La División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD) de Arturo ‘El Negro’ Durazo detenía, golpeaba y extorsionaba a las trabajadoras sexuales trans del entonces Distrito Federal. Foto: Especial

Tiempo de saldar la deuda con la comunidad trans

La población trans en México ha sido históricamente discriminada, segregada y violentada, por lo que varias activistas cuentan sus historias, exigen a las autoridades la reparación del daño y alzan la voz para que estos crímenes contra ellas no vuelvan a ocurrir

En México las autoridades y la sociedad en general tienen una deuda histórica con la población transgénero y transexual que está lejos de ser saldada.

Torturas, discriminación, segregación y violaciones a sus derechos humanos son parte del día a día de las más de 300 mil personas trans en el país.

Esta es la historia de su lucha, su supervivencia y el motor que tienen para seguir adelante y lograr que en un futuro el país sea un mejor lugar para las nuevas generaciones de su comunidad.

También, es un homenaje para las miles de personas que han sido asesinadas por el simple hecho de ser trans ya que México es el segundo país del mundo con más transfeminicidios.

Alma Delia es una sobreviviente y a pesar de los golpes físicos y metafóricos que le ha dado la vida, continúa de pie. Aunque confiesa que a pesar de su lucha, “todo sigue igual”.

“No me queda más que alzar la voz, tomar el micrófono y denunciar todo el tiempo las arbitrariedades. Aún así, no pasa nada, estamos igual, se queda todo en silencio. Yo mientras pueda y viva pelearé por mis derechos y los de mis compañeras que vienen detrás de mí. Aquí seguimos, estamos de pie y lo seguiremos haciendo”, dice.

Una época negra

Hace casi cincuenta años Alma Delia comenzó a dedicarse al trabajo sexual para poder subsistir. Recuerda que en aquella época los “levantones” de la División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD) de Arturo “El Negro” Durazo eran recurrentes en la capital del país, solo para extorsionarlas, quitarles dinero o divertirse.

“Eramos sujetas a maltratos, nos agarraban en los operativos, sobre todo en la noche, nos golpeaban, nos quitaban lo que ya teníamos ganado por un cliente, nos llevaban en los carros y nos colgaban afuera de la Ciudad de México en el Ajusco.

“También nos golpeaban, amordazaban y nos tiraban en las aguas negras del Río Tula o en la colonia San Felipe de Jesús”, narra.

Alma Delia fue víctima de abusos policiales y judiciales durante la gestión del “Negro” Durazo y nuevamente al inicio de este siglo. Foto: Especial
Alma Delia fue víctima de abusos policiales y judiciales durante la gestión del “Negro” Durazo y nuevamente al inicio de este siglo. Foto: Especial

Alma Delia igual recuerda que los policías de la DIPD las detenían en el Centro Histórico del entonces Distrito Federal y en las inmediaciones de sus oficinas, en la colonia Morelos, las amarraban en las patrullas y las arrastraban por varias calles.

“Muchas quedaron mal de su cuerpo y no pudieron caminar, muchas otras murieron”, agrega.

Regresan las redadas

Pasaron los años y en 2003 cuando Andrés Manuel López Obrador era jefe de Gobierno del Distrito Federal comenzó el asesinato de mujeres de la tercera edad y se difundió que un supuesto trasvesti estaba detrás de estos crímenes.

La hipótesis salió de un presunto testigo que señalaba haber visto a una persona con espalda ancha y vestida de mujer saliendo de una de las escenas del crimen.

Por esos meses continuaron las redadas, detenciones e interrogatorios contra las trabajadoras sexuales de la capital del país. Alma Delia fue una de las detenidas.

Ella junto con otras compañeras y la organización social Brigada Callejera buscaron defenderse contra las arbitrariedades policiacas.

“En las esquinas donde ofrecen sus servicios, trabajadores (sic) sexuales de Tlalpan iniciaron anoche la pega de cartelones con los retratos hablados de El Mataviejitas.

“Con la campaña, los agredidos (sic) pretenden contribuir a la captura del asesino serial de ancianas y que homosexuales dedicados a este oficio sean investigados sin violentar sus derechos humanos, pues se sabe que el multihomicida también viste de mujer, aunque no se ha determinado si es transgénero (con cambio de sexo) o transexual (con operaciones o implantes de senos y caderas.

“‘No ocultamos nada, esperemos se acaben las represiones en nuestra contra’, señaló Alma Delia, presidenta de la asociación Ángeles en Búsqueda de la Libertad”, narra la nota “Pegan travestis cartelones del ‘mataviejitas’” de El Universal, publicada el 28 de octubre del 2005.

Después de varios años de asedio contra la población trans, se identificó a Juana Barraza Samperio “La Mataviejitas” como la autora de estos crímenes.

Por parte de las autoridades no hubo reparación del daño ni mucho menos disculpas por haber criminalizado a decenas de mujeres trans.

“Desde que yo inicié en el trabajo sexual hace 48 años, no ha cambiado nada, desde esa época hasta ahora se sigue victimizado a las chicas trans, solo que antes nos decían vestidas o jotos, pero no ha cambiado nada, continúa la homofobia, los homicidios de las chicas trans.

“Sí se han ganado cosas, pero seguimos como antes. Sobre la deuda histórica sí queremos la reparación del daño, tenemos derecho a la reparación del año. Insistimos en que reconozcan que nos deben algo a consecuencia de lo vivido y de lo atroz que fue, pero siempre nos olvidan y nos estigmatizan”, denuncia.

Crisis de salud y pandemia

Sandra ha aprendido a no confiar en ningún médico, ni clínica, ni hospital públicos, con tristeza e impotencia cuenta que ha tenido que peregrinar y rogar para que atiendan a alguna compañera que ha estado a punto de perder la vida.

A pesar de que todos los médicos en México realizan el Juramento Hipocrático, en el que se comprometen a preservar y respetar la vida humana, en el país se cierran muchas puertas para la comunidad trans.

Hace dos años, Sandra tuvo que auxiliar a una amiga que tuvo un problema por modelantes, es decir, sustancias o materiales aplicados por infiltración con fines estéticos. Acudieron a varios hospitales públicos y en ninguno las quisieron recibir.

“Estaba muy afectada, fuimos a siete hospitales y no nos quisieron atender, ni en el Hospital General, ni en el Rubén Leñero. Por suerte acababan de dar el banderazo a la clínica trans y fui para que me dieran una recomendación.

Sandra comenta que ella y sus compañeras han sido víctimas de discriminación y falta de atención en clínicas y hospitales públicos. Foto: Especial
Sandra comenta que ella y sus compañeras han sido víctimas de discriminación y falta de atención en clínicas y hospitales públicos. Foto: Especial

“Después tuve que regresar al Hospital General, porque la primera vez ni siquiera le hicieron una curación. El doctor la ve y no sabía qué hacer. Entonces yo le dije ‘doctor, por favor, por humanidad, le pido que le haga aunque sea una curación, ustedes hicieron el juramento de Hipócrates y no puede ser que no quieran atender a una paciente en el estado en el que viene’. Al final, el doctor tuvo que ir a solicitar un permiso de su jefe para poder atenderla, imagínate, un permiso”, narra.

Durante la pandemia, incluso ella misma padeció discriminación y malos tratos por un médico servidor público.

“Me cambiaron a la clínica de Salto del Agua y como yo uso mi nombre de pila, con el que me bautizaron, cuando me llaman y el doctor ve que soy una persona trans se pone muy agresivo. Le tuve que pedir que me tratara con respeto, le dije que no me iba a dar ningún servicio regalado porque ya lo estaba pagando el Gobierno y como ciudadana me tenía que atender y solo así lo hizo”.

Debido a esta experiencia y muchas más, Sandra se siente insegura en la Ciudad de México.

“Imaginen cómo nos vamos a sentir nosotras protegidas en la Ciudad de México si vamos a los servicios de salud y nos los niegan o nos hacen el fuchi. En 2015 la CDMX se declaró como ciudad amigable e incluyente pero eso es mentira, nos quieren relegar en pleno siglo XXI”, denuncia.

Apoyo a cuentagotas y viciado

Krizna recuerda que ella y sus compañeras trans que realizan trabajo sexual, fueron de las personas más golpeadas durante la pandemia. Los hoteles cerraron y se quedaron sin ningún lugar para trabajar y las extorsiones por parte del crimen organizado en la Ciudad de México se incrementaron.

Durante esos meses, el apoyo de las autoridades llegó a cuentagotas y selectivamente.

“Cuando empezó la pandemia en febrero Brigada Callejera gestionó un apoyo para las trabajadoras sexuales con la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México. Se comprometieron a darnos de 8 a 10 mil pesos,  pero eso nunca ocurrió. Solo emitieron tarjetas de apoyo en donde hubo dos depósitos, cada uno de mil pesos.

“Además se vició la entrega porque muchas personas que se decían activistas metieron a sus vecinas y familiares que no tenían nada que ver con el trabajo sexual. Yo estuve en la logística de la entrega de las tarjetas y puedo decir que hubo compañeras con tarjetas pero sin deposito, otras compañeras que a pesar de que entregaron la documentación no aparecieron nunca en la lista”, narra.

La activista comenta que actualmente existe un apoyo en la Alcaldía Cuauhtémoc, pero solo para residentes de la demarcación, mientras que en Venustiano Carranza presuntamente el apoyo se condiciona a la afiliación a un partido político.

“Yo por eso me salí, se me hace muy mal que estén utilizando estos apoyos para obligar y coaccionar a favor de ciertas ideologías políticas, no está bien”, concluye.

Hogar negado

Después de la respuesta violenta de sus padres cuando Nefi les contó que era trans, tuvo que huir de su natal Monterrey a la Ciudad de México. Tenía tan solo 13 años y ni siquiera había terminado la primaria.

“En mi caso ha sido muy difícil porque cuando estaba en mi casa no me dieron la oportunidad de estudiar, ni siquiera terminé la primaria. Fue muy duro llegar a la Ciudad de México sin conocer ni saber nada, es una vida muy difícil porque la gente no te conoce y desconfía de ti, te margina, te discrimina, no te aceptan en ningún lado solo por tus preferencias, es algo muy duro”, comenta.

Debido a esta situación, es que la gran mayoría de mujeres trans se dedican o se han dedicado al trabajo sexual.

En caso de querer ejercer algún otro tipo de trabajo siempre se les encasilla como estilistas, en la cocina o como costureras.

La población trans en México es discriminada en México al momento de buscar un trabajo o un hogar. Foto: Especial
La población trans en México es discriminada en México al momento de buscar un trabajo o un hogar. Foto: Especial

“Muchas optamos por e trabajo sexual porque no tenemos otra opción. Para que nos den un cuarto en renta es muy difícil por ser mujeres trans. La mayoría vivimos en hoteles o en grupos con compañeras que sí pudieron lograr que le rentaran un departamentito, porque no nos quieren rentar, tenemos mala fama de ser escandalosas, conflictivas y peleoneras.

“Para poder vivir bajo un techo y rentar un cuarto de hotel nos tenemos que dedicar al trabajo sexual porque en ningún empleo alcanza el sueldo para sobrevivir”, confiesa.

Finalmente, Nefi recuerda y pide apoyo para otras mujeres trans como ella de la tercera edad, quienes todavía la tienen más difícil para conseguir un empleo y un techo en donde vivir.

“La mayoría de nosotras somos adultas mayores y tenemos problemas de salud crónicos. A nosotras de por sí por ser mujeres trans se nos niega un empleo, por ser adultas mayores trans es mucho más duro y difícil”, finaliza.

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