El uso de la bicicleta se ha incrementado en esta pandemia, sin embargo aún falta promover su manejo entre las mujeres

Las deudas con las mujeres en el uso de la bicicleta

Por ser uno de los medios de transporte más seguros para evitar contagios, el uso de la bicicleta se ha incrementado en esta pandemia, sin embargo aún falta promover su manejo entre las mujeres

El uso de la bicicleta presenta un incremento en el contexto de la pandemia por COVID-19, pero aún existe un gran pendiente: que tenga perspectiva de género.

Un estudio del aforo ciclista en la nueva ciclovía emergente de Insurgentes, realizado por el Poder del Consumidor, Greenpeace México y Transita Seguro, revela que el tránsito de bicis aumentó hasta 100 por ciento en 2 de 10 tramos de la avenida.

El objetivo de esta infraestructura es promover a la bicicleta como modo de transporte libre del nuevo coronavirus.

No obstante, los datos de cuántos hombres y mujeres usaron la nueva ciclovía son muy contrastantes; el 85 por ciento de sus usuarios fueron del sexo masculino y solo el 15 por ciento, femenino.

Lo que significa que de 17 mil 838 viajes realizados y contabilizados en el estudio, elaborado durante el mes de junio pasado, solo 2 mil 675 fueron efectuados por mujeres.

Otro dato al respecto es el número de personas inscritas a Ecobici; el 63 por ciento son del sexo masculino y 37 por ciento femenino según la Encuesta 2017 del Sistema de Bicicletas Públicas de la Ciudad de México

Activistas feministas y ciclistas coinciden en que este problema refleja que la política de movilidad sustentable de la capital carece de perspectiva de género.

Añaden que los principales factores que impiden al sexo femenino usar la bici son la cultura machista y la inseguridad.

El factor cultural de la bicicleta

Ely Santana, autora de Rodada 2.0 y activista ciclista, afirma que el elemento más importante que impide a las mujeres usar más la bicicleta es el factor cultural de una sociedad arraigada al pensamiento machista.

Cuenta que a ella nunca le enseñaron a andar en bicicleta en la infancia porque existía el prejuicio de que es un medio de entretenimiento o deporte solo para hombres.

Indica que la rutina promedio de las mujeres —dedicarse a las labores domésticas y a cuidar a los hijos— es otro impedimento.

“Hay que dimensionar la educación que se da y que las rutinas de las mujeres que se dedican al hogar son diferentes, por ello la movilidad es diferente.

“Muchas están en las labores del hogar y tienen que cargar cosas o tienen que viajar con hijos, eso hace que no se puedan trasladar fácilmente en bici”, dice Santana.

El estudio “Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México, 2018”, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), revela que el trabajo doméstico no remunerado del país es realizado en el 73 por ciento por mujeres, quienes se dedican a cuidar a hijos de su familia y la producción de bienes de autoconsumo, principalmente.

Además de esto, considera Santana, influye el código de vestimenta de muchas empresas y oficinas del servicio público que piden a sus empleadas ir con tacones de manera obligatoria.

“El código de vestimenta que les imponen, de ir con tacones, hace más difícil que puedan usar patines o bici”, dice.

Doble inseguridad

Además del factor cultural, está el de la seguridad y la violencia que viven las mujeres en la Ciudad de México, asegura Marisol Zúñiga, activista feminista independiente.

“Los hombres no perciben la misma inseguridad que las mujeres, como los asaltos y el acoso. Cuando nos subimos a la bicicleta es un asunto que resulta transgresor por las creencias y miedos que existen al salir a la calle”, refiere.

De acuerdo con el Portal de Datos Abiertos de la Ciudad de México, el número de carpetas de investigación por el delito de acoso aumentó de 205 en el 2012, a 932 en el 2019.

Mientras que en el de violación, que también padecen las mujeres, pasó de 69 indagatorias en el 2015, a 2 mil 86 en el 2019.

Por ello, asegura Zúñiga, las mujeres enfrentan una doble sensación de inseguridad. Por una parte, la violencia de género y, por otra, los asaltos y accidentes.

Argumenta que esta percepción de mayor inseguridad se deriva de que el género masculino asume que el espacio público es suyo.

“Cuando nos subimos a una bicicleta o a un coche, los hombres piensan que no sabemos o no podemos porque creen que les pertenece el espacio público”, menciona.

Visibilizar a las ciclistas

La ciclista Ely Santana considera que algo que ayudará a que las mujeres anden más en bicicleta es visibilizarlas como usuarias de este medio de transporte.

“Hace falta socializar más el uso de la bicicleta con perspectiva de género para que más mujeres la usen”, menciona.

Afirma que también las campañas para incentivar el uso de la bici no solo deben ir enfocadas a “los ciclistas”, sino a “los y las ciclistas”.

“Podría parecer que es algo que no repercute o es inofensivo, pero sí hay que mencionar a las ciclistas, porque lo que no se nombra no existe”, señala.

Además de esto, la Secretaría de Movilidad (Semovi) tiene que fomentar su uso como una forma de traslado que disminuye el riesgo de acoso y también empodera a las mujeres.

“Creo que es más seguro que el transporte público en el tema del acoso. Además, empodera físicamente y mejora la condición física, lo que contribuye al estado de ánimo”, menciona.

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