En abril pasado, Estados Unidos expulsó a 211 mil 401 personas a lo largo de la frontera suroeste; un 10 por ciento más que en marzo. Foto: Especial

La historia de un migrante que fue devuelto a México tras Título 42

Omar Leonel es una de las personas expulsadas en las últimas horas de vigencia del Título 42. Como él, miles de migrantes pasan los días en la frontera de México en espera de una nueva oportunidad aun cuando deben enfrentarse a la violencia de la zona

“Frustración” es la palabra con la que Omar Leonel describe mejor el sentimiento que predomina en él.

Viajó 45 días atravesando siete países, y la selva del Darién, con el propósito de llegar a Estados Unidos.

En dos ocasiones, entró irregularmente a ese país a través de la frontera conformada por las ciudades de Juárez, en Chihuahua, y El Paso, Texas, pero en ambas ocasiones fue expulsado casi de inmediato a México. Él fue uno de los migrantes expulsados en las últimas horas de vigencia del Título 42.

Semanas antes de que terminara la medida de salud, cifras del Customs and Border Protection (CBP) revelaron que, en abril pasado, Estados Unidos expulsó a 211 mil 401 personas a lo largo de la frontera suroeste; un 10 por ciento más que los 191 mil 956 que envió el gobierno del presidente Joe Biden a México en marzo de este año.

Según la agencia de gobierno, los adultos solteros expulsados aumentaron en un cinco por ciento en comparación con marzo; el aseguramiento de niños no acompañados disminuyó un siete por ciento y las personas que iban en unidades familiares aumentaron en un 28 por ciento.

De las expulsiones que el CBP hizo en abril, un 35 por ciento fueron bajo el Título 42, mientras que un 65 por ciento con el Título 8, el cual reemplazó al primero.

El mes pasado solamente 28 mil 738 migrantes, entre ellos cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos, fueron puestos en libertad condicional por la Oficina de Operaciones de Campo de CBP a través de los procesos de libertad condicional establecidos primero para venezolanos y después ampliados a otras nacionalidades.

A diferencia de algunos migrantes, Omar Leonel fue expulsado bajo el Título 42 y no le dieron ni un documento que compruebe que entró a Estados Unidos y que fue devuelto.

Su experiencia como expulsado

De origen venezolano y colombiano por herencia de sus padres, Omar Leonel salió de Medellín, Colombia, a principios de este año. Entró a México por Tapachula y de ahí tardó seis semanas para llegar a Ciudad Juárez. Lo logró montándose en los vagones del tren que tomó cerca de la Ciudad de México, en un lugar que identifica como “el basurero”.

“Te tienes que montar con agua y comida para aguantar. El primer día de viaje son como 12 horas y el segundo es un camino muy largo de prácticamente 24 horas montado en el tren”, cuenta Omar Leonel sobre su primer intento de cruzar la frontera.

Una vez en Ciudad Juárez y ante la posibilidad de que la aplicación CBP ONE le diera una cita para poder presentarse en un puerto de entrada a Estados Unidos a pedir asilo, Leonel cuenta que con un grupo de venezolanos se encaminó hacia la Unión Americana atravesando una zona montañosa ubicada por la colonia Rancho Anapra, al poniente de Juárez, y bajó por donde el muro que marca la línea internacional es inexistente, ya del lado americano creyendo que lo había logrado.

Sin embargo, empezaron a aluzarlo. Salieron policías y aunque él y su grupo corrieron, fueron atrapados.

Junto con los venezolanos, Leonel fue llevado a un centro de detención con poca capacidad y luego lo trasladaron a uno más grande, donde permaneció con sus acompañantes por siete días antes de iniciar el retorno a México.

De acuerdo con Leonel, fue tratado como delincuente: “esposado desde los tobillos, por la cintura, y atado de manos con cadenas para un viaje por carretera de unos 25 minutos y luego subido a un avión”.

Secuestro y robos

Una vez en territorio mexicano, el latinoamericano descubrió que se encontraba en Matamoros, frontera con Brownsville. Como a él, al resto de los migrantes no se les informa por dónde serán devueltos y tampoco se les da la oportunidad de hablar ante un juez.

Cuando él intentaba regresar a la frontera de Ciudad Juárez, cuenta que al no darse por vencido en su idea de entrar al país del norte, fue secuestrado.

“Soy expulsado hacía la frontera de Matamoros y subiendo de esa frontera, viví una de las experiencias más amargas en mi vida, más que en los cuatro o cinco países en que he vivido. Fui secuestrado por casi día y medio y extorsionado porque simplemente no puedes andar. Tienes que pagar para vivir prácticamente”, afirmó Leonel.

Además del secuestro, a lo largo de su viaje el migrante asegura que fue víctima de extorsiones, acoso por parte de las autoridades mexicanas y de dos robos, en uno de los cuales se llevaron sus células de identidad, pasaporte, partidas de nacimiento y dinero.

Después de ser liberado sin que su familia pagara rescate, Omar Leonel volvió a la frontera de Juárez. Pensó que era el mejor punto para entrar a Estados Unidos por segunda ocasión y ahí retomó el trabajo que tenía semanas atrás y empezó a buscar de nuevo cómo cruzar la frontera.

Acompañado de un grupo de migrantes de Venezuela, en los últimos días de abril se internó de nuevo a la Unión Americana. En esta ocasión a través de un hueco en el muro metálico que divide los dos países.

Una vez en El Paso, Texas, rentó un Uber y llegó hasta la iglesia El Sagrado Corazón de Jesús, habilitada como refugio. Aunque ahí encontró un espacio para resguardarse, se encontraba con una total desinformación.

“Ahí gestioné mi petición formal de asilo por medio de la página de U.S., pero, dirigiéndome del Paso,Texas, a otra ciudad, simplemente fui abordado en el camión que abordé. Sin preguntar, sin dar explicaciones, me bajaron no solamente a mí, al resto de personas que iban, puestos a las órdenes de ellos”, dijo.

En esa segunda ocasión, Omar Leonel fue expulsado a México por el cruce internacional Santa Teresa-San Jerónimo, ubicado en los límites de Nuevo México y Ciudad Juárez.

Estando ahí, su ubicación a la fecha es un campamento instalado frente a la estación provisional del Instituto Nacional de Migración (INM) que se quemó el pasado 27 de marzo y donde murieron 40 extranjeros. En un campamento, el migrante está en espera de una nueva oportunidad para lograr cumplir el Sueño Americano.

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