El juego seis de las finales de la NBA será un duelo de esperanza y consolidación. Los Cavaliers de Cleveland buscarán alargar la serie y los Warriors de Golden State peleará por establecer su poderío y enfilarse a ser el mejor equipo de la historia.

Esta noche los de la Bahía llegarán al Quick Arena hambrientos de triunfo. Con el regreso de Draymond Green, los Warriors pelearán por mejorar la defensa y proteger su aro de la dupla James-Irving, quienes los tuvieron contra las cuerdas en el quinto juego y en conjunto anotaron 82 de los 112 puntos que consiguieron los Cavs.

El 16 de junio del 2015 se escribía una nueva era en la NBA. Luego de seis partidos y dos prórrogas, Golden State se alzaba con el anillo y presumía su superioridad contra unos Cavaliers que se fueron contra las cuerdas en una serie que concluyó en un 4-2.

Esta temporada el equipo de la Bahía ha acaparado los reflectores. Con un arranque de ensueño (24-0) y una campaña casi perfecta (73-9), los Warriors son favoritos para refrendar el título de campeón.

Sin embargo, frente a ellos alza la mano el mismo rival del año pasado… los Cavaliers.

La mesa estaba puesta, todo había salido a pedir de boca. Un MVP elegido por unanimidad, el mejor arranque de temporada (24-0), el mejor registro en temporada regular (73-9), y por si fuera poco, contaban con el coach del año: Steve Kerr.

Con todos estos números y récords batidos en la duela, la pelea por el reinado en el viejo oeste parecía un trámite. Las apuestas ponían a los Golden State Warriors como los favoritos, no habría complicaciones.

La sombra de los Bulls comenzaba a verse lejana, pero de un solo golpe el Thunder bajó de su nube al actual campeón de la NBA.

De 1986 a 1998 hay una celda de diferencia. Es la síntesis en la historia de Jonathan Nicola, el basquetbolista de Sudán del Sur al que todos veían en la NBA, pero que hoy vive tras las rejas por violar las leyes migratorias por mentir en su edad.

Las huellas dactilares lo delataron. Aunque el resto de su fisionomía pudo hacerle un favor durante mucho tiempo mientras dijo que tenía 17 años, la ciencia fue más precisa que todas las veces que el jugador le preguntó su edad a su mamá.

La NBA piensa en el aspecto económico, ganar millones a cuenta de parches patrocinadores en los uniformes. Lo que también iría en ese paquete publicitario sería la crítica o el ridículo que podría alcanzar dicha iniciativa.

Los reflectores cuestan, por eso en un programa piloto único entre las cuatro ligas deportivas de Estados Unidos, la liga de baloncesto permitirá que cada uno de los 30 equipos venda su camiseta al mejor postor.