El partido Chega se posiciona como el gran ganador de los comicios al hacerse de 48 escaños en la Asamblea Nacional de Portugal. Foto: Especial

Portugal: Las elecciones tienen un segundo ganador

Alianza Democrática gana las elecciones parlamentarias con un estrecho margen, lo que obligará a construir alianzas con otras fuerzas políticas, entre ellas Chega, que se convirtió en la tercera fuerza política del país

Más de 10 millones de personas salieron el pasado domingo a votar en las elecciones parlamentarias de Portugal, donde la Alianza Democrática (AD), una coalición de centro derecha, finalizó con una victoria frente a su tradicional rival, el Partido Socialista (PS).

Con el 99.1 por ciento de los votos computados, AD obtuvo 79 asientos de los 230 representantes de la Asamblea Nacional. Por su parte, el PS, que actualmente forman el gobierno, conservó 77 de los 120 legisladores que tenía.

La renuncia del primer ministro Antonio Luis Santos DaCosta en medio de un escándalo de corrupción puso a su partido, el socialista, contra las cuerdas en estas elecciones, donde la economía y las fallas de los servicios públicos fueron los principales temas en las cabezas de los votantes.

Las campañas portuguesas fueron dominadas por dos grandes temas: la corrupción, que obligó a llamar a elecciones anticipadas, y el descontento social provocado por una economía en desaceleración. Durante 2023, la economía portuguesa creció 2.3 por ciento en comparación con el 6.8 por ciento de 2022, de acuerdo con datos de la Comisión Europea, lo que impulsó a los votantes portugueses a tomar medidas más riesgosas.

Con 66 por ciento de asistencia, las elecciones fueron las más competidas en la historia del país, y los resultados obtenidos por AD no tuvieron la contundencia necesaria para formar un gobierno sin la intervención de Chega, un partido de extrema derecha.

Chega, el verdadero ganador de las elecciones portuguesas

El partido Chega, cuya traducción significa “Basta”, se formó en 2019 tras una división con el Partido Socialdemócrata, la principal fuerza política detrás de AD, y se convirtió en el ganador de los comicios al pasar de 12 representantes en la Asamblea Nacional a 48, lo que los posiciona como la tercera fuerza política en el país.

Dentro del sistema parlamentario portugués, se necesitan 116 asientos en la Asamblea Nacional para formar un gobierno que pueda legislar sin necesidad de formar alianzas. Con tan solo 79 legisladores, AD espera gobernar en minoría sin tener que recurrir a los extremos representados por Chega, así lo anunció Luis Montenegro, el líder del partido.

Al respecto, la doctora Ana Luisa Trujillo, profesora e investigadora del Centro de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), opina que la negativa de AD a formar alianza con Chega significa que tendrá que buscar el apoyo de grupos políticos minoritarios.

“Se espera que haga alianzas con partidos menores, pero va a necesitar sacar la calculadora porque la mayoría de los partidos pequeños tiene entre cuatro y ocho escaños; entonces, tendría que sumar a casi todos los partidos que quedan en el espectro político y obviamente formar gobierno. Repartir los ministerios entre ocho partidos y tratar de construir una agenda que satisfaga a todos no es cosa sencilla”, comenta Trujillo.

A pesar de las intenciones de Montenegro, el apoyo de Chega podría significar la diferencia entre la gobernanza y la ingobernabilidad en un país acostumbrado a un sistema de dos partidos con diferencias que en ocasiones resultan irreconciliables. En ese contexto, los 48 asientos ganados por el partido de extrema derecha representan las fallas de los grupos políticos tradicionales por responder a las necesidades del electorado.

“Este es otro ejemplo de cómo los partidos políticos y los sistemas tradicionales se ven desafiados ante los retos de la actualidad. Un sistema bipartidista habría podido ser funcional (…) Aquí el tema es que el electorado vota por AD sin darle la mayoría que necesita en otro caso de polarización y molestia con los partidos tradicionales”, señala la especialista.

Para André Ventura, líder de Chega, los resultados de estas elecciones significan el fin del sistema bipartidista que ha dominado Portugal: “Esta noche una cosa es segura, el sistema de dos partidos en Portugal está acabado”, declaró a medios locales; sin embargo, hay quienes no concuerdan con el análisis del líder partidista y consideran que los votos obtenidos por Chega responden al desencanto con las opciones tradicionales.

“Muchos argumentan que el voto hacia Chega no es que los electores estén en sintonía con un partido de ultraderecha, sino que buscan castigar a los grupos tradicionales y eso se ve como una oportunidad que aprovechan los ultras para ascender en el parlamento portugues”, opina la académica.

El giro a la derecha de la política en Portugal

Para Trujillo, el vuelco que experimenta Portugal al encumbrar a la extrema derecha como su tercera fuerza política no representa, necesariamente, un punto de inflexión en la política del país, pues finalmente el que fue electo para formar un gobierno fue una opción tradicional.

“El momento no es tan álgido. Todavía creo que la situación no es tan alarmante porque la decisión de formar gobierno queda de la mano de un partido tradicional, de una derecha no extrema; eso es lo peligroso en Europa”, señala.

Durante los últimos años la tendencia europea ha sido la formación de gobiernos minoritarios que eviten el ascenso de la extrema derecha; estrategia que ha funcionado en España y Alemania, pero ha fallado en lugares como Países Bajos o Italia.

Sin embargo, esta táctica está por tener su prueba más grande en las próximas elecciones al Parlamento Europeo, cuando dos visiones de mundo y región se enfrenten en las urnas. Por un lado, los nacionalismos representados por Chega toman fuerza, y por otro las opciones tradicionales buscan mantener una la prevalencia de la Unión Europea.

Se pronostica que el ascenso de la extrema derecha se haga evidente y ocupe una posición preponderante en el Parlamento Europeo, pues si en Portugal, que había respondido medianamente satisfactorio a toda la turbulencia ha manifestado un voto de castigo a favor de la ultraderecha, se espera que suceda algo similar en otras regiones de Europa donde la crisis es mucho más evidente, el descontento social es más amplio y se tiene la sensación de que la mano de la Unión Europea ha complicado la realidad nacional”, finaliza la doctora Trujillo.

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