Ciega autonomía

El instituto central –como le gusta autonombrarse– fue ejemplo de austeridad, disciplina en el gasto y de seriedad técnica. No era parte de escándalos políticos, a pesar de ciertas indiscreciones amorosas de sus directivos.

Gabriel Reyes Orona Gabriel Reyes Orona Publicado el
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El instituto central –como le gusta autonombrarse– fue ejemplo de austeridad, disciplina en el gasto y de seriedad técnica. No era parte de escándalos políticos, a pesar de ciertas indiscreciones amorosas de sus directivos.

Hoy, tres sexenios después, sufre de abusos en el gasto en nombre de la “seguridad” de sus funcionarios. Es víctima del consumismo suntuario y hasta del pago excesivo de viáticos, siendo Agustín Carstens el más claro ejemplo de lo que no debe ser un gobernador. No solo es displicente, arrogante e irresponsable su forma de proceder, sino que gradualmente ha sacado al Banco Central de las mesas en las que se toman las decisiones importantes de este país.  

Pero lo peor, es que se ha prestado a maniobras deleznables, como lo es el usar la reserva de activos internacionales para generar apariencias, así como el ponerla al servicio de unos cuantos banqueros internacionales para el rescate de sus matrices. 

Han llegado a inventar un esquema  de tipo de cambio libre dentro de una banda, sujeto a intervenciones discrecionales y oportunistas, siguiendo claro, los tiempos electorales. 

En la tensa y ríspida relación Meade-Carstens, el único elemento de distensión es el padre del primero, quien a pesar de tratar de dar impresión de que no pasa nada, sabe que el súbito cambio de temperamento de ambos anula todo esfuerzo de colaboración.

Todo parece indicar que la competencia por agradar al residente de Los Pinos, pero sobre todo al equipo de transición, ha generado una rivalidad insuperable que solo abona en medidas polémicas e ineficaces. Ahora, en voz baja, a todo mundo le dicen que son priistas de corazón y que solo tenían una ligera y superficial mano de panismo. En lo oscurito, no cesan de cantar loas al tricolor y en denostar la inexperiencia del equipo calderonista. 

Pero parece que el numerito ahora resulta atractivo a Juan José Suarez Coppel, quien no obstante que sabe que el organismo que encabeza es el principal ejemplo de corrupción en el país, quiere que le den autonomía sin antes hacer una profunda limpia de los oscuros personajes que han hecho posible que cientos de miles de millones de pesos hayan desparecido en el pozo de la venalidad. 

Nos quiere vendar los ojos apelando a un inaceptable patrioterismo y haciéndonos pensar que la paraestatal es de todos, aunque en la práctica sean solo él y sus cercanos los únicos que lo ven reflejado en su chequera, comenzando por Global Drilling y terminando en Navix de México.

La opacidad con la que se ha conducido en el manejo de los PIDIREGAS, deja claro que piensa que contablemente pude dar carpetazo al más escandaloso asunto de tráfico de influencias y dilapidación de recursos públicos que haya visto el país. Ello, es solo muestra de que el cinismo se exacerba cuando se piensa que por haber llenado el bolsillo a los gurús del salinismo, se tiene garantizada la permanencia. 

Ahora comienzan a emerger los vehículos canalizadores que usaron para exportar fortunas y operar hidrocarburos en libros paralelos. 

Sobran contratos de largo plazo a extranjeros y derivados financieros absurdos, faltan décadas de eficacia, utilidades, transparencia, y sobre todo, una profunda purga de los más oscuros intereses que han acabado con el descentralizado, antes de que la palabra autonomía siquiera asome.  

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