Penoso y hasta indignante es el trato de la Embajada de México en España. Son reiteradas las quejas del maltrato que se le da a nuestros connacionales. Se supone que su trabajo es ayudar, auxiliar, apoyar a los mexicanos que requieren de ese apoyo consular. Y es que, de acuerdo con los quejosos, el personal no sólo es ineficiente sino que toma el papel de padre regañador sin resolver. Ojalá que la embajadora Roberta Lajous le exija al personal apegarse a la cultura del servicio que requiere una embajada tan importante.
Termina la tradición