Él es Rockdrigo González, el gran profeta del nopal

Dicen las malas lenguas, aquellas de rockeros que gustan de escuchar al Tri, la Banda Bostik, El Haragán o a rupestres como Fausto Arrellín o Rafael Catana, que al maese Rockdrigo un pasón de cemento lo mató un trágico 19 de septiembre… Lo cierto es que si está muerto, su música lo revive día con día
Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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¿Qué el Metro Balderas es de El Tri?, ¡ni madres!, gritan los conocedores de a devis, los rockers o viejos trovadores que recuerdan con añoranza al maese Rockdrigo González, aquel que murió de un pasón de cemento un 19 de septiembre de 1985 y que compuso la popular canción.

Fue en la estación del Metro Balderas, en la estación del Metro Balderas ahí fue donde yo perdí a mi amor, en la estación del Metro Balderas ahí dejé embarrado mi corazón”… cantaba el rupestre en los ochenta en las esquinas y uno que otro bar.

El gran profeta del nopal, quien con una mente llena de marcianos y urbanidad escribió poesía neta, de esa que aún se escucha en hoyos fonky, ¿existen?, o en voces de diversos intérpretes, como “El Tripas” y cuyas rolas, por citar un ejemplo, dicen así: “si volviera el amor, si tuviera un hermano, un amigo, un sueño a la mano, moriría ese dolor de buscar en el cruel laberinto de este vaso de alcohol, de estas calles sin sol…”, revive día a día a esa ciudad llena de smog y de laberintos llenos de amor en las cintas, discos y videos que quedan como vivos testimonios de su andar por las calles de asfalto.

Acompañado de una guitarra, armónica y una privilegiada voz, “El Rockdrigo” como lo conocía la banda, deslumbró a tantos con sus letras que hasta otro maese dedicado al cine, llamado Paul Leduc, lo incluyó en una de sus cintas: la caótica, musical y experimental “¿Cómo ves?” (1985).

De Rockdrigo, quien murió aplastado por toneladas de cemento en el terremoto del 19 de septiembre de 1985, en Tlatelolco, hay que destacar, por encima de su biografía -aquella donde mamá, papá, hermanos, hijos (Amandititita) podrían salir a relucir-, sus letras. De eso se compuso su vida: de música y letras.

No tengo tiempo pues “cabalgo sobre sueños, innecesarios y rotos, prisionero iluso de esta esta selva cotidiana. Y como hoja seca, que vaga en el viento, vuelo imaginario, sobre historias de concreto…”, dice Rockdrigo en una de sus composiciones más populares, una de esas que llevaron al Heavy Nopal a brindarle un gran homenaje que se ve reflejado en dos discos titulados “Lo más prendido de Rockdrigo González”, producido por la cuasi mítica firma Denver, esa que le da cabida a lo más chido del rock urbano.

El líder y fundador del movimiento rupestre, ese al que se sumaron artistas como Jaime López, Cecilia Toussaint, Rafael Catana, Fausto Arrellín, entre muchos más, es considerado por muchos como el máximo inspirador de lo que hoy se conoce como rock urbano, género que agrupa a bandas como Bostik (banda), El Haragan y Cia., Liran Roll, Tex Tex, Interpuesto y otras que le cantan al amor pero también a la calle, a los chavos banda, a la cotidianidad y a uno que otro marciano.

Al tampiqueño la historia del rock, la oficial y no oficial, no le ha hecho justicia. En el underground nació, en el underground, bajo la tierra, murió.

La comercialización nunca lo alcanzó pero el mote de “artista de culto” sí… ¿suficiente?, habrá que preguntarle a su hija Amandititita, quien ahora se dedica a difundir la electro-cumbia, género que está alejado del rupestre, esa trova mexicana cercana al folk cuya riqueza estaba en las letras.

RUPESTRES: “Somos cantantes que no tenemos voz de tenor y que no componemos como los grandes de la sabiduría estética, y que no tenemos un equipo electrónico sofisticado de sintetizadores y efectos muy locos.

Somos rupestres porque somos músicos marginados y queremos romper con el panfleto y la etiqueta que casi todos los artistas acostumbran usar para identificarse con los demás.

No contamos con los suficientes recursos económicos para grabar profesionalmente y, mucho menos, para ser completamente independientes, vivimos de la música y pretendemos darle un nuevo enfoque para hablar más de lo cotidiano, de lo espiritual y lo urbano”: Rockdrigo.

Con cuatro discos en su haber, un sismo, como con el que quizá vivía constantemente en su cabeza, acabó con su vida, y sólo nos dejó “Solares baldíos”, aquella rola que San Pascualito Rey covereó de manera magistral y que dice así:

Ella estaba sentada

en un jardín de sopor

sentada sobre la nada

viendo fantasmas de amor

con los dedos amarillos

por los cigarrillos

y excesos de ron.

Cruzan mi mente, solares

solares baldíos de amor.

Ella se mece en su hamaca

enredada en el tiempo

con la mirada ya flaca

por quien nunca regreso.

Dicen los niños que juegan

A ver quién atina

los vasos de ron.

Es un cometa la imagen

es un mapa de vapor;

voy por cigarros le dijo

se puso el sombrero

y jamás regreso.

Ya no arañe las nubes,

le recetó algún doctor,

pero ella estruja lugares

que dan a solares…

baldíos de amor.

Fue a sacudir al tendero

al policía y al dolor

pero de aquel paradero

solo silencio encontró.

Los días eran sospecha

de algún enemigo

con el odio a flor.

Era su vida solares

solares baldíos de amor…

Perdura ahora su música, su imagen en aquella película de Paul Leduc y un gran disco que varios de sus alumnos le realizaron: “Ofrenda a Rockdrigo González, el sacerdote del rock y las enseñanzas del profeta del nopal volumen 1” en el que participan Rod Levario, Santa Sabina, Los Rastrillos, Panteón Rococó, Los Estrambóticos, El Haragán y Cia, entre otros.

El peso del cemento de aquel terrible sismo del 19 de septiembre 1985 y el de 2017 se llevó miles de vidas, dejando a otros tantos en el desamparo que causa perder a un familiar y, para ellos, el cantante de las urbano historias pareciera haber dejado una canción llamada “Distante Instante” que otro gran ser, que se fue física pero no artísticamente, cantó: Rita Guerrero.

De los homenajes más netos, el de Centavo:

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