Harrison Ford vuelve a tomar el sombrero y su látigo para una última aventura como Indiana Jones ¿La quinta es la vencida?
Los 80s fueron un parteaguas en las historias de ficción y aventura. Tanto así que a la fecha muchas de esas propiedades continúan con su legado, a veces para bien y otras… no tanto. En medio de toda la oleada de revivals, secuelas y spin offs de franquicias, el viejo Indy lo intenta de nuevo y regresa para una (se supone, ahora sí) última aventura. Harrison Ford vuelve a ponerse el sombrero y empuña el látigo en ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’. ‘El Reino de la Calavera de Cristal’ no logró hacerle honor al nombre del aventurero ¿La historia se volverá a repetir?
NOSTALGIA Y VIEJAS GLORIAS
La quinta entrega del legendario aventurero cae en las manos de James Mangold, el mismo director responsable de la gran despedida al personaje de Wolverine en 2017 con ‘Logan’. Era obvio que las expectativas de esta producción sería la de ver algo similar para la despedida del famoso arqueólogo. Desde ahora mismo les podemos decir que si quieren evitar decepciones, es mejor ir reduciendo estas ideas.
Al inicio de esta película tenemos una secuencia de acción de la incansable lucha de Indy contra los nazis. Vemos a un Harrison Ford rejuvenecido con CGI y un festival de efectos especiales que rayan en lo caricaturesco. Uno de los primeros strikes es ver que la producción no aprendió nada de su antecesora y siguen dejando a un lado los efectos prácticos que ayudan a que todo lo que sucede en pantalla sea mucho más verosímil. Después de esa larga y entretenida escena durante la segunda guerra mundial, hacemos un salto a 1969, la carrera espacial ha comenzado y el tiempo de Jones ha pasado. Esto lo demuestra a la perfección los primeros momentos de esta secuencia, donde vemos a un Indy cansado, amargado y a punto de jubilarse de su cargo académico. El mismo día de su jubilación, la aventura choca con él, en dónde volverá a visitar a viejos amigos, conocerá a nuevos y por última vez, salvará al mundo de los nazis.
UNA AVENTURA DILUIDA
Recordemos que esta producción tuvo un camino muy tropezado. Anunciada con bombo y platillo desde 2016, originalmente bajo la dirección de Spielberg y el guión de David Koepp, para posteriormente, en 2020, cambiar a las manos de James Mangold y Jez y John-Henry Butterworth como guionistas.
Aunque Mangold hace un esfuerzo notorio por rescatar el encanto de las películas clásicas, la mayoría de personajes se sienten planos y poco memorables una vez que acaba la cinta. El Dr. Voller, villano de esta producción e interpretado por el icónico Mads Mikkelsen, se queda corto en comparación a los antagonistas de las primeras entregas e incluso se ve opacado por Klaber, uno de sus matones y quién sentimos, tuvo mucho potencial desperdiciado.
Por su parte, Phoebe Waller-Bridge logra generar una buena química con Harrison Ford y es eso lo que rescata esa relación, ya que, de lo contrario sus interacciones hubieran sido de lo más irrelevantes e incluso molestas. Por su parte el pequeño Teddy, el niño que le hace compañía a Indy en esta aventura, se siente más como un trámite para poder tachar la lista de elementos que normalmente tienen las películas de Indiana Jones. Otra pieza que se siente demasiado atrevida es la recta final de la película. Nosotros la sentimos a momentos muy emocionantes y en otros tantos, algo rara y risible. Definitivamente no era el rumbo que esperábamos para esta franquicia, pero suponemos que era obligatorio montar esta entrega a tendencias actuales para poder conectar con nuevas audiencias. Respecto a su final, la despedida se siente muy a medias y deja una posibilidad a nuevas aventuras, con o sin Harrison Ford.
¿Es ‘Indiana Jones y el Dial del Destino’ una mala película? La respuesta corta es no. Los momentos cómicos y secuencias frenéticas que caracterizan a la franquicia están ahí y la película se encuentra plagada de referencias que emocionará o por lo menos, alegrará a los fans. El gran ‘pero’ es que esta quinta entrega se siente más como un trámite para despedir a un personaje que fue gigantesco en los 80s y que quizá ahí se debió quedar.
