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La joya de la corona, el petróleo, cambiará de manos

México vive momentos álgidos en materia petrolera y legislativa.

Para intentar explicar lo que se viene, resulta indispensable volver al pasado y recordar lo ocurrido en 1864, cuando Juan Nepomuceno Almonte, Miguel Miramón y José María Gutiérrez Estrada, se encargaron de formar una Junta de Notables que viajó a Europa para ofrecer a Maximiliano de Habsburgo la corona del Segundo Imperio Mexicano. La posterior guerra desatada en la que Benito Juárez jugó un papel clave, es de todos conocida.

México vive momentos álgidos en materia petrolera y legislativa.

Para intentar explicar lo que se viene, resulta indispensable volver al pasado y recordar lo ocurrido en 1864, cuando Juan Nepomuceno Almonte, Miguel Miramón y José María Gutiérrez Estrada, se encargaron de formar una Junta de Notables que viajó a Europa para ofrecer a Maximiliano de Habsburgo la corona del Segundo Imperio Mexicano. La posterior guerra desatada en la que Benito Juárez jugó un papel clave, es de todos conocida.

Transcurridos 149 años del hecho, esta vez no es la corona del Segundo Imperio Mexicano, se trata de la joya de la corona que significa la industria petrolera nacional, la cual está a punto de ser devuelta o entregada a las multinacionales especialistas en la materia.

Hoy, a 149 años de esa primera gran traición, hay otra Junta de Notables que insisten en disfrazar la privatización del petróleo mexicano con una serie de argumentos que parten de la demagogia y llegan a lo falaz.

La nueva Junta de Notables, encabezada en el senado por los revolucionarios Emilio Gamboa, Enrique Burgos y David Penchyna, es apoyada por la reacción del Partido Acción Nacional, personificada en Jorge Luis Preciado, Ernesto Cordero, Luisa María Calderón,  y Roberto Gil Zuarth.

Todos ellos, incluido el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, se han arrodillado ante la Texaco, la Shell y la Mobil Oil, pero ante todo a las directrices del Consenso de Washington y del Fondo Monetario Internacional, FMI.

John Williamson en 1989 formuló el decálogo conocido como Consenso de Washington, que establece:

1.- Disciplina presupuestaria (los presupuestos no pueden tener déficits).

2.-  Reordenamiento de las prioridades del gasto público de áreas como subsidios (especialmente subsidios indiscriminados) hacia sectores que favorezcan el crecimiento y servicios para los pobres como educación, salud pública, investigación e infraestructuras.

3.- Reforma Impositiva (buscar bases imponibles amplias y tipos marginales moderados). 

4.- Liberalización financiera, especialmente de los tipos de interés.

5.- Un tipo de cambio competitivo de la moneda.

6.- Liberalización del comercio internacional (disminución de barreras aduaneras).

7.- Eliminación de las barreras a las inversiones extranjeras directas.

8.- Privatización (venta de empresas públicas y de los monopolios estatales).

9.- Desregulación de los mercados.

10.- Protección de la propiedad privada.

Para entender mejor la contrarrevolución que se registra en México, gracias al Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional y sus satélites, es indispensable recordar algunos de los 8 puntos de la doctrina neoliberal del FMI:

1.- Saneamiento del presupuesto público a expensas del gasto social. El FMI ordena que el Estado no deba otorgar subsidios o asumir gastos de grupos que pueden pagar por sus prestaciones, aunque en la práctica esto resulte en la disminución de los servicios sociales a los sectores que no están en condiciones de pagarlos.

2.- Eliminación de subsidios, tanto en la actividad productiva como en los servicios sociales, junto con la reducción de aranceles.

3.- Implementación de una estructura de libre mercado en prácticamente todos los sectores de bienes y servicios, sin intervención del Estado, que solo debe asumir un rol regulador cuando se requiera.

Coldwell, Gamboa, Burgos y Penchyna, los nuevos Notables, están seguros que su engaño es perfecto.

De ninguna manera, porque la opinión pública sabe que a nivel gabinete, junto con sastres como Gamboa y Don Beltrone, se hacen trajes a la medida y hasta zurcidos invisibles.

Recuerdos del porvenir

Ante lo inminente, en el sentido de que la joya de la corona (el petróleo mexicano) será reprivatizada, no sobra recordar lo acontecido a principios del siglo XX en México, cuando las ahora multinacionales petroleras explotaban a los trabajadores mexicanos, saqueaban a México de lo que ha sido su principal recurso, compraban políticos, adquirían conciencias y el resultado de todo esto era el rápido empobrecimiento de la nación.

Son los recuerdos del porvenir. Es la remembranza de lo que está por repetirse en el corto y en el mediano plazo.

Seguramente esto no lo sabe César Camacho Quiroz, ese revolucionario vergonzante que dirige al PRI. Pero el que sí tiene pleno conocimiento de ello es Gustavo Madero, responsable del PAN, los que juntos llegan a la atracción fatal y cuyas víctimas serán millones de mexicanos.

En 1919, la Shell tomó el control de la Mexican Eagle Petroleum Company, y en 1921 formó la compañía Shell-Mex Limited, que comerciaba productos bajo las marcas “Shell” y “Eagle” en el Reino Unido.

La historia oficial no registra que el petróleo mexicano fue clave durante la Primera Guerra Mundial, al grado que las potencias intentaron influir internamente durante la Revolución Mexicana para garantizar el hidrocarburo en la guerra que se libraba en Europa.

Es una realidad que en el lapso 1918-1921, la importación petrolera de Estados Unidos procedente de México fue muy importante y es que sus reservas iban a la baja, porque al reducirse la producción de la Unión Soviética, provocó que nuestro país vendiera más de la mitad de lo que necesitaba el mercado norteamericano.

Durante estos años la producción petrolera mexicana estaba controlada por dos empresas: Pan American Petroleum, que después fue adquirida por la Standard Oil y la Mexican Eagle, que más tarde compró la Shell.

Hoy, pues, el Poder Legislativo federal está a punto de concluir el tejido de la alfombra roja para recibir a los que, literalmente, se chuparán el petróleo mexicano.

Lo grave, lo lamentable y lo decepcionante de todo esto, es que solamente con levantar el dedo, un grupúsculo de representantes del pueblo consumarán otro de los despojos más grandes que hayan sufrido los mexicanos.

El primero de estos fue cuando Antonio López de Santa Ana vendió gran parte del territorio nacional.

Contrarrevolución en el legislativo

Cuando Francisco I. Madero encabezó el movimiento revolucionario de 1910, fue bajo del lema: “Sufragio efectivo, no reelección”.

A lo largo de 103 años de aquel grito, nunca supimos si la “no reelección” estaba limitada a la Presidencia de la República. Esto no lo especificó “El Apóstol de la Democracia”.

Quizá por ello y abusando de las omisiones del padre de la Revolución Mexicana, el discípulo consentido del “Gober Precioso” y el degustador de “botellas de coñac” que le entregaba o le enviaba o le apartaba, su amigo Mario Marín (léase Emilio Gamboa), el controlador del Senado de la República dio luz verde a la reelección de legisladores y presidentes municipales.

De este tipo de reelección a la reelección presidencial ¿qué tanto es tantito?

De ahí que sin duda atestigüemos una corriente contrarrevolucionaria en el seno del Partido Revolucionario Institucional, también conocidos como revolucionarios vergonzantes.

Es decir, que Patricio Martínez, René Juárez, Lilia Herrera, Humberto Mayans, Ismael Hernández Deras, Félix González Canto, Manuel Cavazos, Ernesto Gándara, Joel Ayala Almeida y Estela Flores Escalera, se identifican más con el autor de la frase “mátenlos en caliente” que con el que exigió “Sufragio efectivo, no reelección”.

Por supuesto que los senadores del PAN, con esta modificación, fueron los más felices.

Así, Gabriela Cuevas, José Rosas Aispuro, Adriana Ávila, Adriana Díaz, Marianita Gómez del Campo, Héctor Larios, Javier Lozano,  Ernesto Ruffo y Salvador Vega Casillas, solamente defendieron lo que en su momento detentaban los protegidos del dictador Porfirio Díaz.

Con lo anterior, en los tiempos modernos los mexicanos están hechos bolas, porque desconocen dónde termina el PRI y dónde comienza el PAN, o viceversa. Las ideologías de ambas organizaciones políticas, de pronto, se convirtieron en siamesas.

Las maniobras de Mancera

Hay que imaginar a un Doctor en Derecho y a un catedrático del ITAM, mintiendo, haciendo trampas, cochineros y chanchullos, para salirse con la suya y aumentar el precio del boleto del Metro en 70 por ciento.

De esta forma se las gasta el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, quien inventó una consulta, encuesta o muestreo, para estar cierto del incremento o no al Sistema de Transporte Colectivo, conocido como Metro.

Con este tipo de cochinero, el izquierdista nylon, justificó ante la sociedad capitalina que “manda obedeciendo” y con este mecanismo tramposo le metió una puñalada trapera al bolsillo de los más necesitados.

Según Mancera, México se convirtió en el único país del planeta donde el pueblo se pronuncia por el alza de precios ¿en dónde andas Kafka?

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¡Feliz año nuevo!, ¿para quién?

Porque cuando la misma Comisión Nacional de Salarios Mínimos en el Diario Oficial de la Federación establece un aumento de dos pesos al salario de los trabajadores caemos en la cuenta de que el neoliberalismo tiene un objetivo; el de someter y mediatizar a la clase asalariada nacional. La políticas neoliberales buscan hundir más en la pobreza extrema a millones de mexicanos.

Van los hechos concretos, sin demagogia:

La CNSM estableció las remuneraciones diarias para el 2015. 

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Cuando la credibilidad en las instituciones de la República está en juego y la incredulidad empieza a ahogar a las mismas (Tlatlaya, 30 de junio; desaparecidos de Ayotzinapa, 26 de septiembre; fraude en Ficrea a miles de personas, 19 de diciembre; casa blanca, 9 de noviembre; y Malinalco, 11 de diciembre), surge otro escándalo de abuso de poder, tráfico de influencias, impunidad y corrupción.

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