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La tierra se abrió en el AICM

El sismo pegó duro en el aeropuerto más grande del país al generar una grieta de más 
de 50 centímetros de ancho en la entrada a la Terminal 2

“¡Corran, corran! ¡Viene otra réplica!”, gritó una voz anónima al interior de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y todos comenzaron a correr hacia la salida.

Habían pasado más de 3 horas del sismo de 7.1 grados que sacudió a la capital del país y a los pasajeros se les acababa de permitir la entrada nuevamente al edificio de la Terminal 2.

Unos 15 minutos después, la falsa alarma provocó el grito histérico de decenas, que corrían por el mismo camino donde habían entrado minutos antes.

“Es que hacen mal en dejar entrar a la gente otra vez tan rápido, aquí está muy inseguro”, dijo Carlos, un empleado de limpieza del aeropuerto.

Y es que el terremoto pegó duro en el aeropuerto más grande del país. La tierra se abrió justo debajo del arco de la entrada a la Terminal 2; una grieta de más de 50 centímetros de ancho abrió el pavimento de lado a lado.

De inmediato, los vuelos se suspendieron y la gente fue desalojada. Decenas de pasajeros esperaban sentados en los jardines con todo y maletas, lejos del edificio de la Terminal.

Una de ellas fue María del Rosario Tellez, una mujer que había pasado sus vacaciones en la Ciudad de México y se dirigía a Guadalajara junto a su familia.

“Sentí horrible, estábamos a punto de subir al avión y tuvimos que salir corriendo, todo se movía y los vidrios comenzaron a tronar, fue muy horrible”, narró.

Tenía razón. Cuando dejaron entrar nuevamente a los pasajeros, el personal de limpieza del edificio quitaba todavía los restos de las ventanas que se rompieron.

Algunas grietas de arriba a abajo aparecieron en las paredes blancas, dejando en claro la vulnerabilidad del inmueble.

“Hacen mal en dejar entrar a la gente otra vez tan rápido, aquí está muy inseguro”
CarlosEmpleado de limpieza del aeropuerto

Tapan grieta con chapopote

La Terminal 2 del AICM fue inaugurada por el expresidente Felipe Calderón apenas en marzo del 2008.

Casi todos los negocios del aeropuerto cerraron; los únicos abiertos era Starbucks y algunas casas de cambio, cuyos empleados permanecieron ahí para continuar dando servicios.

La grieta enorme del suelo fue tapada de inmediato por personal del aeropuerto. Con chapopote y aplanadora, empleados del aeropuerto repararon el suelo para que los autos pudieran volver a pasar.

El común denominador de todos eran las caras desencajadas; el temor y la incertidumbre se apoderaron de todos los que estaban en la Terminal aérea.

No solo por el susto del sismo; también por la duda de qué pasaría con sus vuelos y cuántas horas tendrían que esperar para continuar sus planes de viaje.

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