Chatarra de acero: desaprovechada ante el cambio climático

También,  el acero es el material más reciclado sin perder sus propiedades físicas, lo que reduce el consumo de minerales vírgenes y energéticos para su fabricación, así como una considerable emisión de gases a la atmósfera y la generación de residuos.

El promedio mundial de producción de acero a partir de chatarra es del 27%, mientras que en México esa cifra aumenta para llegar a 37.

Lo que contribuye a que en nuestro país se emitan 1.3 toneladas de CO2 por tonelada producida de acero, en tanto que el promedio mundial es de 1.8.

Lorenzo González Merla Lorenzo González Merla Publicado el
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También,  el acero es el material más reciclado sin perder sus propiedades físicas, lo que reduce el consumo de minerales vírgenes y energéticos para su fabricación, así como una considerable emisión de gases a la atmósfera y la generación de residuos.

El promedio mundial de producción de acero a partir de chatarra es del 27%, mientras que en México esa cifra aumenta para llegar a 37.

Lo que contribuye a que en nuestro país se emitan 1.3 toneladas de CO2 por tonelada producida de acero, en tanto que el promedio mundial es de 1.8.

Ante estas cifras favorables a la mitigación del cambio climático, es necesario hacer concurrir –para aumentar los beneficios- alicientes fiscales para incrementar el uso de chatarra en México y desincentivar la exportación de dicha materia prima, ya que somos deficitarios en chatarra, con medidas que favorezcan la recolección de la misma y la propia gestión ambiental. 

Si bien ya se han implementado programas de “deschatarrización” o de modernización de electrodomésticos “cambia tu viejo por un nuevo”, aún falta promover incentivos masivos que realmente reflejen resultados.

Actualmente el consumo de chatarra automotriz en la producción de acero en México no alcanza el 1 por ciento.

A ello contribuye el que la chatarra es considerada como residuo de manejo especial por parte de las autoridades estatales, por lo que exigen permisos para su acopio y transporte.

Esto  implica costos adicionales que encarecen esta materia prima, dando como resultado que sea más fácil su exportación, ya que para ello no es considerada residuo y los trámites se facilitan, lo que beneficia a otros productores que la regresan manufacturada a México, con un valor agregado. 

Un control de materiales reciclables que desapareció con la reforma fiscal del 2009, pero que fácilmente podría volver a implementarse, es el de la autofacturación (la facturación por parte del comprador) de dichos  materiales.

Permitiría que las industrias adquirieran de manera directa de los recolectores y/o de los “pepenadores” la chatarra, lo que impediría aumentos innecesarios del precio de la materia prima, mayores beneficios para los recolectores y un importante beneficio para el fisco.

Es importante que en la toma de decisiones en materia de chatarra concurran los beneficios ambientales –a través de menores emisiones de CO2-, y fiscales, con la autofactura, para beneficio de una industria que impacta –a través de sus innumerables productos- nuestra calidad de vida.

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