Las mujeres de la alcaldía Benito Juárez encontrar en el Jardín Ramón López Velarde un espacio para poder jugar al fútbol  sin hombres.

El fútbol que se juega en las calles de la Ciudad de México

Más de 700 canchas distribuidas en las 16 alcaldías proporcionan el espacio perfecto para que cualquier aficionado se reúna y compita; aquí unas historias

Pocos fenómenos como el fútbol. Nada, salvo la política o la religión, levanta los ánimos como este deporte.

Monumentos, murales, canciones y hasta el nombre de los hijos se han dedicado a futbolistas: los gigantes de la cancha.

Sin embargo, todo aficionado, sin  importar de dónde venga o a qué se dedique, se puede acercar al sueño de ser campeón cuando se organiza para echar la reta en una de las más de 700 canchas que se encuentran repartidas por las 16 alcaldías de la Ciudad de México.

En la Ciudad de México el futbol ha permitido que se abran espacio para que todas las personas puedan practicar este deporte sin importar su edad o género.

Las canchas de barrio congregan familias, amigos y rivales. Los ánimos se calientan y salen a la luz las más primitivas pasiones; odiseas de sudor, gritos, empujones y goles que se celebran cuando los jugadores entran al ruedo.

Todos los que están en la cancha pasan por un proceso catártico, los amos del balón se desahogan y apelan a su yo más primitivo durante el partido.

“La banda sí se apasiona chido. Dejan todo por el fútbol. Hasta dejan ahí a sus hijos con tal de pelearse”, dice Jorge, de 30 años, al describir cómo se juega al fútbol en las canchas de Jalalpa, Álvaro Obregón.

De acuerdo con la Conade, en la CDMX hay 713 canchas de futbol, el 53 % de ellas se concentran en las alcaldías Iztapalapa (156), Álvaro Obregón (63), Gustavo A. Madero (58), Tlalpan (55) y Coyoacán (49).

Número de canchas repartidas en las 16 alcaldías de la Ciudad de México.

En los barrios capitalinos se descubre un universo completamente nuevo, donde la convivencia familiar se conjunta con las broncas deportivas, donde la camaradería del juego contrasta con la catarsis de una vida alienada y donde la victoria se glorifica ante la derrota del rival.

“Vengo a ver a mis amigos. Me gusta la convivencia que se genera desde que llegas y empiezas a echar coto. Cuando juegas, lo haces sin una responsabilidad y cuando llegas a apostar, lo que sea, que un chesco o una feria, la neta sientes como si jugaras una final”, relata Miguel en la cancha del bajo puente de Periférico y Tláhuac en la colonia Año de Juárez, Iztapalapa.

Cómo las familias mexicanas se reúnen en torno al futbol

Algo que se manifiesta de manera reiterada tanto al poniente como al oriente de la capital, es que algunos de los jugadores son impulsados por su familia.

Particularmente el apoyo de sus madres es muy importante para algunos niños que sueñan con ser futbolistas profesionales, pues ellas son quienes los impulsan para que den todo en la cancha, como el caso de Elías, de 13 años, quien debutó en el equipo Neza, donde juega su papá, mientras que su mamá lo apoyaba desde las gradas.

A mí me gustaría llegar a jugar, acá en México, en el América y de ahí ya salir para el Barcelona o Real Madrid. Mi meta es llegar a un equipo grande de Europa”, dice el joven debutante.

Mujeres que se congregan en el parque Ramón López Velarde juegan a las retas con sus propias reglas.

Su mamá, la señora Karla, opina que “es una satisfacción muy grande el saber que desde pequeño tiene esa idea”; sin embargo, la mujer deja en claro que si su hijo baja calificaciones, se le castiga sin poder ir a jugar.

Un caso similar es el de la señora Erika, quien a pesar de tener un empleo demandante, se hizo de tiempo para ir a ver a jugar a su hijo en Iztapalapa.

Ella cuenta que su hijo no desea ser jugador profesional, pues quiere ser ingeniero mecánico (su otra pasión son los autos); no obstante, se le fomenta el deporte como un modo de mantenerse saludable mientras se divierte y hace amigos.

“Normalmente siempre estoy trabajando y él ni se esperaba que lo viniera a ver jugar. O sea que fue como una sorpresa venirlo a ver”, comenta.

Así se juega el  fútbol llanero, pasión, amistad y barrio

La calle muestra sus dos caras en el fútbol de barrio. Mientras unos jugadores se reúnen para “echar la chela” alrededor de la cancha, otros inician pleito. En Jalalpa se concentran tres canchas de tamaño profesional juntas: una de pasto sintético y dos de arena.

El domingo 21 de abril, mientras los jugadores de “Neza” se divertían con una caguama en mano tras jugar 90 minutos, un partido en otra cancha se vio interrumpido por un pleito donde, afortunadamente, no hubo lesionados, pero el juego tuvo que suspenderse por una jugada sucia que encaró a un señor de 50 años con un joven de 25.

“¡100 por ciento Panchitos!”, gritó un señor que buscaba pelearse en la reta llanera.

La cancha donde juegan las mujeres en la CDMX

Actualmente la inclusión también es una pelea que lucha desde las canchas, pues este deporte se ocupa de integrar desde los más pequeños en el hogar, hasta mujeres y niños con Síndrome de Down: el deporte no conoce de barreras.

No es para menos la celebración del balón, de acuerdo con Encuesta Mitofsky, el 58% de las y los mexicanos se consideran aficionados al fútbol, es decir, cerca de 64 millones de personas.

Se siente nervio porque convives con puro hombre, pero ya te vas acostumbrando y se siente bien convivir […] Aquí enseñan a jugar más duro y a no dejarme de las demás personas”, dice Ximena, de 14 años, quien juega en el equipo mixto de Pachuca Gama Soccer, en Ciudad Deportiva, alcaldía Iztacalco.

Más de la mitad de los mexicanos se consideran apasionados del futbol.

La joven Ximena cuenta que quiere ser futbolista profesional y, al jugar de defensa central contra chicos que pesan más que ella, ha desarrollado otras habilidades para poderles dar la vuelta a sus rivales; por ejemplo, explicó que para ganarle a alguien que “le echa cuerpo”, ella lo que hace es “esquivarlos hacia atrás o ganarles la carrera”.

De hecho, el proyecto de Gama Soccer, en Ciudad Deportiva, es sumamente inclusivo, pues además de contar con el equipo mixto, está formando una escuadra con niños que viven con Síndrome de Down, quienes, según los entrenadores y sus padres, desde que iniciaron a entrenar en el equipo, han mostrado grandes avances en sus capacidades socio emocionales de su día a día. Actualmente, Gama Soccer no cobra ni un peso por los entrenamientos, ni por los uniformes y le da la bienvenida a cualquier niño con Síndrome de Down que quiera practicar fútbol.

Tienen capacidad para 35 jugadores y apenas llevan cinco lugares ocupados.

Otro proyecto que destaca es el que se organiza cada domingo en las canchas del Jardín Ramón López Velarde, en la alcaldía Cuauhtémoc, donde un grupo de mujeres, migrantes y de la diversidad sexual se juntan para gozar del fútbol.

Este proyecto nace de manera orgánica durante la pandemia de COVID-19 y busca ir contra las lógicas patriarcales de la competencia agresiva en los deportes.

Yorely Valero es una de las organizadoras de las retas para mujeres en las canchas del jardín Ramón López Velarde.

Una de las organizadoras, Yorely Valero, originaria de Colombia, explica las tres aclaraciones para jugar con este grupo de mujeres: no se cuentan los goles, pero se celebran todos; se juega en equipo y juegan todas sin importar su condición física, no para destacar a un jugador; y, finalmente, se cuida el cuerpo de todas las compañeras, es decir, no se permite el juego agresivo y se prioriza la diversión.

Vengo a la cancha porque es un momento que puedo pasar con mis amigas, mi pareja y realmente me divierto”, agrega Gaby, una mujer de 28 años que tiene un trabajo de oficina como cientos de miles en la CDMX.

Por su parte, Natalia, poetisa de 29 años que descubrió su afición al fútbol apenas hace ocho meses dice que no por ser una recién iniciada en este deporte su amor es menor.

Ella, al igual que la otra docena de chicas que se reúnen a jugar en el Ramón López Velarde, reiteran los valores antimachistas y de cuidados que promueven estas morras que les gusta el fútbol.

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