Austeridad y estados de bienestar

Angela Merkel abordó de forma muy puntual la realidad europea y el porqué cuesta tanto encontrar una solución que deje conformes a todos los actores. La Zona Euro tiene un 10 por ciento de la población del mundo y ejerce un 60 por ciento del gasto social en global.

La disyuntiva más grande sobre cómo atacar está crisis en Europa radica en la necesidad de recobrar credibilidad y disminuir el tamaño de la deuda de las naciones involucradas, dañando lo menos posible el Estado de bienestar que ya se había edificado.

José Luis Tamez José Luis Tamez Publicado el
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Angela Merkel abordó de forma muy puntual la realidad europea y el porqué cuesta tanto encontrar una solución que deje conformes a todos los actores. La Zona Euro tiene un 10 por ciento de la población del mundo y ejerce un 60 por ciento del gasto social en global.

La disyuntiva más grande sobre cómo atacar está crisis en Europa radica en la necesidad de recobrar credibilidad y disminuir el tamaño de la deuda de las naciones involucradas, dañando lo menos posible el Estado de bienestar que ya se había edificado.

¿Cómo explicarles a los ciudadanos de España o Grecia que ya no son gozará de todas las prestaciones que tenían previo a la crisis?

La respuesta más simple es que alguien, en algún momento, tendría que pagar por los servicios que se consumieron en los años previos a la crisis. En otras palabras, explicar que se consumió en el presente con cuenta al futuro. Sin embargo la cosa no acaba ahí.

El economista español Daniel Lacalle menciona que Europa tiene un exceso de infraestructura. El concepto no es intuitivo si tomamos en cuenta que la acumulación de infraestructura es típicamente algo deseado en una economía.

Lacalle atribuye parte del problema, sobre todo de España, a que se generaron plazas laborales temporales con proyectos de infraestructura y que, ahora que no pueden invertir en esta clase de desarrollo, las plazas laborales se han perdido.

La forma en que un gobierno puede financiar su gasto público es a través de una mayor tasa de recaudación o deuda pública. En el caso de Europa ya no hay margen para más endeudamiento, de manera que o recaudan más impuestos, o recortan gasto público.

La medicina para salir de la crisis es amarga y más aún si los recortes en gasto público le cargan más la mano al gasto en salud, educación y seguridad social  que al gasto destinado en mantener a la clase política, como es el caso de Grecia.

El nuevo gobierno griego dice tener una alternativa, reestructurar su deuda, minimizar el impacto a la ciudadanía y declararse en moratoria. Todo lo anterior sin salir de la Comunidad Económica Europea.

Esto, por más que suene prometedor y más si viene acompañado de planes que suenan a sofisticada ingeniería financiera para reestructurar la deuda, no es más que seguir pasando la factura al futuro. En pocas palabras, más de la misma irresponsabilidad que llevó a la crisis.

Para el caso mexicano también hay lecciones. La actual administración tuvo que recortar sus estimados de ingresos (sobre todo en materia energética) para el 2015. 

Para no comprometer la estabilidad macroeconómica, la SHCP resolvió a recortar algunos rubros del presupuesto de egresos. Lo preocupante es que al rubro que menos se le cargó la mano fue el gasto corriente.

Otro problema del recorte es el decepcionante desempeño de la economía mexicana en lo que va de la administración Enrique Peña Nieto. La única constante en este sexenio han sido los recortes en los estimados de crecimiento.

Para crecer una nación tiene como opciones las exportaciones, gasto público, consumo e inversión. Con la debilidad de la confianza del consumidor y el recorte en gasto, la esperanza de un mejor desempeño recae en la inversión pero sobre todo en el sector externo. 

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