Desde 2019 el grupo de los 27 y los integrantes del Mercosur han intentado oficializar su convenio para crear la zona de comercio libre más grande del mundo. Foto: Especial

Lula da Silva visita Alemania para concretar Tratado de Libre Comercio entre la UE y el Mercosur 

El jefe de Estado brasileño hizo una parada de dos días en el país europeo para estrechar sus lazos diplomáticos tras ocho años de distanciamiento bilateral

Uno de los principales cambios que el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, representa con respecto a su antecesor, el hiper nacionalista Jair Bolsonaro, es el papel que jugará su país en el escenario mundial.

El mandatario brasileño viajó a Alemania donde se reunió con el canciller Olaf Scholz para discutir temas de su relación bilateral, todo en medio de negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur.

Desde 2015, ningún presidente de Brasil había pisado tierras alemanas hasta ahora, cuando Alemania es el principal socio europeo del gigante sudmaiercano.

Según datos de la presidencia de Brasil, del ocho al 10 por ciento de su Producto Interno Bruto Industrial es la consecuencia de la inversión de mil 600 empresas de capital germano, además de que el comercio entre ambos países llegó a los 19 mil millones de dólares en 2022.

Actualmente, Brasil y Alemania viven un momento especial en sus relaciones bilaterales tras la pausa de ocho años, cuatro de ellos bajo el gobierno de Bolsonaro, ya que buscan retomar las consultas gubernamentales de alto nivel con la esperanza de reforzar sus lazos diplomáticos, así lo anunció Lula da Silva vía redes sociales.

“(Se llega) a Berlín para una reunión entre los gobiernos alemán y brasileño para reforzar nuestra asociación y cooperación en muchos ámbitos: energía, industria, lucha contra las noticias falsas y transición ecológica”, compartió.

El interés detrás de la visita de Lula da Silva a Alemania: posicionar a Brasil a nivel global

La reunión entre los mandatarios brasileño y alemán llegó en un momento fundamental para ambos: Mientras que Lula da Silva viaja por el mundo con la intención de posicionar a Brasil como un jugador importante en la diplomacia global a través de su integración en la Organización de Países Exportadores de Petróleo y su reciente impulso por una mediación en la disputa territorial de Esequibo entre Guyana y Venezuela, el canciller Scholz ha buscado diversificar sus exportaciones, lo cual es esencial para un país comercial como Alemania.

Una de las apuestas más importantes para ambos países es el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Mercosur, el bloque comercial que une a Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. Según datos de la Comisión Europea, el comercio entre los dos grupos alcanzó 62 mil millones de euros en 2020 y la inversión llegó a los 300 mil millones de euros.

Después de dos décadas de negociación, en 2019 se alcanzó el acuerdo que, en principio, crearía la zona de comercio libre más grande del mundo; sin embargo, tras cuatro años de intentar aclarar los detalles y la firma definitiva, ha sido pospuesta.

Las principales metas de lo pactado en 2019 son: incrementar el comercio y la inversión bilateral, principalmente para apoyar a pequeñas y medianas empresas; crear una serie de regulaciones que protejan el comercio y la inversión; y promover valores de desarrollo sustentable.

Aunque Lula da Silva como Scholz buscaban que su reciente reunión sirviera como punto de inflexión para acordar los detalles del tratado, las circunstancias políticas decidieron que fuera de otra forma. Con la llegada  de Javier Milei a la presidencia de Argentina, quien previó a su toma de posesión se pronunció en contra del convenio, su victoria tomó por sorpresa a quienes negociaban el acuerdo, por lo que puso en pausa las conversaciones.

¿Por qué el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y el Mercosur sigue sin concluirse?

Además del freno que representó para el Mercosur y la Unión Europea la victoria de Javier Milei, dentro del grupo de los 27 hay otro actor en contra del tratado entre ambas agrupaciones.

Es el presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha expresado su descontento con el tratado y la posibilidad de que los productos agrícolas de sudamérica se desplacen al campo local.

Para Arlene Ramírez Uresti, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad de Norwich y profesora de la Universidad Iberoamericana, el pragmatismo de países como Francia no es la única razón por la que el tratado no ha encontrado anclaje en ninguno de los dos continentes.

“El tema de un clima democrático y la garantía de un Estado de derecho han sido desde hace décadas uno de los principales factores que detienen el acuerdo. Desde los antecedentes de la Unión Europea se puso un candado para que los socios comerciales garantizaran en sus agendas políticas un Estado de derecho no solo para dar certidumbre a los inversionistas, sino también para alinearse al marco de derechos de la comunidad”, opina la especialista.

De acuerdo con la experta, los países de la Unión Europea consideran que el Mercosur tiene un riesgo en cuanto al Estado de derecho que debería regir a las naciones. Estas críticas hechas por el Consejo de Ministros europeos, para quienes los principios democráticos son de vital importancia, han molestado a los mandatarios del cono sur.

“Lo que detiene al Mercosur es el corte ideológico y las críticas que han recibido por la Unión Europea. Estas observaciones están fundamentadas, sin duda, en un pulso muy claro del clima en América Latina, el sesgo ideológico de la región, los problemas de derechos humanos y las transiciones atropelladas (…) Esto no les gusta a los regímenes de la zona”, apunta la doctora.

Ramírez Uresti coincide en que los viajes que Lula da Silva ha hecho por el mundo están en búsqueda de capital para atraer inversión a su país, lo cual es importante también para sus socios europeos, quienes intentan balancear el papel de China en la región.

“Hoy los países del mundo no se pueden permitir un aislacionismo diplomático, comercial o económico; y ese cabildeo atrae no solamente certidumbre sino, además, baja la intensidad de confrontación que se tenía con el exterior”, remata la doctora.

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