Ana Enamorado, la Navidad sin él

Ana Enamorado no celebra las fiestas decembrinas desde que desapareció su hijo Óscar. La mujer hondureña ayuda a otras personas centroamericanas y mexicanas a encontrar a sus familiares
Mariana Recamier Mariana Recamier Publicado el
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Ana Enamorado quiere robarle calor al sol en el centro de la Ciudad de México a kilómetros de su Honduras natal. Un invierno precoz da sus primeros golpes bajo la sombra del edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores y ella usa una bufanda cobriza que no la protege de la sensación de que Navidad está cerca.

Mientras frota sus manos, la mujer hondureña de 48 años recuerda que faltan seis días para las fiestas que no celebra desde la última vez que vio a Óscar Antonio López Enamorado. Escuchó la voz de su hijo por última vez en una llamada telefónica el 19 de enero de 2010, pero no lo abraza desde que salió de Honduras hace 12 años.

Enamorado no coloca series de luces ni prepara una cena especial en Navidad desde esa fecha. Para ella no hay motivos de celebración.

Las alegrías se terminaron cuando mi hijo salió de casa. No volví a poner un árbol, no volví a decorar la casa, no volví a hacer cenas navideñas. Se acabó todo, es algo que no puedo perdonar, nunca lo podré olvidar hasta que me muera
Ana EnamoradoActivista

Enamorado comparte que cuando Óscar era pequeño, los dos viajaban en diciembre para pasar las vacaciones con la abuela y comprar juguetes juntos. Tiene ese momento en la mente mientras dice que las fiestas decembrinas no fueron las mismas desde que su hijo viajó hacia Estados Unidos en 2008.

El joven hondureño ya tenía poco más de un año en el país gobernado por el presidente Donald Trump cuando conoció a un grupo de mexicanos que le ofrecieron trabajo con un buen salario en Jalisco.

Antes de escuchar la voz de su hijo por última vez, Enamorado recibió otra llamada de una persona que le dijo que Óscar había chocado una camioneta y que ella tenía que pagar la reparación.

Es así cómo se entera de que su hijo estaba en El Carrizo, un pueblo del municipio de San Sebastián del Oeste, en Jalisco. Luego de enviar el dinero, no tuvo más información sobre él hasta la llamada de 2010.

Óscar le dijo a su mamá que estaba bien en un lugar que parecía una isla, pero ella lo escuchó nervioso antes de que se cortara la llamada. Enamorado todavía vivía en Honduras cuando percibió a la distancia el miedo de su hijo. Pasaron los meses y nadie le volvió a contestar desde ese número.

La mujer decide comenzar su búsqueda desde el país centroamericano: acude a organizaciones y amigos para pedir apoyo porque no sabía qué hacer. Nadie enseña a una madre a buscar a un hijo que desaparece en otro país.

“Era muy difícil iniciar la búsqueda desde Honduras. Cuando vi que no lograba obtener información, decidí venir a México”.

Antes de comenzar su viaje, Enamorado conoció al Movimiento Migrante Mesoamericano, una organización que apoya a personas en situación de movilidad y organiza la Caravana de Madres Centroamericanas de Migrantes Desaparecidos desde hace quince años.

Esta última iniciativa es un recorrido que hacen personas centroamericanas por todo México para buscar a sus hijos que desaparecieron en territorio nacional. Mujeres y hombres de Honduras, El Salvador, Guatemala y Nicaragua buscan a sus familiares en centros de detención, albergues y hospitales.

Ana Enamorado participó en la caravana de 2012 y llegó a México en octubre para quedarse en el país con la misión de encontrar a su hijo. Cuenta que su objetivo era comenzar la búsqueda con la información que ya tenía: recibos de pagos y datos de las personas que le pidieron dinero para la camioneta, pero temió por su seguridad cuando indagó por su cuenta.

“Pensé darle seguimiento a estas pistas, pero se me complicó mucho porque cuando busqué información de las personas a las que les había enviado dinero encontré una nota periodística que mencionaba que estaban involucradas con el crimen organizado”.

La mujer hondureña decidió presentar una denuncia por desaparición en la delegación en Jalisco de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), ahora Fiscalía General de la República, el 8 de febrero de 2013.

“Entregué toda la información que tenía para que le dieran seguimiento a la búsqueda y la investigación. Pedí que citaran a las personas a las que les había enviado el dinero, a los supuestamente dueños de la camioneta, pero nunca lo hicieron”.

Enamorado denuncia que la PGR no hizo un seguimiento adecuado y la información se perdió. A partir de la falta de apoyo institucional, la mujer decide quedarse en México para hacer la búsqueda por su cuenta. Hasta ahora, la mujer ha recorrido casi todos los estados del país para encontrar a su hijo.

Solo obtuvo una respuesta en 2015. La delegación de Jalisco la llamó para informarle que habían encontrado un cuerpo con características similares a las de su hijo en un puente peatonal de Zapopan, pero cuando viajó para reconocerlo encontró cenizas.

Enamorado cuenta que el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses incineró el cadáver sin dejar ninguna prueba genética. Ella pudo revisar el expediente con fotografías sobre del levantamiento y los objetos con los que encontraron al cuerpo, pero no había ningún estudio que confirmara que las cenizas eran de su hijo.

“Mi hijo tenía como 5 años de haber salido de mi casa cuando fue encontrado el cuerpo. No puedo saber si era él o no y esta información ya desapareció también. He quedado con la incertidumbre de por vida porque de las cenizas ya no se puede hacer nada”.

Las cenizas no hicieron que Ana Enamorado renunciara a su búsqueda. La mujer hondureña también presentó denuncias en la delegación de Ciudad de México de la PGR e incluso quejas en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

“En la Procuraduría enviaron oficios a cárceles, centros de migración y hospitales, pero no siguieron la línea de investigación, así fueron pasando los años y no han dado con el paradero de mi hijo”.

Ayudar en otras búsquedas, la misión de Ana Enamorado

En 2013, Ana Enamorado pasó de buscar a su hijo a desarrollar estrategias para encontrar otros centroamericanos y mexicanos desaparecidos. Movimiento Migrante Mesoamericano la invitó a formar parte de la organización ese año y comenzó a participar en la coordinación de las Caravanas de Madres de Migrantes Desaparecidos. Desde entonces, recorre el país con otras madres y padres.

“Cuando me invitó el Movimiento con mucho gusto acepté porque así puedo buscar a mi hijo y apoyo a otras familias que están en la misma situación… He apoyado a algunas madres mexicanas porque cuando iniciamos este proceso es cuando más sufrimos debido a que desconocemos del tema y no sabemos por dónde iniciar una búsqueda”.

La mujer hondureña también acompaña a todas las organizaciones y colectivos de familiares de desaparecidos y migrantes que le piden ayuda. Afuera de la Secretaría de Relaciones Exteriores participa en una conferencia de prensa con la Asamblea Popular de Familias Migrantes, Coalición Indígena de Migrantes de Chiapas y el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales el Día Internacional del Migrante.

En su turno para tomar el micrófono, la mujer que ya tiene un historial como activista habla de los migrantes desaparecidos y las madres buscadoras mientras enfrenta ese frío que llega como antesala de la Navidad.

“También recordarle al presidente Andrés Manuel Lopez Obrador que todos y todas somos héroes y heroínas. También las madres y padres que buscamos a los migrantes que algún día salieron de sus casas en Centroamérica con una mochila en la espalda y los sueños de una mejor vida… esos sueños se quedaron en México”.

Aunque siempre apoya otras organizaciones, Enamorado tiene peticiones personales al gobierno mexicano antes de que llegue el próximo 19 de enero, el día en que se cumplen 10 años de la desaparición de su hijo.

“Quiero que busquen a mi hijo. Hay mucha información sobre la desaparición de Óscar, pero las fiscalías de atención al migrante no han trabajado en el caso. Quiero que mi hijo regrese cómo esté, no quedarme con la incertidumbre”.

Ana Enamorado se despide y sale del patio de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Sabe que se acerca otra Navidad difícil, pero no pierde la esperanza de comprar regalos con su hijo Óscar otra vez o vivir un diciembre con más certezas.

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