Desastres naturales, la gestión correcta

El resultado depende de la gestión oportuna y un espíritu que busque comunicar la verdad y no un falso lucimiento personal. 

Así sucede también en nuestra vida, las crisis representan una oportunidad de madurez y crecimiento, o pueden significar una espiral de mayor debacle si no se generan decisiones oportunas. 

Veamos: en septiembre de 1985 la Ciudad de México fue sacudida por un terremoto que derrumbó edificios en el centro de la ciudad y sus zonas cercanas. 

Darío Mendoza Darío Mendoza Publicado el
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El resultado depende de la gestión oportuna y un espíritu que busque comunicar la verdad y no un falso lucimiento personal. 

Así sucede también en nuestra vida, las crisis representan una oportunidad de madurez y crecimiento, o pueden significar una espiral de mayor debacle si no se generan decisiones oportunas. 

Veamos: en septiembre de 1985 la Ciudad de México fue sacudida por un terremoto que derrumbó edificios en el centro de la ciudad y sus zonas cercanas. 

Las primeras declaraciones de Miguel de la Madrid fueron de rechazo a la ayuda internacional, un sentido de autosuficiencia, pero sin una evaluación previa, lo hizo declarar de una forma tan errada.

Y es que en las crisis, sobre todo, de desastres naturales, la gente entiende y puede perdonar todo, menos la arrogancia. 

La posición del entonces presidente de México cayó como una verdadera bomba en el ánimo de los afectados y sus familias, así como de los voluntarios que solidariamente acudían a ayudar a los que habían sufrido pérdidas, y el rechazo popular no se hizo esperar.

Apenas apareció el presidente para recorrer las calles siniestradas la gente lo recibió con indignación; pero peor aún, un año después, durante la inauguración del Mundial de Futbol México 86, el primer mandatario recibió una rechifla del estadio lleno que no se pudo ocultar. El costo fue tremendo en la imagen y desde entonces el PRI perdió la Ciudad de México.

‘Sandy’ con Obama

Ahora con el huracán “Sandy” recorriendo Nueva York, la buena gestión de Barack Obama ante el desastre puede resultar beneficiosa para su causa. 

El llamado a la solidaridad y el reconocimiento del drama es una oportunidad para mantenerse en los medios por encima de su rival Mitt Romney. Así lo que es una crisis, se puede convertir en una oportunidad.

Uno de los puntos definitivos cuando surgen las crisis, es esa visión de los líderes de aceptar las limitaciones y la vulnerabilidad a la que estamos expuestos. 

De hecho los que más resisten a sus límites pueden ser los que más sufran como personas y cometan más errores en su exposición pública. 

Intentar parecer, en lugar de ser, es un pesado lastre que se nota con más fuerza en la época del Homo-videns exponiendo frente a todos el falso orgullo.

Así que la crisis del huracán “Sandy” podrá ser el factor que rompa la tendencia y encamine al presidente Obama a su segundo periodo. Lo que es una desgracia se convierte en una oportunidad, pero se requiere ese espíritu universal que combina el reconocimiento de los límites y la convocatoria a la solidaridad. 

Y no sólo eso, después de los desastres naturales hay necesidad de inversión para la reconstrucción, lo que es aprovechable para que el desafío se convierta en esperanza. Así que como dijo Einstein: “En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”.

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