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Mercados emergentes: bombas de tiempo

Si el ataque se propaga a la mayoría de los “mercados emergentes” y países en desarrollo, que representan alrededor de la mitad de la economía mundial, el efecto en la frágil recuperación global sería devastador. 

Esas son las malas noticias; las buenas son que –por el momento– esa posibilidad se considera lejana.

Primero, un poco de orientación. Brasil representa casi el 3 por ciento de la economía mundial, India, casi el 6 por ciento, según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI). 

Si el ataque se propaga a la mayoría de los “mercados emergentes” y países en desarrollo, que representan alrededor de la mitad de la economía mundial, el efecto en la frágil recuperación global sería devastador. 

Esas son las malas noticias; las buenas son que –por el momento– esa posibilidad se considera lejana.

Primero, un poco de orientación. Brasil representa casi el 3 por ciento de la economía mundial, India, casi el 6 por ciento, según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI). 

En meses recientes, los inversores han retirado los depósitos de bancos locales y se han deshecho de bonos y acciones locales. Venden sus bienes en reales brasileiros y rupias indias por otras monedas —supuestamente, en su mayor parte, dólares— y envían los fondos a otra parte. 

El mercado de valores de Brasil ha caído un 20 por ciento y el de India, alrededor de un 8 por ciento.

Estos flujos de dinero al exterior revierten parcialmente los flujos al interior de 2010 y 2011, cuando los países de mercados emergentes atrajeron más de mil millones de dólares de inversores globales, según cifras del FMI. 

Durante un tiempo, los inversores globales se enamoraron de los mercados emergentes. Existió la sensación de que “los mercados desarrollados (Estados Unidos, Europa) eran arriesgados y que los mercados emergentes estaban libres de riesgo,” dice Ángel Ubide, del Peterson Institute. 

Los países de mercados emergentes crecerían con mayor rapidez; habían adoptado políticas económicas sensatas de baja inflación y déficits presupuestarios manejables. 

Los países de mercados emergentes parecieron un destino lógico para los inversores que buscaban rendimientos más altos.

Pero ya no. En la medida en que hubo una “burbuja” de los mercados emergentes, ésta ha estallado. 

La opinión generalizada de ayer no es la de hoy. Las políticas económicas resultaron no ser sensatas —ni sostenibles. 

La inflación de la India es de alrededor del 10 por ciento, y su déficit presupuestario representa alrededor del 8 por ciento de su economía (PIB). 

La historia de China es similar: el crecimiento se ha ralentizado, las políticas parecen menos sanas.

La reevaluación de los inversores mundiales fue desencadenada, aparentemente, por la posibilidad de que la Reserva Federal redujera sus 85 mil millones de dólares de compras mensuales de bonos. 

Los funcionarios brasileros y otros, se quejan de que la política de la Fed los afecta: primero, una avalancha de dinero alimenta un crédito fácil y precios de acciones más altos; después, una salida de fondos hace lo opuesto. 

Las acciones de la Fed inevitablemente hacen que los inversores reevalúen sus portafolios, dice Ubide. También considera que Turquía y Sudáfrica son vulnerables al cambiante sentimiento de los inversores.

Toda crisis financiera importante de los últimos 20 años comenzó con algún hecho menor, cuya importancia pareció aislada: la debilidad del baht tailandés en el verano de 1997; los problemas en el mercado norteamericano por las hipotecas “riesgosas” en 2007; la información errada de Grecia sobre su déficit presupuestario en 2009. ¿Podría ser esto un nuevo caso de déjà-vu? © 2013, The Washington Post Writers Group

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