A marchas forzadas

La construcción de este Frente Amplio se remonta más allá de la declaración de Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, líderes del PAN y el PRD, cuando manifestaron la intención de sus partidos de trabajar en ese frente común.

Desde hace más de dos años, Gustavo Madero, del PAN, y Guadalupe Acosta Naranjo, del PRD, comenzaron a trabajar en la construcción de un frente amplio que incluyera a estas dos fuerzas políticas en la elección del 2018.

Guadalupe Acosta Naranjo y su corriente, los Galileos, han pedido que se considere la posibilidad de postular a un candidato ciudadano que dé la legitimidad al Frente
Desde hace algún tiempo se notan los síntomas de un posible rompimiento del Partido Verde con el PRI, incluso el primero considera ya ser parte del Frente
“De esa manera conseguiríamos romper la estrategia del régimen de fragmentar el voto opositor con una fórmula que en los hechos juntaría a una coalición de partidos con un candidato independiente”
Los Galileos (PRD)
Si el PAN y el PRD pretenden volver realidad la idea de un pacto más allá de lo electoral deberán esforzarse por empatar propósitos e ideas de país antes de establecer quién será su candidato
Para muchos, la unión del PAN y el PRD es como mezclar el agua y el aceite; mientras uno defiende el derecho a la vida desde la concepción, el otro promueve la libertad de una mujer para abortar, por ejemplo
En ningún caso entre las uniones que se han dado del PAN y PRD desde 1991 se ha construido una plataforma de gobierno que incluya una negociación en la que confluyan ideas de los dos partidos
El investigador Pedro José Zepeda, sostiene que el rompimiento del Pacto pasará la factura todavía durante algún tiempo
Con este acuerdo se concretaron las reformas constitucionales, pero el estira y afloja llegó con las leyes secundarias, muchas pendientes en el Congreso de la Unión y sin las cuales la operatividad de las reformas se vio truncada
En la primera quincena de octubre, el INE ondeará la bandera de salida para marcar el inicio de todas las actividades previas a la elección del 1 de julio del 2018

La construcción de este Frente Amplio se remonta más allá de la declaración de Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, líderes del PAN y el PRD, cuando manifestaron la intención de sus partidos de trabajar en ese frente común.

Desde hace más de dos años, Gustavo Madero, del PAN, y Guadalupe Acosta Naranjo, del PRD, comenzaron a trabajar en la construcción de un frente amplio que incluyera a estas dos fuerzas políticas en la elección del 2018.

Su intención ha sido trabajar primero sobre los cimientos de la conformación de este frente opositor, creando un proyecto de nación conjunto; pero ahora el tiempo apremia.

Si pretenden volver realidad la idea de un pacto más allá de lo electoral, estos dos partidos y quienes se sumen, deberán hacer un esfuerzo sobrehumano por empatar agendas, propósitos e ideas de país en cuatro meses, antes de que sea tiempo de establecer quién será su candidato o candidata.

Esto también representa un riesgo para el frente. Para nadie es un secreto que tanto en el PAN como en el PRD ya hay una variedad de aspirantes a la candidatura presidencial de sus partidos.

En el Frente opositor habrá una guerra no solo ideológica, sino también de egos.

En el PAN, es conocido que los aspirantes son Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle y Ricardo Anaya; y a ellos se han sumado otros personajes, como Ernesto Ruffo Appel, Juan Carlos Romero Hicks y Luis Ernesto Derbez.

En el PRD están Miguel Ángel Mancera –quien no está afiliado al partido-, Silvano Aureoles, Graco Ramírez y la revelación más reciente, Juan Zepeda.

Por eso, Guadalupe Acosta Naranjo y su corriente, los Galileos, han pedido que se considere la posibilidad de postular a un candidato ciudadano que dé la legitimidad que corresponde a un Frente de esas características.

“Sin coartarle a nadie el deseo a aspirar y participar, consideramos que lo ideal sería que la candidatura presidencial la tuviera una ciudadana o ciudadano que no perteneciera a ninguno de los institutos políticos. De esa manera conseguiríamos romper la estrategia del régimen de fragmentar el voto opositor con una fórmula que en los hechos juntaría a una coalición de partidos con un candidato independiente.

“En lugar de dispensar la indignación con el status quo y el ánimo de cambio de la sociedad mexicana, la concentraríamos para garantizar el triunfo y, más importante, la transformación del país”, han expuesto los Galileos.

¿Será posible que los políticos renuncien a sus aspiraciones por el objetivo común? Está por verse.

La meta: el 2018

El próximo año se llevará a cabo una de las elecciones más complejas de la historia, no solo por su tamaño, sino por las circunstancias en que se llevará a cabo.

No solo se elegirá al nuevo presidente de la República, sino a los 500 nuevos diputados federales y 128 nuevos senadores.

Los estados de Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán elegirán a su nuevo gobernador. En la Ciudad de México se elegirá al Jefe de Gobierno.

Habrá también elecciones locales en 30 entidades –salvo en Baja California y Nayarit-. Algunos de ellos votarán por alcaldes, por diputados locales o por ambos.

En 27 estados se renovará el congreso local, para lo que se elegirá a 984 diputados. Habrá nuevos ayuntamientos en 25 estados, en los que participarán 2 mil 226 municipios –contando los 417 de Oaxaca que se rigen por usos y costumbres-. Además, en la Ciudad de México se elegirá a los alcaldes de las 16 delegaciones.

El próximo año será el primero en que pueda aplicarse la reelección a los alcaldes y diputados locales que fueron electos hace tres años, por lo que habrá muchos que hoy estén en funciones que busquen permanecer en el cargo.

También habrá nuevas reglas para la paridad de género y otras de comunicación política, como la norma que limitará la aparición de los presidentes de los partidos en los spots.

La elección del 2018 llegará en medio de un severo cuestionamiento a las autoridades electorales, tanto locales como nacionales, lo que impacta directamente en la confianza de los ciudadanos.

Lo que estará en juego

El próximo año los mexicanos irán a las urnas a elegir:

>> 1

Presidente de la República

>> 1

Jefe de gobierno (CDMX)

>> 984

Diputados locales

>> 500

Diputados federales

>> 8

Gobernadores

>> 25

Ayuntamientos

>> 128

Senadores

>> 27

Estados renovarán Congreso local

>> 16

Alcaldes para las delegaciones de la CDMX

El Pacto por México

Durante los cinco últimos años, el papel de la Oposición en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha sido contradictorio.

Por un lado, el PAN y el PRD se han aliado en varios estados con fines meramente electorales; por otro, han apoyado al Ejecutivo en sus reformas estructurales.

El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto tuvo un primer intento de gobierno de coalición con la firma del Pacto por México, que reunió al PAN y al PRD después de la polarización que tuvo el país en el sexenio de Felipe Calderón.

Pedro José Zepeda, investigador del Instituto Belisario Domínguez, sostiene que el Pacto por México ha sido el acuerdo político más importante que se haya logrado en décadas, pues sacó adelante varias reformas estructurales que llevaban décadas en el estancamiento.

Sin embargo, el rompimiento del Pacto tuvo algunos efectos que pasarán la factura todavía durante algún tiempo.

“El contraste entre la visión estratégica demostrada por los actores políticos para firmar el Pacto por México y aprobar las primeras reformas, y su incapacidad para llevarlo hasta sus últimas consecuencias ha provocado por lo menos tres efectos: a) la cancelación de una agenda política consensuada; b) el retraso –o la anulación definitiva- de algunos de los impactos de las reformas en las condiciones de vida de la población.

“Y c) tal vez la más preocupante de cara a los escenarios electorales previsibles para 2018, la interrupción de una experiencia política que hubiera podido demostrar la viabilidad de un proyecto de gobierno construido a partir del establecimiento de consensos entre las distintas fuerzas políticas”, sostiene en su análisis “El Pacto por México; un intento de gobierno de coalición”, publicado por el Instituto Belisario Domínguez en mayo pasado.

Por ello, considera Zepeda, es fundamental que este tipo de acuerdos no quede solamente en un pacto de buenos deseos, sino que se institucionalicen los mecanismos necesarios para forjar una agenda nacional de gobierno de coalición.

Porque con el Pacto por México se concretaron las reformas constitucionales, pero el estira y afloja llegó con las leyes secundarias, muchas de ellas pendientes en el Congreso de la Unión y sin las cuales la operatividad de las reformas se vio truncada.

Sin proyecto pero con candidato

La idea de los creadores del Frente Amplio Opositor es conformar, primero, un proyecto de gobierno que sea incluyente con todas las fuerzas que quieran sumarse contra el PRI y, aunque no lo digan abiertamente, contra Morena.

Popularmente se piensa que la unión del PAN y el PRD es como mezclar el agua y el aceite. Mientras uno defiende la familia tradicional, otro aboga por el matrimonio igualitario; mientras uno se identifica con la clase empresarial, otro lo hace con los grupos sociales.

El primer antecedente ocurrió en 1991, en San Luis Potosí, donde impulsaron la candidatura de Salvador Nava.

Una de las alianzas más sonadas ocurrió en el 2000, cuando todos los partidos se unieron contra el PRI y ganaron la gubernatura de Chiapas con Pablo Salazar Mendiguchía.

Continuaron en varios estados y después del 2006, cuando el PAN y el PRD rompieron por el conflicto poselectoral, estuvieron en pausa hasta el 2010, cuando juntos ganaron las gubernaturas de Oaxaca, con Gabino Cué; de Sinaloa, con Mario López Valdez; y de Puebla, con Rafael Moreno Valle.

Siguieron después las elecciones de Baja California, donde postularon al hoy gobernador Francisco “Kiko” Vega, en el 2013. Y en 2016 lograron victorias en Durango, con José Rosas Aispuro; Quintana Roo, con Carlos Joaquín; y Veracruz, con Miguel Ángel Yunes. Este año se llevaron la gubernatura de Nayarit, con Antonio Echevarría.

El común denominador de esas alianzas ha sido que se construye un acuerdo político para las elecciones y se busca a quién lo encabezará como candidato. En ningún caso se ha construido una plataforma de gobierno que incluya una negociación en la que confluyan ideas de los dos partidos principales.

Esto ha llevado a que después de la elección, muchas de esas alianzas desaparezcan en los hechos, desvaneciendo el intento de coalición que “vendieron” como proyecto electoral.

En la mayor parte de los gobiernos que han sido ganados por estas coaliciones, el ganador termina siendo quien postuló al candidato, quien se limita a dar algunos puestos de gobierno en su administración a miembros del otro partido.

Se pierde, pues, el sentido de una alianza de este tipo para construir una agenda conjunta que dé una alternativa de gobierno distinta a la del partido en el gobierno.

¿Hay tiempo?

La construcción de un Frente Amplio Opositor debe hacerse a contrarreloj.

Los partidos que planean conformarlo tienen 4 meses, de aquí a noviembre, para crear su proyecto nacional, establecer la mecánica con la que será electo su candidato presidencial -y todos los demás-, cómo se hará el reparto de los cargos plurinominales y definir en qué estados competirán bajo el mismo esquema -en 9 entidades se elegirá nuevo gobernador-.

Tanto desde el PAN como el PRD se ha dicho que este frente amplio no se trata solo de una alianza electoral, sino de la creación de una propuesta de gobierno que dé un nuevo rumbo al país.

Ese debate se antoja largo y complejo, lo que pone en tela de juicio su concreción.

El PAN y el PRD han competido juntos en varias elecciones estatales. En ningún caso se ha elaborado un plan de gobierno previamente; la alianza se ha limitado a apoyar a un candidato y a repartirse las carteras de gobierno.

No se ha visto una agenda conjunta que impulse programas e ideas que interesen a ambos partidos, ni negociaciones para defender los temas que cada uno contiene en sus plataformas.

El plazo ideal para terminar los cimientos de este frente amplio es antes de noviembre, fecha en que debe lanzarse la convocatoria para que cada fuerza política nombre a sus precandidatos.

Esta semana comenzarán a correr los 90 días previos al arranque del proceso electoral del 2018. En la primera quincena de octubre, el Instituto Nacional Electoral (INE) ondeará la bandera de salida para marcar el inicio de todas las actividades previas a la elección del 1 de julio del 2018.

¿El PVEM en el Frente?

A pesar de que han llamado al partido de Andrés Manuel López Obrador a unirse a este frente contra el PRI, todos los actores que lo han convocado han expresado tener diferencias con el pensamiento del líder de Morena, quien ha rechazado la idea de cualquier acuerdo con el PRI, el PAN o el PRD.

El llamado ha sido amplio. Incluso ahora el Partido Verde, aliado del PRI en los últimos dos sexenios, considera ya ser parte de este Frente.

Más allá de que el PVEM ha buscado con quien aliarse para garantizar su sobrevivencia –en el 2000, por ejemplo, llegó al poder aliado con el PAN, de la mano de Vicente Fox-, en los últimos 12 años se ha convertido en el fiel aliado del tricolor.

Por eso, la declaración de los políticos del Verde diciendo que consideran la posibilidad de unirse al Frente, sorprende por los tiempos.

Por ejemplo, en la pasada elección de nuevos ayuntamientos en el Estado de México, el PRI y el PVEM solo fueron juntos en 93 de los 125 municipios.

En el 2014, el PVEM rompió su alianza con el PRI en Jalisco, dos años después de que juntos llevaran a Aristóteles Sandoval al poder.

Sucedió así en Guanajuato o Tamaulipas, donde en algunas localidades el PRI y el PVEM compitieron por separado.

El rompimiento se ha hecho más patente luego de las elecciones federales del 2015, donde el PVEM se anotó como logros propios la aprobación de algunas reformas que fueron publicitadas como ofertas de campaña y que se aprobaron en el Congreso de la Unión.

Ya en la presente Legislatura, el PRI no ha apoyado de la misma manera a su aliado.

Ahora, los pvemistas no cierran la puerta a la posibilidad de aliarse contra el PRI.

Lo mismo pasa con Movimiento Ciudadano e incluso con el PT –este ya aliado con Morena-, partidos en donde se han escuchado voces sobre la posibilidad de unirse a este frente en los próximos meses. Las negociaciones están en su apogeo.

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