Alfredo Villanueva: Xbox + Romero y Azahar

Conozco a Alfredo desde hace 15 años, cuando decidió abrir su primer restaurante,  “El Botanero Santa Lucía”.  

Es de las personas a las que pase lo que le esté pasando en su vida, siempre te saludará con una sonrisa.

Confieso que al principio nuestra relación no fue buena, de hecho era tensa.  

El estaba haciendo prácticas  en el “Pangea” y a veces alborotaba un poco el orden del comedor.  Claro, esto para mis estándares de “nazi” como él dice. 

Conozco a Alfredo desde hace 15 años, cuando decidió abrir su primer restaurante,  “El Botanero Santa Lucía”.  

Es de las personas a las que pase lo que le esté pasando en su vida, siempre te saludará con una sonrisa.

Confieso que al principio nuestra relación no fue buena, de hecho era tensa.  

El estaba haciendo prácticas  en el “Pangea” y a veces alborotaba un poco el orden del comedor.  Claro, esto para mis estándares de “nazi” como él dice. 

Hoy nos reímos mucho de aquellas épocas. Cuando ambos éramos muy jóvenes y nos estábamos abriendo paso en Monterrey.

Nacido en el Distrito Federal, pero adoptado por Monterrey, Alfredo es uno de los precursores del movimiento gastronómico que se está suscitando en esta ciudad.

Es gran conocedor de los mejores rincones gastronómicos de Monterrey y sus alrededores. Y un ferviente promotor de los productos y negocios gastronómicos locales, así como miembro fundador de “Foro Paralelo” (un espacio de intercambio creado por un grupo de chefs profesionales que busca promover la gastronomía del noreste, sus productos, sus tradiciones y sus nuevos enfoques).

Artista plástico de profesión, pero cocinero por pasión y oficio.  Es autodidacta en éste ramo, como muchos de los más grandes chef del mundo.

Los oficios como el de la gastronomía se aprenden trabando duro, haciendo las cosas una y otra vez. Sin demeritar que actualmente hay muy buenas escuelas de cocina que dan las bases, pero es la práctica la que hace al maestro y la creatividad al artista.

Define a su restaurante “XBOX”, como un “gastro pub”, con cocina sencilla, confortable, que ofrece productos de la máxima calidad.

En mi opinión aquí están las mejores pizzas de la ciudad.  La masa es espectacular y, por supuesto, están cocidas a la leña. 

Y sin duda alguna, tiene la mejor tarta de nuez de Monterrey.

Y no puedo dejar de mencionar la hamburguesa de rib eye y la ensalada vietnamita con camarones picosos, toronja y aguacate, ¡deliciosas!

Define a la cocina de “Romero y Azahar”, como contemporánea, golosa, cocina para compartir.

¿Qué mas goloso que un taco de tuétano crujiente? ¿Un taco de papada de cerdo? ¿Un arroz meloso con lechón al romero? ¿Unas albóndigas de borrego con salsa al comino?  ¿O un caldillo de carne seca con ostiones ahumados?  ¡Voy por todos!

Cocina de propuesta, en un local muy bien puesto, que se siente moderno, sin perder calidez.  Da la impresión de no tener lujos, pero sí los tiene.

Cuenta con una hermosa vajilla, loza, cubierto y cristalería de nivel mundial.

La cocina es pequeña, pero con equipo muy profesional, como un “gastrovac”, olla que sirve para cocinar alimentos al vacío. 

Su menú cambia regularmente. Aprovechando el producto fresco de la temporada. Y hace cambio en los diseños del mismo, dibujados a mano por él, aquí desahoga su parte de artista plástico.

En ambos restaurantes, el servicio es cordial y sencillo, sin intención de intimidar a nadie.

Los restaurantes de Alfredo Villanueva son un reflejo de su persona, son cálidos e incluyentes. 

Ve al cliente como su invitado, es adicto al reconocimiento inmediato de su obra, lo que lo motiva a ser mas creativo, a perder el miedo a generar un platillos, siempre con una perspectiva. 

Y entiende el concepto de ser generador de placer, donde entiende a quien le está sirviendo.

Cocina hecha a la medida. No es un cocinero caprichoso. No se atreve a decir que el comensal no sabe comer.

Es el cocinero que no sabe a quién le está cocinando, a quien le sirve. Logrando así ablandar al cliente mas exigente.

No está 100 por ciento en cocina, por eso mismo, en “Romero y Azahar” es tan abierta y se encuentra en medio del comedor, de esa manera no se pierde del contacto con el comensal, aun que tenga que estar algunas veces todo el tiempo en cocina. Y claro, la música es uno de sus motores.

Siempre agradecido por todos aquellos que han colaborado a su crecimiento y gran enamorado de Monterrey, regio de corazón.

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