Cada vez es más común encontrar personas que viven en situación de calle en la Zona Metropolitana de Monterrey. Foto: Especial

Los Sin Hogar que subsisten en las calles de Nuevo León

La presencia de personas sin casa, que subsisten en la calle tolerando frío, calor, lluvia e incluso agresiones, es cada vez más común en las vialidades de la Zona Metropolitana de Monterrey, donde el contraste entre los enormes edificios y la pobreza extrema de algunos de sus habitantes es notorio

En medio de las grandes inversiones extranjeras en Nuevo León existe un fenómeno casi invisible tanto para las autoridades, como para la ciudadanía; el aumento de personas en situación de calle.

Se les puede observar en varios puntos de la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM), ocupando banquetas y puentes en donde se ven forzados a improvisar endebles refugios, tales como tejabanes y casas de cartón, encontrándose perpetuamente en condiciones de vida sumamente adversas.

Hay quienes denominan a estas personas como los ‘Sin Casa’, derivado de la palabra ‘homeless’, en un intento de evocar las imágenes de pobreza y hacinamiento que se observan en numerosas urbes estadounidenses, donde la problemática también es cada vez más notoria.

Problema en aumento

Según datos proporcionados por la Secretaría del Bienestar, más de un millón de habitantes de Nuevo León viven en condiciones vulnerables, de los cuales, 80 mil se encuentran en pobreza extrema.

Esta cifra significa que el 1.5 por ciento de la población de la entidad vive por debajo del umbral de pobreza, un aumento de más del doble comparado con los números reportados en 2018.

Aunque el fenómeno es observable en varios puntos de la Zona Metropolitana, calles del centro de la ciudad, tales como Miguel Nieto y Colón, o incluso debajo el puente conocido como ‘El Rube’, en la colonia Buena Vista, así como en los alrededores del área médica de la UANL, ofrecen algunos de los retratos más crudos de esta realidad.

Tal es el caso de don José Luis, quien tiene alrededor de 80 años y ya ha perdido la cuenta del tiempo que ha pasado subsistiendo en situación de calle.

Refugiado en un improvisado tejaban aledaño al paseo turístico de Santa Lucía, en pleno corazón de Monterrey, José Luis habló de la extrema dificultad que implica ser una persona sin hogar en Monterrey, especialmente desde la muerte de su esposa, quien falleció hace un par de meses sobre la misma banqueta en la que él duerme todas las noches.

“Se batalla, es muy triste; tengo que estar cuidando como velador aquí porque pasa mucha gente y estoy cuidando que no me hagan un daño (…) Las lonas me tapan de la lluvia y el calor pues me lo aguanto. Tenía 43 años de casado, mi esposa falleció a las 5 de la tarde del 25 de junio, según que por un golpe de calor”, narró José Luis con resignación.

Adquirir una casa es un sueño inalcanzable para gran parte de la población; según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social, en Nuevo León se cuenta con un registro de apenas un millón 836 mil 446 trabajadores, dejando de lado a quienes no cuentan con seguridad social.

En contraste, la población de la entidad es de 5 millones 700 mil personas, quienes ganan un salario promedio de apenas 8 mil sesenta pesos, de acuerdo con Data México.

Estos factores se vuelven evidentes al dar un recorrido por calles del centro de la ciudad, en donde la inversión extranjera, los inmensos edificios y las grandes empresas multinacionales son completamente ajenas a la vida de quienes se ven obligados a sobrevivir a la intemperie, una crisis emergente que muchos, incluso desde oficinas gubernamentales, han preferido ignorar.

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