está en peligro de desaparecer; su gobierno y su cultura también. En consecuencia, Abu Bakr al Bagdadí, mejor conocido como el califa Ibrahim, líder político y religioso de todos los musulmanes, donde quiera que éstos se encuentren, será el  fiel de la balanza. Muchos llevamos impresas en la memoria las imágenes captadas por los medios tras el ataque a las Torres Gemelas, en Nueva York; sabemos de la fatwa dictada en contra de Salman Rushdi, y tardaremos en olvidar el ataque a Charlie Hebdo.  Mientras tanto, en muchos corazones alentará una pregunta: ¿Será el Islam  un sistema  que aliente más allá de leyes y de fronteras? ¿Podrá seguir ejecutando a gente como Charb, Cabu, Tignous, y Wolinsky?  ¿O será posible que todos seamos Charlie, de aquí en adelante, con la consecuente cuota de libertad a que somos acreedores?