El gas natural no es la solución completa para mejorar la calidad del aire

Gas Natural: la opción polémica para el aire

Una parte del sector energético afirma que aunque el gas natural no es la solución completa para mejorar la calidad del aire, podría ser útil para la transición de combustibles fósiles a los vehículos eléctricos

El gas natural vehicular puede ser una opción para reducir la contaminación en el aire de la Ciudad de México. Sin embargo, no entra en los planes de las autoridades y su uso genera polémica por sus implicaciones al medio ambiente en general.

El sector enérgetico del gas natural pide que se le integre dentro del Plan de Reducción de Emisiones del Gobierno de la capital como un complemento en la transición al transporte eléctrico.

No obstante, la falta de infraestructura para su distribución y de información al respecto lo han impedido. También existe la polémica por uno de sus métodos de extracción: el fracking.

El actual Plan de Reducción de Emisiones del Gobierno, presentado en junio de 2019, plantea una transición hacia los transportes eléctricos e híbridos que tengan un alto rendimiento de combustible

La Asociación Mexicana de Gas Natural Vehicular, Comprimido, Licuado y Biogas afirma que el energético podría formar parte de este proceso.

Datos de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que se pueden consultar en su portal, indican que utilizar gas natural vehicular reduce las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en un 25 por ciento en comparación con la gasolina.

También emite 35 por ciento menos óxido de nitrógeno, según información de la dependencia.

Igualmente, aunque su uso emite menos contaminantes causantes de contingencias, sí genera sustancias relacionadas con el efecto invernadero como el metano.

Carlos Vela, gerente de ingeniería de ventas de la empresa Dina, afirma que las emisiones de gases contaminantes del gas natural se pueden analizar en dos aspectos.

El primero, la calidad del aire que está relacionado con las afectaciones a la salud; y el segundo, la emisión de los gases de efecto invernadero.

“El dióxido de carbono está generando el cambio climático y el metano, que es parte importante de la composición del gas natural, sí produce el efecto invernadero”, señala.

De acuerdo con el Inventario de Emisiones 2016, de la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema), en las alcaldías de Iztapalapa y Álvaro Obregón existen grandes concentraciones de metano que en ese año alcanzaron las 2 mil 360 toneladas.

La fuente, en dichas alcaldías, es la descomposición de desechos orgánicos. En las otras 14 demarcaciones territoriales el transporte público que funciona a gas natural es el origen de bajas concentraciones.

Sin embargo, a nivel global, el metano es de los principales precursores del calentamiento global y el cambio climático.

“El dióxido de carbono y el metano son gases de efecto invernadero críticos”, indica una publicación de la Universidad de Cornell en la revista Biogeosciences que data de agosto de 2019.

El especialista de Dina señala que si bien al gas natural se le puede relacionar con el metano, en cuanto a calidad del aire y la salud humana, es benéfico.

“Cuando se habla de calidad del aire son elementos como material particulado y óxido de nitrógeno, que dañan la salud de manera inmediata y que es causa de muertes prematuras. Pero cuando se trata de gases de efecto invernadero, puede ser que no precisamente perjudiquen al organismo humano pero sí al medio ambiente”, explica.

Por ejemplo, el gas natural no produce partículas negras derivadas de la combustión, que son más dañinas para la salud que el CO2 y provocan enfermedades respiratorias como neumonía, bronquitis y cáncer de pulmón.

Utilizar gas natural vehicular reduce las emisiones de dióxido de carbono en un 25 por ciento en comparación con la gasolina, según datos de la Semarnat

Gas natural: Solución para la transición

Andrés Bayona, presidente de la Asociación Mexicana de Gas Natural Vehicular, Comprimido, Licuado y Biogas, considera que el gas natural no es la solución completa al problema de la calidad del aire, pero podría ser un energético útil para la transición de combustibles fósiles a los vehículos eléctricos.

“Hay una mezcla de soluciones que pueden complementar, entre más cambios hagamos puede ser mejor”, explica Bayona.

Información sobre el crecimiento del parque vehicular en el país del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) revela que en 1980 habían más de medio millón de automóviles y en 2016 creció a 40 millones.

Ante esta situación, Bayona afirma que tanto a nivel local como nacional, una transición a lo eléctrico podría ser muy tardada y costosa.

“Si podemos tener un cúmulo de soluciones o sustitutos de la gasolina o el diésel nos permite cambiar un gran número de vehículos, el gas natural es un combustible de transición”, menciona.

Carlos Vela, el especialista de Dina, coincide en que las autoridades tienen la oportunidad de implementar el gas natural como energético en lo que se da el cambio a energías más limpias.

Señala que en la ciudad no hay las suficientes estaciones de servicio del energético y el gobierno puede que carezca de información al respecto.

Lo que faltan son estaciones de servicio, también información y se debería hacer un plan de trabajo para facilitar las tecnologías tanto eléctricas como de gas natural
Carlos VelaEspecialista de Dina

El fracking

El gas natural tiene diversas fuentes. El gas asociado, que se extrae junto con el petróleo crudo y contiene grandes cantidades de hidrocarburos como etano, propano, butano y naftas; y el no asociado, que se encuentra en depósitos que no contienen crudo, detalla el reporte “¿Qué es el gas natural?”, de Petróleos Mexicanos del año 2013.

México cuenta con 12 billones de pies cúbicos en sus reservas, lo que cubre la demanda nacional, según la misma fuente.

Sin embargo, desde el 2016, la práctica del fracking en México ha ido en aumento pese a sus efectos negativos.

En agosto de 2019, la Alianza Mexicana Contra el Fracking informó que había ocho mil 457 pozos de extracción de gas natural operados por diversas empresas, en siete estados que usan dicha técnica.

Lo cual, consideraron grave pues con ese método se usan miles de litros de agua y arena para poder bombear el gas de profundidades de entre mil y cinco mil metros.

El riesgo recae en que, de acuerdo con la Alianza y otras organizaciones como Greenpeace, un solo pozo de fracking contamina hasta 29 millones de agua con compuestos tóxicos como el mercurio.

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