La aparición de nuevos jugadores en el panorama político como Morena y Movimiento Ciudadano obligaron a la alianza PRIAN a armar bloques nacionales que también tienen aceptación en el ámbito local. Foto: Reporte Indigo

Un amor real

Conscientes de que unidos son más fuertes, el PRI y el PAN buscarán retomar los espacios que le fueron arrebatados en el 2021

Durante los últimos años en el Congreso del Estado, los acuerdos y el control de los temas más importantes de Nuevo León se han tomado entre el PRI y el PAN.

Cómodos en la repartición del poder, han distribuido por décadas entre sus incondicionales a piezas importantes en los distintos poderes, lugares que les permitan tener ojos y manos en prácticamente toda dependencia pública.

Votan igual en todo, se reparten estratégicamente las zonas electorales y tratan de no estorbarse en los municipios que cada uno quiere. San Nicolás panista por siempre, Apodaca dominado por el PRI.

La Fiscalía para el PRI, el Poder Judicial para el PAN, ejemplos fidedignos de lo anteriormente afirmado.

Esa relación era un amor secreto, de esos que se quedan detrás de la puerta, en la pasión desenfrenada de lo prohibido, pero que se sostienen al transcurrir el tiempo.

Llegó la hora de decirle a la sociedad que son pareja, aunque ya pocos se sorprendan. La aparición de Morena y Movimiento Ciudadano como nuevos jugadores, los han obligado a armar bloques nacionales que también tienen aceptación en el ámbito local.

La alianza para el llamado PRIAN no solo es inevitable, la están saboreando y planeando con sigilo.

Conscientes de que unidos son más fuertes, buscarán retomar los espacios que le fueron arrebatados en el 2021.

Del PRI lo podemos esperar siempre, un partido que se mueve a la oportunidad electoral que mejor le convenga, con sus honrosas excepciones. La esencia del tricolor toma la forma que necesite, camaleónicos desde que tengo memoria.

¿Y el PAN? Poco le importa ir con el PRI que tanto combatieron sus figuras, de la filosofía del Maquío. En este PAN ya no queda ni el recuerdo.

Ni Rebeca ni Tatiana, mucho menos Manuel. Ninguno siguió en el barco que su papá construyó y guió hacia la oposición de aquel PRI con tintes dictatoriales.

Diría Maquio: “La cosa no es cambiar de dueño, sino dejar de ser perro”.

¿Y qué culpa tienen los perros?

Un amor real, como diría aquel programa nacional de los sábados, que todo México se entere.

 

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