Un sismo de magnitud 5.2 es el segundo más fuerte que se ha percibido en el estado después de uno de 6.2, registrado hace 182 años. Foto: Especial

Riesgos enterrados

Pese a que en la zona no se registran desastres de este tipo desde hace 182 años, especialistas señalan que Nuevo León no está exento de vivir un sismo de gran magnitud

Una creencia popular es que “en el noreste no tiembla”, pero la realidad es que desde 2006 las estaciones sismológicas han registrado más de mil 500 sismos en la región, 754 de los cuales se han registrado en Nuevo León y en la parte fronteriza.

Tan solo de enero a septiembre del 2023 se han reportado 54 sismos en la entidad, esto de acuerdo con datos del Servicio Sismológico Nacional.

Este año, la magnitud de la mayoría de los terremotos no ha pasado de 3.9, aunque en agosto se registró un sismo de 4.1 en el noreste de Ciénega de Flores y en mayo uno de 5.2 con epicentro en Matehuala, San Luis Potosí que se sintió hasta el sur de Nuevo León.

El sismo de magnitud 5.2 es el segundo más fuerte que se ha percibido en el estado después de uno de 6.2, registrado hace 182 años.

El 28 de abril de 1841, aproximadamente a 40 kilómetros al suroeste de Punta Santa Elena, en los límites de Coahuila y Zacatecas, se detectó el movimiento que estremeció el territorio de la República del Río Grande, comprendida entonces en donde hoy se asientan los estados de Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y la parte sur de Texas, en Estados Unidos.

Aunque el sismo de 1841 es poco conocido, se trata de un evento que marcó al noreste de México y que demuestra que Nuevo León sí es zona sísmica y que los temblores no solo ocurren en el centro y sur de México.

Juan Carlos Montalvo Arrieta, sismólogo de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) explicó que “hay una tendencia al alza de sismos en la entidad” y que “no es algo inesperado la ocurrencia de un sismo de seis”.

La primera estación apenas se instaló en 2006, por lo que el registro contínuo de actividad sísmica es relativamente reciente.

Actualmente, Nuevo León solo cuenta con seis estaciones sismológicas ubicadas en Cadereyta, General Terán, China, Iturbide, Linares y el sur de Monterrey.

Datos arrojados por la estaciones junto con los análisis de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la UANL han revelado que en el estado de Nuevo León hay sismicidad de carácter tectónico inducida por cambios drásticos en el llenado de los niveles de presas.

Esta evidencia cambia la perspectiva del peligro sísmico en la región y la necesidad de actualizar los Códigos de Construcción, para que estos sean adecuados a los periodos de retorno de los sismos.

El sismólogo destaca que en Nuevo León y los estados vecinos se ha identificado sismicidad de hasta ocho meses continuos. La zona citrícola es  el mayor punto de interés dado que es el territorio que acumula más sismos.

“Hay una región de interés que está en lo que se conoce como la región citrícola, entre los municipios de China, Los Ramones, General Terán, Montemorelos, es una zona donde frecuentemente está ocurriendo actividad sísmica. La región entre Santa Catarina, Saltillo y el norte de Galiana, digamos ese triangulito, también es una región en donde suele darse esta actividad. De hecho, hay algunos eventos de magnitud arriba de cuatro que se han sentido tanto en Saltillo y Ramos Arizpe como en Santa Catarina y García”.

Montalvo Arrieta añadió que hacia la parte sur del estado de Nuevo León, los municipios de Doctor Arroyo, Mier y Noriega y Aramberri regularmente activan los indicadores de movimientos telúricos.

Sin apoyo para el estudio de sismos

La poca instrumentalización es una problemática a la que se enfrentan las personas dedicadas a estudiar los terremotos en Nuevo León, pues según el sismólogo de la UANL, la falta de una mayor densidad de estaciones obstaculiza la “identificación de actividad sísmica natural” generada por la interacción de placas tectónicas o cualquier proceso que implique grandes concentraciones de energía en las rocas.

Además, refiere que las seis estaciones no son suficientes para estudiar a fondo temas como la sismicidad inducida, la cual es provocada por la actividad humana, por ejemplo: construcción de presas, minería superficial y subterránea, fracturamiento hidráulico, extracción de gas y petróleo, inyección de fluidos, entre otras.

“Tenemos que prepararnos para estas circunstancias porque las personas y sus hogares pueden sufrir daños, entonces sí es importante conocer la naturaleza de la actividad sísmica para saber a qué se está enfrentando una región, pero para poder tener una mejor información pues se necesita contar con un número más alto de estaciones para optimizar el monitoreo”, señaló Juan Carlos Montalvo Arrieta.

En cuanto a medidas de seguridad, el Atlas Nacional de Riesgos indica que de los 51 municipios de Nuevo León, solo 7 cuentan con un atlas de riesgo, una cobertura de apenas el 14 por ciento del territorio en el que se tienen identificados los puntos de mayor peligro ante desastres naturales y antrópicos.

De igual forma, el también profesor de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la UANL compartió que la plataforma ¿Sintió un Sismo? ha demostrado que aún queda un largo camino por recorrer en materia de prevención.

“Hemos registrado muchos casos de personas que sintieron un sismo y dijeron ‘no supe qué hacer’ y eso de no saber qué hacer puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso uno de los aspectos más importantes es empezar a generar esa conciencia entre la ciudadanía, a lo mejor no vamos a esperar algo como lo que pasó en 1985 en la Ciudad de México pero algo como lo que pasó en Marruecos o algo como un sismo de magnitud 6 eso sí lo podemos experimentar”.

Debido a que la entidad está clasificada en la Zona A, por tener un grado de riesgo bajo ante temblores, las campañas de prevención han sido limitadas y por tanto, la información sobre cómo actuar ante un sismo aún no llega a toda la población del estado.

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