La mayoría identifica al terrorismo con diversos estereotipos, pero lo cierto es que cualquiera puede ser un hacker y convertirse en un ciberdelincuente que ponga de cabeza al gobierno de algún país o que amenace la estabilidad de la economía.
Cuentas bancarias, transporte, energía, alimentación, agua potable: estos servicios se encuentran en vigilancia continua al ser blancos perfectos para el ciberterrorismo.
¿Es posible interferir en el funcionamiento de los semáforos de o modificar la calidad del agua? Teóricamente, sí.
Andrea Montes Renaud