La Universidad Iberoamericana informó en 2022 que que sólo 4.9 por ciento de la población con discapacidad entra a una carrera universitaria. Foto: Especial

Dificultan ingreso de personas con discapacidad a nivel superior de educación

Además de los retos que se ven obligados a enfrentar diariamente, las personas que viven con discapacidad tienen comprometido su futuro profesional en México, debido a que rara vez se les da cabida en las universidades del país

Esta problemática no distingue entre instituciones públicas o privadas, pues de acuerdo con estudios realizados por Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), apenas el cinco por ciento de las personas con discapacidad tienen la oportunidad de ejercer su derecho a estudiar a nivel profesional, debido a la falta de infraestructura, instalaciones o maestros capacitados.

El dato es todavía más grave si se toma en cuenta que ese cinco por ciento corresponde al universo de personas con discapacidad que han intentado enrolarse en alguna institución universitaria, mismas que, en muchas ocasiones, ni siquiera cuentan con adecuaciones básicas en sus exámenes de admisión.

Por su parte, la Universidad Iberoamericana informó en 2022 que la población con discapacidad que no cuenta estudios profesionales equivale al 19.7 por ciento.

Además, esta casa de estudios revela que sólo 4.9 por ciento de la población con discapacidad entra a una carrera universitaria, frente al 12.6 por ciento de la población sin discapacidad que sí tiene esa oportunidad.

Esta información está respaldada por la Red de Instituciones de Educación Superior por la inclusión de las Personas con Discapacidad (RIDES-MX), organismo enfocado en asegurar que las personas con discapacidad puedan tener acceso a la educación profesional a través de la promoción de cambios institucionales en los planteles.

A este organismo están afiliadas instituciones como la Universidad Iberoamericana, la Universidad Panamericana, la UNAM, Westhill y la Universidad Anáhuac, entre otras.

A pesar de que la inclusión universitaria forma parte de los propósitos de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas, la falta de empatía de las instituciones educativas en México es un problema que persiste.

Un derecho que no se respeta

Esa situación no es ajena a Nuevo León, donde desde el jardín de niños hasta la universidad, las personas con discapacidad son excluidas.

Laura Argüelles, fundadora del Programa ConCrea, iniciativa con sede en Monterrey, mismo que se dedica a dar cabida y capacitar a personas con discapacidad intelectual que han sido excluidos de preparatorias y universidades, señala que sigue existiendo ignorancia por parte de autoridades o representantes de universidades.

 “Está la intención, más no la acción; hay ignorancia por parte de las autoridades o en las mismas universidades de cómo debe funcionar la educación para personas con discapacidades; ellos quieren que estén a la par de las personas regulares cuando tenemos que hacer las adecuaciones”, afirmó.

 “Faltan los talleres adecuados para que sepan cómo tratar a los chicos, cómo es su evolución, cómo aprenden; las neurociencias y la psicología han ayudado, pero yo siento que en México estamos muy por detrás”, afirmó la activista.

 En el Programa ConCrea, Argüelles da apoyo a personas con algún tipo de discapacidad motriz o del desarrollo, es decir, con diversidad funcional; ahí se les imparten cursos de mecanografía, reglas básicas de ortografía, lectura, uso de Power Point, uso de herramientas digitales, inteligencia emocional y computación, además de diplomados en diseño gráfico y cocina.

Al respecto, el director de Salud Mental y Adicciones de la Secretaría de Salud de Nuevo León, Juan José Roque Segovia, expresó que, aunque se debe analizar cada caso por separado, todos deben tener derecho a la educación.

Incluso, agregó que, en ciertos casos, las personas que viven con autismo suelen tener un nivel intelectual superior al promedio y que lo que verdaderamente impide su acceso a una educación superior es la falta de presupuesto para adecuaciones por parte de las universidades.

 “Todos tienen derecho a la educación; en donde puede estar la deficiencia es en los recursos que se necesitan para las personas que tienen cierto tipo de características.

“Por ejemplo, la gente que tiene un trastorno del espectro autista suele tener un nivel intelectual normal o superior al promedio, su problema es básicamente social, pero no tienen problemas desde el punto de vista intelectual, cognitivo o neurológico; esas personas se pueden integrar perfectamente bien al sistema regular”, comentó.

Exige estudiante inclusión

Usiel Issac Mendoza, diagnosticado con autismo, es estudiante de cuarto semestre de la licenciatura de Mercadotecnia y Gestión de la Imagen, en la Facultad de Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

De acuerdo con su experiencia, Mendoza afirmó que existen casos de personas con autismo que han logrado un mayor éxito académico que sus compañeros neurotípicos, por lo que no es justo que, de entrada, se les dificulte el ingreso las universidades de la entidad.

“Quieren cerrarle las puertas a alguien sin siquiera conocerlo o sin hacerle las pruebas necesarias porque piensan que porque alguien tiene una condición de vida no va a hacer nada”, denunció.

El entrevistado pidió la existencia de una real inclusión que vaya más allá de la aplicación de políticas de género.

“Quisiera decirle algo a todos los rectores, incluso al mismo Gobierno; si tanto les importa la dizque inclusión que hacen, ¿por qué no incluyen a la gente con autismo o con discapacidades? A mí no me importa la inclusión de género, cualquiera puede ser gay, cualquiera puede ser lesbiana, la orientación sexual no es un problema, este es un mundo libre, pero para la gente con discapacidades ¿dónde están sus oportunidades?”, preguntó.

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