El detonante de la guerra

La administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está enviando señales mixtas en materia comercial. La derogación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la implementación de un impuesto fronterizo a las exportaciones mexicanas se han referido como posibilidades latentes. Ambos escenarios representan eventos sumamente adversos para la economía mexicana.

“Tanto más libre un pueblo cuanto más ilustrado”
Juan Montalvonovelista ecuatoriano
“Si observamos el plan que está tomando forma actualmente, se puede usar una reforma fiscal integral como medio para gravar las importaciones con las que mantenemos un déficit comercial, como México”
Sean SpicerPortavoz de la Casa Blanca

La administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está enviando señales mixtas en materia comercial. La derogación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la implementación de un impuesto fronterizo a las exportaciones mexicanas se han referido como posibilidades latentes. Ambos escenarios representan eventos sumamente adversos para la economía mexicana.

Al margen del primer acercamiento que sostienen Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, y Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores, con el equipo cercano de Trump; la apertura de la renegociación de la relación bilateral de México y Estados Unidos se ha enturbiado por las intervenciones públicas del presidente estadounidense y por el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.

En conferencia de prensa, Spicer explicó que podría utilizarse un impuesto fronterizo para financiar la construcción del muro que propuso Donald Trump desde su inicio de campaña en el 2015: “Si observamos el plan que está tomando forma actualmente, se puede usar una reforma fiscal integral como medio para gravar las importaciones con las que mantenemos un déficit comercial, como México”.

Los medios internacionales reportaron la declaración como una señal de que Estados Unidos plantearía un impuesto fronterizo de 20 por ciento a las importaciones provenientes de México. Es decir, una tarifa que implicaría la cancelación del TLCAN y que sentaría el precedente para una guerra comercial; con México primero y con el resto del mundo después.

Horas después de la conferencia de prensa de Spicer, el portavoz de la Casa Blanca dijo a la prensa estadounidense que su declaración aludía a ejemplos de cómo podría financiarse el muro y no a la definición de una política pública concreta.

Donald Trump ha expresado de manera consistente que las compañías que se sitúan en México para exportar hacia Estados Unidos deben pagar un impuesto fronterizo. Esto quedó de relieve en la amenaza del presidente a las armadoras automotrices que cuentan con planes de inversión en México.

Ayer, Trump volvió a hacer la misma aseveración: “No podemos perder nuestras empresas que se van a México o cualquier otro lugar a producir y mandarlo a través de la frontera de manera gratuita. Impondremos un gravamen sustancial a esos países”.

No obstante, Reince Priebus, el jefe de gabinete de Trump, rebajó el tono de las palabras del presidente diciendo que el impuesto fronterizo es apenas una de muchas opciones que se están considerando.

Plan republicano

El impuesto fronterizo al que ha hecho referencia Trump implicaría la muerte de facto del TLCAN y el rompimiento de las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que regulan el intercambio de bienes y servicios a nivel mundial. Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008, argumenta que esto podría desmantelar el sistema comercial que fue implementado en la posguerra con el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, la implementación de este impuesto requiere de la aprobación del Congreso estadounidense.

En ese sentido, el plan de reforma fiscal diseñado por la bancada republicana y el vocero de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, ofrecen una alternativa al impuesto fronterizo (que es esencialmente una tarifa arancelaria): un impuesto de ajuste fronterizo que prohíbe a las empresas estadounidenses deducir los costos de importación.

Esto pretende desincentivar las importaciones e impulsar las exportaciones estadounidenses, ya que éstas no serían gravadas. El consenso de economistas coincide en que los efectos de esta medida serían radicalmente diferentes a los de una tarifa arancelaria.

Consumidores pagarán

En primera instancia, el impuesto de ajuste fronterizo tendría sólo un impacto de una sola vez en la dinámica de exportaciones e importaciones. En el largo plazo, el ajuste del tipo de cambio devolvería el intercambio comercial a su trayectoria original.

El impuesto de ajuste fronterizo implicaría un fortalecimiento del dólar (depreciación del peso), lo cual haría más competitivas a las exportaciones mexicanas. Este efecto compensaría el aumento en el “costo” de los productos mexicanos que son enviados a Estados Unidos.

Por otro lado, la aseveración de que México pagará por el muro es, en gran medida, falsa. De hecho, serían los consumidores estadounidenses quienes pagarían por este incremento de impuestos.

Aunque la incidencia del gravamen depende de la “elasticidad precio de la demanda” de cada producto, los economistas coinciden en que el golpe sería sustancial para el bolsillo del estadounidense promedio.

Además, el impuesto de ajuste fronterizo también podría traducirse en un largo enfrentamiento legal. La OMC prohíbe usar el sistema fiscal para discriminar a favor de productores nacionales a costa de productores foráneos.

Gerardo Esquivel, un economista independiente, advierte que este gravamen será “fácilmente controvertible” ante la OMC.

El incidente tarifario en trece tweets

Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008, explica el fiasco del supuesto “impuesto fronterizo” que fue dado a conocer por el portavoz de la Casa Blanca

1 El incidente tarifario mexicano es verdaderamente sorprendente, porque muestra la desconexión, la ignorancia y la incompetencia en múltiples niveles

2 La motivación de las declaraciones de Spicer parecen ser que Trump no se siente respetado (otra vez): la gente se está burlando de él (otra vez)

3 porque prometió que México pagaría por el muro y no lo hará. Así que alguien tuvo la brillante idea de decir que una tarifa lo pagaría

4 imaginando que el plan del Congreso para un impuesto de ajuste fronterizo, que es parte de una reforma fiscal, es lo mismo (que la tarifa). Pero no lo es

5Por un lado, ese ajuste no se puede aplicar a un país específico; además, no es realmente como una tarifa. Pero esperen, se pone peor

6Las tarifas no las paga el exportador, depende un poco de los detalles, pero es básicamente un impuesto a los consumidores domésticos

7 Esperen, se pone aún peor: la aseveración de que todos los demás países gravan las importaciones también está equivocada. Un impuesto al valor agregado no es como una tarifa

8Es un impuesto de ventas que es neutral en sus efectos sobre el comercio. Ahora, el impuesto de ajuste fronterizo propuesto es un poco diferente. De hecho podría

9actuar como un subsidio a la exportación combinado con una tarifa a la importación. Pero, por esa justa razón, sería considerado ilegal por la Organización Mundial del Comercio

10porque no estaría haciendo lo que los demás (impuestos de otros países) hacen. Incluso, si de alguna forma no colapsa el sistema de comercio global, sus efectos serían

11disipados por un dólar más fuerte. Entonces, recapitulemos: Trump probablemente se sentía triste, por lo que sus asesores le dijeron que tenían una respuesta para sus críticos

12 pero ellos (asesores de Trump) no entendieron la economía o las reglas del comercio global y tampoco entendieron qué tan explosivo era el asunto

13 Ahora, están intentando retractarse, quedando aún más en ridículo en el proceso. ¿Cómo sobreviviremos a años de esto?

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