El primer ministro de Haití, Ariel Henry, tomó posesión sin la aceptación de la ciudadanía después del asesinato de Jovenel Moïse. Foto: Especial

Haití exige la renuncia de Ariel Henry

El país caribeño se encuentra en una crisis de violencia y gobernabilidad, ante la cual diversos grupos de la sociedad haitiana han protestado en contra del primer ministro que no ha cumplido sus compromisos de seguridad y transición política

En medio de llamados a su renuncia, el primer ministro de Haití, Ariel Henry, tuvo un encuentro con líderes regionales en la cuadragésima sexta reunión de la Comunidad del Caribe (Caricom), donde se discutió la situación de violencia que vive su país.

La permanencia en el poder de Henry, a pesar de jamás ser electo por los ciudadanos, es vista por sus homólogos regionales como un catalizador de la inestabilidad y violencia pandillera que azota su país, pero para otros aún se debe seguir trabajando para encontrar una solución política a los problemas en Haití.

Nominado para el cargo de primer ministro poco antes del asesinato del presidente Jovenel Moïse, Ariel Henry tomó posesión aún cuando era rechazado por gran parte de la sociedad y la política haitiana. Una vez como mandatario, sigue postergando el convocar a las elecciones generales que se tenían contempladas para el otoño de 2021.

Los tiempos de violencia que han caracterizado la historia reciente de Haití se han intensificado este mes, luego de que en las principales ciudades del país cientos de personas se manifestaron bloqueando avenidas y atacando edificios de gobierno para exigir la renuncia del primer ministro.

¿Quién pide la renuncia del primer ministro de Haití?

A los llamados a la renuncia de Henry se han unido grupos tan disímiles como poderosos. Durante las manifestaciones convocadas a principios de mes, Joseph Jean Baptiste, comandante de la fuertemente armada agencia de protección ambiental, fue aplaudido por inconformes cuando amenazó de muerte al primer ministro.

A la par, el líder rebelde Guy Philippe criticó a la comunidad internacional por apoyar al ministro haitiano y llamó al grupo encabezado por Baptiste a tomar el control de las zonas donde labora y a atacar a quienes apoyen el gobierno de Henry, pues, “será la única manera en la que demostraremos que no estamos jugando”, declaró en una entrevista de radio local.

Ante los llamados a la violencia, aunque el primer ministro pidió calma, respondió a las protestas con la fuerza pública, lo que provocó la condena por parte del episcopado de Haití. En un comunicado, los obispos del país caribeño criticaron la violencia con la que Henry respondió ante las protestas e hicieron un llamado a la transferencia de poderes a representantes electos y acusaron al Ejecutivo de utilizar bandas criminales para el control de la población.

La violencia ejercida por las pandillas es uno de los principales problemas en Haití, y una de las críticas más fuertes hacia el gobierno de Henry es su incapacidad de manejarla.

De acuerdo a Maria Isabel Salvador, enviada especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2023 la violencia pandilleril  en Haití se elevó un 122 por ciento, lo que resultó en ocho mil 400 víctimas.

Con un control del 80 por ciento de la capital, Puerto Príncipe, y con una influencia que se expande a las regiones agrícolas del país, las pandillas haitianas han rebasado la capacidad de la Policía Nacional. En respuesta a la crisis, en 2022 el primer ministro solicitó el despliegue de fuerzas internacionales.

La respuesta internacional para Haití está en pausa

Año y medio después de la solicitud de seguridad del primer ministro, el despliegue de fuerzas internacionales ordenada por el Consejo de Seguridad de la ONU aún no es una realidad.

Henry viajará a Kenia, de donde sus tropas encabezaría una coalición en ayuda a Haití, después de que  la Suprema Corte del país africano bloqueara el envío de efectivos por considerarlo anticonstitucional.

Para el doctor Adalberto Santana, latinoamericanista del Centro de Investigaciones sobre América Látina y el Caribe (CIALC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el despliegue de fuerzas internacionales en Haití no es una solución en corto tiempo para la pacificación del país, ni a largo plazo para la estabilidad.

“Van a ser fuerzas externas que conocen poco la realidad del país. La ayuda más cercana podría provenir del Caricom, pues tienen mayor conocimiento y experiencia cultural similar a Haití, pero para ello tendría que haber un financiamiento internacional para ayudar en la reconstrucción del país que, a mi entender, sería la solución más viable y con ello generar una pacificación con respeto a los derechos del pueblo Haitiano”, comenta el investigador de la UNAM.

El doctor Santana añade que de entre los países caribeños Cuba podría ser un modelo para el desarrollo de Haití, pues el enfoque de la isla en atender temas de salud y educación son vitales para los haitianos, quienes en este momento no tienen las condiciones sociales necesarias para subsistir tras décadas de crisis.

“Tras las dictaduras de la familia Duvalier, (Haití) nunca ha podido salir del subdesarrollo y la violencia política, por el contrario, se ha recrudecido […] y lo que se muestra es un atrofiamiento de la sociedad haitiana”, dice Santana, quien agrega este atrofio como una de las razones de la diáspora haitiana que se mueve por la región.

Sin un Congreso en funciones y con un poder judicial señalado de corrupción y acusado de ser herramienta del primer ministro, las instituciones democráticas haitianas carecen de la fuerza para estabilizar el país.

En este contexto de violencia, carencia de servicios, y escasez de productos de primera necesidad, la sociedad haitiana se ha visto obligada a migrar para buscar mejores oportunidades de vida; sin embargo, los ciudadanos que permanecen en el país caribeño poco pueden hacer, institucionalmente, para mejorar sus condiciones.

“No hay capacidad organizativa, los partidos alternativos que existen hoy se encuentran desmovilizados. Esencialmente, los únicos que se encuentran organizados son las bandas delictivas y eso muestra la inmadurez del Estado haitiano y sus instituciones. Hay poca consistencia, no hay un desarrollo económico ni inversiones que generen fuentes de empleo y una mayor estabilidad; todo eso repercute en el tema migratorio pues obliga a muchos ciudadanos a salir como última alternativa”, remata el doctor Santana, quien considera que solo la ayuda externa y la colaboración de países cercanos podría resolver la crisis que vive Haití.

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