Insatisfacción democrática en AL

En diez países, menos de un tercio de la población está conforme con la forma en que se practica la democracia. La falta de confianza en este sistema es provocado por la corrupción y el incumplimiento de promesas por parte de los políticos

Los latinoamericanos no están satisfechos con la democracia, de acuerdo con el informe más reciente de la corporación de investigación Latinobarómetro. En diez países latinoamericanos, menos de un tercio de la población está conforme con la manera en que se lleva este sistema de gobierno.

La satisfacción con la democracia en esta región cae por cuarta vez consecutiva desde que se realiza la investigación. En 2016 contaba con 34 por ciento de la población complacida con esta forma de gobierno y ahora sólo con el 30 por ciento.

Entre los ciudadanos que admitieron sentir más descontento con la democracia en su país se encuentran los de Brasil, El Salvador, Perú, Colombia, Venezuela y México.

Sólo en tres países hay una mayoría que se siente conforme con esta forma de gobierno: Uruguay, Nicaragua y Ecuador.

Existen motivos de sobra para este fenómeno. Desde problemas de corrupción que atraviesan los países latinoamericanos a la elevada desigualdad, los bajos niveles de desarrollo, la violencia estructural y otros factores que llevan a los ciudadanos a considerar que los estándares democráticos en sus respectivos países están bastante lejos de lo óptimo.

“Las personas ponen sus esperanzas en los nuevos candidatos y piensan que resolverán sus problemas, sin embargo, cuando son electos los ciudadanos siguen bajo las mismas condiciones. Es por eso que muchas personas no creen que habrá un cambio”
Norma Soto CastañedaInternacionalista

La también profesora de la Universidad La Salle menciona que los latinoamericanos continúan decepcionados del sistema democrático porque hasta ahora no hay una figura política en la región que represente esperanza.

Al contrario, en América Latina abundan los políticos que decepcionan a la población por estar vinculados con casos de corrupción o por incumplimiento de promesas.

Entre ellos se puede mencionar a la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, quien actualmente es investigada por sobornos, y al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien se encuentra en prisión por corrupción como resultado de la operación Lava Jato.

Brasil es el país con menor porcentaje de satisfacción democrática en la región con un 13 por ciento y Argentina cuenta sólo con 38 por ciento.

No es necesario regresar muchas hojas en el calendario para encontrar otros casos similares. Keiko Fujimori, la excandidata a la presidencia de Perú y líder del partido Fuerza Popular fue arrestada ayer para ser interrogada por aportaciones de la empresa Odebrecht a su campaña electoral en 2011. Perú es el tercer país con más personas que se sienten insatisfechas con la democracia.

En este sentido, la conformidad con este sistema está correlacionada con la aprobación del gobierno por parte de los ciudadanos porque es una variable de desempeño, de acuerdo con Latinobarómetro.

El promedio de aprobación de los gobiernos latinoamericanos desciende desde 2009, año cuando alcanzó el 60 por ciento. La última baja se produce en 2017 cuando los funcionarios obtuvieron sólo el 36 por ciento de aceptación por parte de la ciudadanía.

Los gobiernos están bajo presión por entregar respuestas a las expectativas de la población. Lidera la aprobación de gobierno Nicaragua con 67 y Ecuador con 66 por ciento. Tiene la menor aceptación Brasil con 6 y El Salvador con 17 por ciento.

Mientras en 2009 había seis gobiernos con aprobación superior al 60 por ciento y el mínimo era 34 por ciento, en 2017 toda la región de América Latina sólo llega al 36 por ciento de aprobación, es decir, menos de la mitad de ciudadanos aceptan a sus gobiernos.

La internacionalista Soto Castañeda explica que existe esta desconfianza en las autoridades porque sus promesas no se reflejan como soluciones de los problemas cotidianos.

“Las personas se preguntan dónde están los resultados de la democracia de la que tanto hablan los políticos en los discursos cuando en la realidad hay desempleo, robo y otros problemas sociales”, señala la docente.

La última investigación de Latinobarómetro también revela que un 40 por ciento de los encuestados dice que sólo confía en las instituciones gubernamentales cuando cumplen sus promesas.

El informe también refleja que los latinoamericanos consideran que los gobernadores sólo trabajan para los intereses de un sector pequeño de la población. Este indicador aumenta por segundo año consecutivo de 73 por ciento en 2016 a 75 por ciento en 2017. Los gobiernos son crecientemente criticados porque no defienden los intereses de la mayoría de ciudadanos.

Aunque la investigación sólo muestra resultados hasta el 2017, la crisis de confianza en el sistema democrático y los políticos es un fenómeno que está presente este año y que se refleja en las elecciones de varios países latinoamericanos.

En los comicios brasileños del domingo anterior, un total de 29.9 millones de personas no acudieron a las urnas para elegir presidente, lo que se tradujo en una abstención del 20.3 por ciento de los ciudadanos con derecho a voto, el mayor índice desde las elecciones de 2002, según informó el Tribunal Superior Electoral.

Por otra parte, Nicaragua es un caso especial que actualmente se aleja de los resultados de la investigación de Latinobarómetro. Aunque durante 2017 el país gozaba con el 52 por ciento de aprobación de la democracia, organizaciones civiles y partidos de oposición piden la dimisión del presidente Daniel Ortega en la actualidad.

No hay un político en AL que represente esperanza para los ciudadanos

Ante esta crisis de confianza en el sistema democrático y en los políticos, Soto Castañeda opina que una posible solución es que los gobernadores sólo prometan lo que pueden realizar.

“Los gobernantes deberían manejar un discurso más apegado a la realidad, sin tantas promesas y que por parte de los habitantes no pongan todas sus esperanzas en un gobernante que no tiene una varita y va resolver todos sus problemas, sino tratar de manera conjunta, empresas, pueblo y gobierno buscar soluciones”, concluye la internacionalista.

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