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El ‘divorcio’ de Margarita

La alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, está en pleno proceso de disolver su matrimonio político con el senador Raúl Gracia, uno de los líderes de la neocúpula panista que controla el PAN de Nuevo León. 

En este conflicto no se vislumbra una reconciliación en puerta.

Gracia fue uno de los aliados que tuvo Arellanes para que fuera designada por el CEN como candidata a la Alcaldía regia.

 Sin embargo, hoy Gracia representa un frente abierto para Arellanes en la disputa por el control del municipio de Monterrey y de posiciones en la administración regia.

La alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, está en pleno proceso de disolver su matrimonio político con el senador Raúl Gracia, uno de los líderes de la neocúpula panista que controla el PAN de Nuevo León. 

En este conflicto no se vislumbra una reconciliación en puerta.

Gracia fue uno de los aliados que tuvo Arellanes para que fuera designada por el CEN como candidata a la Alcaldía regia.

 Sin embargo, hoy Gracia representa un frente abierto para Arellanes en la disputa por el control del municipio de Monterrey y de posiciones en la administración regia.

Esto está originando el clima para una eventual ruptura política entre la primera alcaldesa de Monterrey y la también llamada Santísima Trinidad, que conforman también los ex alcaldes Fernando Larrazabal y Zeferino Salgado.

La candidatura de Arellanes a la Alcaldía de Monterrey fue respaldada por estos líderes panistas, sin embargo hoy se percibe que la ex delegada de la Sedesol pretende conducirse por una ruta de navegación independiente y alejada de los intereses de esta cofradía.

Las primeras decisiones como alcaldesa de Monterrey están propiciando inconformidades y diferencias entre los liderazgos panistas que controlan el PAN de Nuevo León, pero principalmente con el grupo que encabeza el senador por Nuevo León.

El reparto de posiciones y cargos que está llevando a cabo Arellanes ha provocado una ola de reclamos –no públicos todavía- de no cumplir acuerdos y compromisos de campaña por parte de panistas.

El despido de empleados de Monterrey y la inclusión de panistas de otras corrientes está generando también tensión y protagonizando una lucha de poder interna en el Ayuntamiento regio.

Uno de los compromisos que habría hecho Arellanes con el ex alcalde Fernando Larrazabal era el ratificar a Miguel Ángel García, ex aspirante a la Alcaldía de Monterrey, como secretario de Servicios Públicos.

Pero la ex delegada de la Sedesol no integró en su gabinete a García, uno de sus operadores de campaña, aunque sí colocó a colaboradores del ex munícipe nicolaíta en esta cartera municipal.

 Desde el lunes circuló por redes sociales un supuesto reclamo que hizo Miguel Ángel García a Arellanes por el despido de empleados del municipio de Monterrey, un mensaje del cual se deslindó hasta ayer el ex alcalde nicolaíta.

“Esa cuenta de Facebook es falsa”, aseguró ayer García.

“Me deslindo completamente de lo que está publicado”.

En los primeros días de gobierno Arellanes se ha apoyado en un grupo de mujeres como Elizabeth Rosas, Brenda Sánchez, Irasema Arriaga Belmont y Sandra Pámanes, que han conformado el círculo de mayor influencia en torno a la alcaldesa regia.

El regidor Benancio Aguirre Martínez, esposo de Elizabeth Rosas, nombrada por Arellanes como secretaria de Desarrollo Humano y Social del Monterrey, es impulsado por la alcaldesa regia para que ocupe la coordinación de regidores del PAN en Cabildo.

Esta elección está enfrentando a Arellanes una vez más con el senador Raúl Gracia y ahora también con José Alfredo Pérez Bernal, líder del PAN de Nuevo León, porque estos dos apoyan para ese cargo al síndico David Rex Ochoa.

La alcaldesa regia y el líder de la neocúpula se confrontaron hace menos de un mes por la elección del Comité Directivo Estatal del PAN, donde Raúl Gracia confirmó su control político acaparando la mayoría de las posiciones.

Fue Arellanes, en una alianza con los alcaldes panistas de San Pedro, Ugo Ruiz, y de Santa Catarina, Víctor Pérez, la que impulsó un bloque dentro del PAN para tumbar la candidatura de Mauro Guerra, un incondicional de Gracia que se perfilaba como líder blanquiazul.

En la pasada administración municipal encabezada por el hoy diputado federal Fernando Larrazabal el grupo de Raúl Gracia jugó un rol protagónico en Monterrey, mismo poder que el ahora senador aspiraba a conservar con la llegada de Arellanes.

No fue así y ahora Arellanes y Gracia están distanciados.

El grupo San Nicolás, encabezado por el director del Centro SCT de Nuevo León, Zeferino Salgado, también ha mandado señales de no estar conforme con el reparto de espacios en la administración de Arellanes.

Hoy Arellanes está en la encrucijada de mantener la alianza que hizo con los líderes de la neocúpula albiazul, que controlan el PAN de Nuevo León, o comenzar a deslindarse de la Santísima Trinidad y preparar su proyecto político rumbo al 2015.

Arellanes no comenzó su carrera política como parte de la neocúpula albiazul, sino dentro de un grupo antagónico conocido como Reflexión.

Ella y su hermana Fanny Arellanes, actual delegada estatal de la Secretaría del Trabajo, iniciaron dentro del grupo de Alejandra “Kana” Fernández, ex dirigente estatal del PAN y hermana del ex alcalde de San Pedro Mauricio Fernández.

Ella llegó a la delegación estatal de la Sedesol como parte de las posiciones que el presidente Felipe Calderón entregó a los panistas de Nuevo León que lo apoyaron en la contienda interna albiazul en la que se impuso a Santiago Creel.

En el 2008 las hermanas Arellanes rompieron su alianza con Fernández y comenzaron a relacionarse con el grupo de la neocúpula, principalmente con Zeferino Salgado, ex alcalde de San Nicolás y delegado federal de la SCT.

La emergencia surgida por el paso del huracán Alex en la entidad le otorgó reflectores a Margarita Arellanes en la Sedesol, que ella utilizó para consolidar su proyecto por la candidatura a la Alcaldía de Monterrey.

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