Si bien es un paso significativo que las niñas puedan decidir usar uniformes neutros hay un camino por recorrer en el respeto a derechos

Uniformes neutros, ¿qué sigue para la educación no sexista e inclusiva?

Si bien es un paso significativo que las niñas puedan decidir usar un pantalón en vez de una falda, hay un camino por recorrer en el respeto a los derechos de las infancias y en la implementación de políticas públicas educativas con mayor inclusión

“Algo que sería muy interesante es escuchar cuál sería la evaluación que tiene la propia Secretaría de Educación Pública sobre esta ejecución, la propia escuela en la que se anunció, los planteles de la Ciudad de México, la jefa de Gobierno. Porque es con la evaluación de estas medidas que se pueden establecer mejores políticas públicas”, sugiere Tania Rodríguez, de Redim sobre los uniformes neutros.

En Europa esta medida ha permeado en los sistemas educativos, incluso sin distinción de género. En Irlanda los colegios permiten que sus estudiantes vistan de la manera que consideren adecuada a su identidad; situaciones similares ocurren en Reino Unido, Francia y España, donde existe una comunidad que acabó con la falda obligatoria.

“El uniforme neutro es sólo la puerta de entrada. En realidad tendrían que ser todos los elementos: el corte de cabello, los colores rosa y azul, otras lógicas que podrían ser útiles”, enlista Juan Martín Pérez, de Tejiendo Redes Infancia.

Mientras que Luis Perelman, impulsor y co-fundador del consejo de la Asociación Internacional de Familias por la Diversidad Sexual, habla sobre los beneficios que pudieran traer los uniformes neutros para las infancias trans, como uno de los pasos siguientes a considerar en la implementación.

“No me parece que haya un uniforme neutro ideal. Depende de quién es la persona. Por ejemplo, si es una infancia trans, su predilección sería usar la vestimenta contraria a la de su sexo de nacimiento. Apenas nos estamos permitiendo escuchar esto y ahora las leyes lo están empezando a reconocer”, sostiene.

En agosto de 2021, el Gobierno de la Ciudad de México publicó en la gaceta oficial una reforma que permitirá a los adolescentes trans cambiar su acta de nacimiento según su género autopercibido a partir de los 12 años de edad.

“No hay que dar por hecho el género de una persona menor de edad. Biológicamente responde a un sexo asignado pero eso no implica que esa infancia se viva como tal y creo que es muy importante empezar a tenerlo en cuenta porque nos limita mucho estar pensando en este binomio mujer-hombre”, señala Daniela Lombardo, politóloga con especialidad en Estudios de Género e Infancias en la Universidad Complutense de Madrid y directora ejecutiva de Proyecto Desprincesamiento, dirigido a que las niñas descubran su identidad.

En la provincia de Talar, Tigre, en Argentina, ya se implementaron baños mixtos en escuelas secundarias impulsados, debatidos y adoptados por el mismo estudiantado. La Universidad Iberoamericana y la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala cuentan con esta medida, pero es importante trasladarla a infantes y adolescentes del país.

“En México, el sistema educativo no sólo es sexista, es binario: se enfoca sólo en dos posibilidades dependiendo de lo que dice un acta de nacimiento. Para una educación incluyente y no discriminatoria tendríamos que comenzar a dejar de imponer géneros, roles, uniformes”, aboga Tania Morales, activista por las personas trans.

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