Lo más probable es que quién sabe

El cónclave del PRD no sirvió para mucho. Desde un inicio se sabía que en el Hotel Hilton no se llegaría a un gran acuerdo respecto a cómo se conducirán las corrientes de este partido en la toma de protesta de Enrique Peña Nieto.

El objetivo fue sondear sus posturas; ver a qué le tiran. Y de algún modo, moldear un pacto básico que algunos aspiran sea respetado el primero de diciembre. 

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El cónclave del PRD no sirvió para mucho. Desde un inicio se sabía que en el Hotel Hilton no se llegaría a un gran acuerdo respecto a cómo se conducirán las corrientes de este partido en la toma de protesta de Enrique Peña Nieto.

El objetivo fue sondear sus posturas; ver a qué le tiran. Y de algún modo, moldear un pacto básico que algunos aspiran sea respetado el primero de diciembre. 

Por ello, el mensaje de su presidente Jesús Zambrano resultó soso. Dos horas y media después de la reunión a puerta cerrada, en su conferencia de prensa solo enfatizó que: “el plan de acción unitario e institucional” acordado se conocerá hasta el próximo lunes. El objetivo será “actuar con unidad”.

Pero trascendió que las diferencias entre rudos y técnicos del PRD salieron a flote. Sutilmente, no de forma estridente.

Los primeros, encabezados por René Bejarano, quieren hacer un pronunciamiento vistoso. Una marcha, una protesta. Se planteó que mientras el mexiquense rinde protesta en la sesión del Congreso, paralelamente haya una manifestación en el Monumento a la Revolución. Ahí se fijaría una postura ante la llegada del PRI a Los Pinos. Su propuesta no fue secundada.

En el extremo opuesto, el gobernador Graco Ramírez propuso asistir a la ceremonia sin ejercer ningún tipo de descalificación al próximo presidente. Le llovieron críticas. Hasta el moderado e institucional líder de la bancada perredista en San Lázaro, Silvano Aureoles, no avaló  asumir una postura tan laxa.

Algunos de los presentes se sorprendieron con el rol “más ultra” de los técnicos: la de Marcelo Ebrard. Se habría pronunciado en el sentido de que el PRI no viva un día de campo. Es que “él ya está en otra etapa”, dice una fuente.

No es el caso de su sucesor en el DF, que apeló a la prudencia. Miguel Ángel Mancera habría subrayado que no conviene apostar por actos violentos, pues la gente ya está harta.

Los de la Nueva Izquierda se colocaron en ese cómodo punto medio; donde se apela a “una crítica enérgica”, pero enmarcada en cauces institucionales. Descartando tomar la tribuna: habitual comportamiento perredista.

Al final de la conferencia, Bejarano confirmó que habrá “un manifiesto a la nación un día antes, a movilizarse en un acto público, a hacer propuestas y protestas”.

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