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En la línea de fuego

La desconfianza y el enojo hacia las autoridades y las instituciones del país es uno de los motivos principales por los cuales la ciudadanía descalifica a los capacitadores del INE y muchas veces los agreden

A Martha Leticia le han gritado, la han insultado, la han encerrado en edificios, le han robado material e incluso le han aventado agua a manguerazos como parte de su trabajo como capacitadora electoral del Instituto Nacional Electoral (INE).

A punto de cumplir 60 años, lleva siete procesos electorales desempeñándose con ese cargo y dice que continuamente se enfrenta a retos climatológicos como el sol, la lluvia y el granizo.

Pero el desafío más grande son las reacciones de las personas seleccionadas para ser funcionarias de casillas, a quienes debes de visitar y preparar para el día de la jornada electoral.

“De entrada nos identifican como parte del INE y para ellos la institución es sinónimo de tranzas, de corruptos. Nos dicen que somos lo mismo que el gobierno y que venimos a timarlos, por lo que no quieren tratar con nosotros porque según ellos lo que hacemos es falso cuando en realidad, nosotros lo que les enseñamos es incluso a votar”, relata.

Portando chaleco rosa, una acreditación y cargando una mochila que la identifica como personal del INE en la Colonia Del Valle, en la Ciudad de México, Martha cuenta que las personas suelen ser agresivas con los capacitadores.

“Ya me pasó en el 2015, me agarraron a manguerazos. Me dijeron: eres del INE, entonces eres corrupto, no vengas aquí a molestar. Y bueno, ya me fui a exprimir a mi casita, esa es una, me ha tocado también ser encerrada en un edificio”, recuerda.

La capacitadora considera que los salarios que reciben ella y sus compañeros son insuficientes para el arduo trabajo que realizan

Sin embargo, Martha lo atribuye a la frustración y al enojo de los ciudadanos con los partidos políticos. “La gente no sabe de qué manera sacar todo lo que trae dentro y nos ven a nosotros y se desquitan”, dice.

La capacitadora señala que disfruta su trabajo y por eso lleva siete procesos participando, aunque hay un porcentaje elevado de quienes lo hacen porque no encuentran empleo. Sin embargo, señala que se debería de valorar e incrementar el salario por el trabajo tan arduo que realizan.

“Yo diría con toda sinceridad que amo a mi Instituto porque me ha dado mucho, así como yo le he aportado, pero yo creo que faltaría ajustar esa parte (salarial), que hubiera un poco más de conciencia de todo esto por lo que nosotros pasamos y de convencer al ciudadano, porque una cosa es que te digan que sí para que lo dejes de molestar y después no cuentas con él”.

Los retos más allá de las agresiones

Arcelia Martínez es una supervisora electoral del INE que trabaja en la zona de Polanco, en la Delegación Miguel Hidalgo, pero no ha tenido inconvenientes ni problemas en sus tareas.

“En el área en la que estoy la gente es muy amable, la gente se ayuda, si ve que hace falta busca a sus vecinos, te apoya, yo le decía a mi esposo, en Polanco me siento mucho más segura que en cualquier colonia, tú puedes caminar a las 10 de la noche y todo está súper tranquilo”, dice.

Ella piensa que se debe a la manera a la que se acerca a las personas, ya que su trabajo consiste en sensibilizar y darles a entender que sin su participación no va a haber transparencia en el proceso, sin embargo reconoce que la gente es apática o en su caso, no quiere participar si por ejemplo es suplente y no presidente de casilla.

“Es muy real, la gente está renuente y no quiere participar, tiene miedo de cómo va a ser todo el proceso, sin embargo hay gente muy decidida y que tiene muchas ganas de hacerlo y esa gente es la que va a convencer a su propia familia”, señala.

Los y las capacitadoras señalan que no tienen un horario definido, vacaciones ni días de descanso, pues deben de ser flexibles con las personas que fueron seleccionadas como funcionarios de casillas y que participarán en la jornada electoral del próximo 1 de julio, aunque muchas veces sólo puedan fines de semana, en las noches o en días festivos.

La apatía y el difícil acceso

En su tarea como supervisora electoral del Instituto Nacional Electoral (INE) , Laura Lugo ha tenido que enfrentar retos como llegar a lugares donde el acceso al transporte público está restringido y en los que vecinos han implementado medidas para resguardar su seguridad, como vigilantes y rejas que les impiden el paso.

“Es muy complejo tocar incluso el timbre de la persona que vas a buscar, porque está hasta adentro de las rejas, se te hace inalcanzable, por lo tanto tienes que esperar que alguien te abra, ya sea el conserje o un ciudadano que vaya saliendo te permita la entrada, y aunque vayas con la indumentaria muchas veces te niegan el acceso”, explica.

El elevado número de ataques a los capacitadores de casilla ha marcado este proceso electoral, sin embargo, no todos han tenido la misma suerte, lo que no significa que su labor sea más sencilla, sino que simplemente se enfrentan a otros problemas

Laura está encargada de acudir a zonas residenciales como Reforma Social, Polanco y Las Lomas, y otro de los retos es la apatía de las personas que se niegan a participar en el proceso electoral, ya que en ocasiones la citan a deshoras y al llegar le cancelan, no le abren la puerta o le dicen que se les olvidó.

“Sí es nuestro trabajo, sí estamos conscientes de que vamos a encontrar mucho de este tipo de personas, pero es muy ingrato de los ciudadanos que te citen y tú llegues y te dejen ahí esperando y que ya tienes la cita, tocas y te dicen, permítame un momento y te dejan ahí media hora más esperando y al final te dicen, sabe qué, no tengo tiempo, surgió algo y venga después”
Laura LugoCapacitadora electoral

Casos como el del capacitador electoral asesinado el fin de semana en Guerrero la impactan y le hacen estar más alerta, no al cien, sino al mil, dice, aunque reconoce que es una situación que afecta a toda la ciudadanía, independientemente del lugar donde viva.

“Sí es triste porque la gente sabe que andamos realizando un trabajo que es una función que nosotros no tenemos nada que ver con los políticos, que no estamos realizando un trabajo para ellos, sino para una institución y que somos trabajadores como cualquier otra persona en cualquier otra institución, entonces es muy triste que sucedan esas cosas”, dice.

Es común que los ciudadanos no quieran participar si le toca ser suplentes y no presidentes de casilla

La supervisora señala que a algunos compañeros los han asaltado y les han quitado su teléfono celular. “Desafortunadamente no es así de dame lo que traigas, sino dámelo a punta de pistola, cuchillo o no sé, porque yo no he estado ahí, pero sí es complicado hay muchos lugares donde la inseguridad sí es más fuerte que en otros”.

Ella espera que la ciudadanía pueda comprender y valorar la importancia de su trabajo porque es esencial para la democracia.

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