La fascinación de Martínez-Gómez por el país también es parte de la narración de esta novela que recurre a la metaliteratura. Foto: Especial

Libro desentraña la vida de Alberto Ruz Lhuillier, descubridor de la tumba de Pakal

La Máscara del Rey Maya, de la escritora española Raquel Martínez-Gómez, explora la vida del arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier, quien sacó a la luz el monumento funerario más importante de Mesoamérica. Esta biografía novelada es contada desde la mirada de su hijo menor, Claudio Ruz

Alberto Ruz Lhuillier, el arqueólogo descubridor de la tumba de Pakal en Palenque, fue un ciudadano comprometido por las causas sociales de los países en los que tuvo que vivir; fue un científico riguroso, a veces con fama de gruñón, pero sobre todo, fue un padre extraordinario cuya muerte dejó una profunda cicatriz en su hijo mejor, Claudio Ruz.

La vida de este arqueólogo nacido en Francia con orígenes cubanos contada desde la mirada de su hijo es el hilo conductor de La Máscara del Rey Maya (Planeta), una biografía novelada de la escritora española Raquel Martínez-Gómez. A lo largo de las páginas, la autora también explora su propia orfandad.

El volumen, que entrelaza el pasado y el presente, la realidad y la ficción, ofrece un retrato íntimo de este arqueólogo que pasó años sumergido en la selva chiapaneca para sacar a la luz la tumba de Pakal, el monumento funerario más importante de Mesoamérica y uno de los hallazgos más importantes dentro de la arqueología del siglo XX.

“Escribí una historia a partir de un amor muy grande, de un hijo que pierde con nueve años a su padre, un padre que realmente es importante en la historia de México”, subraya la autora en entrevista con Reporte Índigo al relatar que en algún momento del proceso de escritura se cuestionó sobre la objetividad del relato biográfico que quería plasmar.

Al final, la autora de Sombras de unicornio, novela galardonada con el European Union Prize for Literature (2010), decidió echar mano de la autoficción para contar la vida de este arqueólogo nacido en 1906, en París, Francia, y nacionalizado mexicano. De madre francesa y un padre cubano exiliado en ese país europeo, Alberto Ruz Lhuillier vivió una vida apasionante y dejó un legado que sigue vivo: “poner en valor la cultura maya y las culturas indígenas”, destaca Martínez Gómez.

Influenciado por las ideas liberales de sus antecesores, el arqueólogo vivió en Francia hasta los 18 años; después se fue a Cuba, donde estudió ingeniería azucarera y fue parte de la lucha para derrocar a Gerardo Machado, el predecesor de Fulgencio Batista. A México llegó en los años 30 del siglo pasado como exiliado, obtuvo la ciudadanía mexicana, estudió arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y fue discípulo de otra de las grandes figuras de la arqueología mexicana: Antonio Caso, el descubridor de la Tumba 7 de  Monte Albán.

Además de ser un investigador interesado en formar grupos multidisciplinarios de estudio, en una época en la que no era común esta forma de trabajo, Ruz Lhuillier demostró su capacidad de adaptarse y comprometerse socialmente con los países que lo acogieron. 

“Tuvo la capacidad de adaptarse al contexto; de Francia ir a Cuba y sentirse cubano; enseguida llegar a México y tener muy presente ese compromiso con la sociedad donde estaba. Nunca pensó: ‘no me voy a comprometer con esto porque no soy francés, cubano o mexicano’. Eso es algo con lo que yo me identifiqué mucho”
Raquel Martínez-GómezEscritora

Martínez-Gómez, expresa que también profesa un profundo amor por México, ya que ha vivido aquí por varios años y lo considera como su segundo país.

Una historia nacida del amor por México

La autora, quien ha vivido por varios periodos en el país, como estudiante becada de la UNAM y después siendo madre de una pequeña, asegura que en gran parte fue su amor por México lo que la impulsó a escribir esta novela. “Si yo no hubiera tenido esa experiencia, quizá esta historia no me hubiera atraído de la forma en que lo hizo, pero esto cayó en un terreno que ya era fértil, un terreno de amor y pasión. He vivido más tiempo en Montevideo, amó Uruguay, viví cinco años allá, pero México tiene otras cosas que me han cautivado siempre y supongo que siempre tendré una parte vinculada a eso”, declara.

La fascinación de Martínez-Gómez por el país también es parte de la narración de esta novela que recurre a la metaliteratura para dar cuenta del proceso de escritura de este volumen de más de 400 páginas.

Esa otra historia comienza en Lisboa, donde la escritora y Claudio Ruz, hijo menor del arqueólogo, se conocen en 2017 y comparten su experiencia de la orfandad paterna. “Él venía de un viaje a Montreal, donde se había reencontrado con el recuerdo de la muerte de su padre en 1979, y se juntó con que yo también llevaba poco tiempo de luto por la muerte de mi padre; se juntaron los amores al padre y me contagié de esa mirada. Claudio me transmitió ese amor profundo que tenía hacia su padre, hacia su historia, que realmente es apasionante, desde el abuelo huido de la Guerra de la Independencia cubana, hasta ser director de Museo Nacional de Antropología”, cuenta la autora.

El relato de la vida del arqueólogo inicia, precisamente, con el recuerdo de su hijo en aquel fatídico viaje a Monreal, donde falleció mientras vacacionaba con su familia. La mirada de ese niño de nueve años que presenció la muerte de su padre en el hotel donde se hospedaban y que cuarenta años después encuentra una forma de exorcizar ese recuerdo doloroso a través de correspondencias o encuentros con la escritora, se entretejen con la historia de sus abuelos y bisabuelos exiliados en Francia y la huella que éstos dejaron en su padre.

En una narración que va del presente al pasado, siempre marcado por recursos como citas literarias o letras de canciones que crean un soundtrack de la historia, la novela también refiere algunas anécdotas que permiten inferir en el carácter de este arqueólogo que, según algunos de sus colegas en la exploración en Palenque, era rígido con el trabajo y quería controlarlo todo. Según su hermano, Miguel Ruz, quien también colaboró con él en esa exploración, uno de sus colaboradores cruciales, el antropólogo físico Arturo Romano Pacheco -quien también estudió los restos de la Reina Roja de Palenque-, tenía hasta un bloc de notas donde anotaba las reprimendas que le daba el arqueólogo en jefe.

Explora literatura femenina

Después de esta biografía novelada, la escritora Raquel Martínez-Gómez comenta que está terminando un libro de relatos que exploran la importancia del cuerpo en la toma de decisiones de mujeres de distintas partes del mundo. Además de que ha comenzado la escritura de una novela sobre la guerra.

“Tiene que ver más con la guerra, con un mundo que se está armando; voy a hablar de la paz tratando el tema de la guerra”, dijo la autora.

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