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Líderes, es el drama

Los generales griegos hacían desfilar a sus jóvenes guerreros frente a las estatuas de los héroes reales o mitológicos.  Prácticamente aquello que conocemos como nuestros líderes, han sido inspirados por otros tantos personajes y reflejan los mejores anhelos de nuestra humanidad.

Los generales griegos hacían desfilar a sus jóvenes guerreros frente a las estatuas de los héroes reales o mitológicos.  Prácticamente aquello que conocemos como nuestros líderes, han sido inspirados por otros tantos personajes y reflejan los mejores anhelos de nuestra humanidad.

El drama de México puede estar centrado en que sus instituciones y sus sistemas han envejecido, se han aletargado, y no son capaces de generar verdaderos líderes que inspiren el camino a seguir. Nuestra crisis es la falta de líderes que encarnen los valores de nuestras aspiraciones más profundas. 

Nos hemos convertido en la mítica babel, en donde cada quien habla en su propio idioma y sus propios intereses: que si necesitamos la reforma laboral, que si necesitamos inversión privada en Pemex, que si necesitamos más leyes, etcétera, un largo etcétera. La realidad es que aunque hubiera más leyes y más castigos, todo se derrumba frente a las élites corruptas.

Se podrá decir que para que haya democracia se necesitan demócratas, y es verdad. 

Necesitamos no solo habitantes, requerimos ciudadanos. Pero también se necesitan buenos directores de orquesta.

Existen ciudadanos dispuestos a participara en buenas causas. 

Los mexicanos superaron a sus instituciones en el sismo de la ciudad de México en 1985, y son solidarios ante los dramas humanos en el país  y fuera de él. 

¿Por qué después de la marcha blanca de hace algunos años, en la ciudad de México no pasó nada? Para los que participamos y marchamos con otras personas que demandan paz y seguridad, observamos el gran ánimo social de las familias de ese encuentro. Pero ocurrió un suceso, cuando la gente llego al Zócalo de la ciudad de México, nadie habló, nadie inspiró y todo se diluyó en gritos de alegría por llenar la plaza, pero faltó algo más. No hubo quien encarnara la indignación.

Se requiere líderes auténticos, de nuevos héroes.  Hoy es difícil enumerar líderes en el sector privado, político, sindical  y religioso. Ese es nuestro verdadero drama.

Porque aunque tengamos las mejores leyes del mundo y las mejores doctrinas, si tenemos la corrupción como aceite del sistema, solo nos contamos cuentos entre nosotros. De nada sirve traer el mejor automóvil, con el peor operador. 

Si leemos los  slogans de los partidos políticos todos son muy bonitos y prometen lo mejor: justicia social, democracia, bien común. El tema no es que nos receten decenas de principios, sino que los cumplan. Ya en la época de Jesús los grandes sacerdotes tenían cientos de buenas reglas y de todos modos conspiraron para crucificarlo.

 Más allá de las reformas estructurales, necesitamos las reformas educacionales, sin ello, nos contaremos cuentos sexenio tras sexenio, mientras el país sobrevive, gracias a su gente que a pesar de todo cree y tiene esperanza.

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El resultado depende de la gestión oportuna y un espíritu que busque comunicar la verdad y no un falso lucimiento personal. 

Así sucede también en nuestra vida, las crisis representan una oportunidad de madurez y crecimiento, o pueden significar una espiral de mayor debacle si no se generan decisiones oportunas. 

Veamos: en septiembre de 1985 la Ciudad de México fue sacudida por un terremoto que derrumbó edificios en el centro de la ciudad y sus zonas cercanas. 

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En la política ocurre lo mismo, necesitamos saber a dónde queremos llegar,  para después establecer  la ruta a seguir, cuales serán nuestras prioridades y como las comunicaremos; es decir, tener una visión. Eso es lo que se espera de la nueva administración que encabezará Enrique Peña Nieto.

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Porque sí se plantea dejar de ser aficionado y jugar profesionalmente, pero nunca se prepara, seguramente con el primer encontronazo quedará destartalado.

Lo que intento explicar es que para todos los trabajos y profesiones se requiere preparación, disciplina y experiencia en el terreno de juego. Sin embargo, esto no ocurre con muchos de nuestros políticos. 

En ocasiones, como parte de la consultoría política, les he preguntado: ¿Por qué desea usted ser Presidente Municipal? Y me enumeran más metas o frases que los 10 mandamientos.