A mediados de los 90 inició lo que muchos llamaron la Guerra de los navegadores, una lucha protagonizada en un inicio por Internet Explorer y Netscape, y a la que después se unieron Mozilla Firefox, Google Chrome, Opera y Safari.
El ganador declarado en esta disputa fue el usuario, ya que la competencia del mercado obligó a los navegadores a adaptar estándares web e innovar funciones, como la posibilidad de instalar complementos adicionales y el sistema de pestañas popularizado por Mozilla Firefox.
Laura Hoyos