Calderón lo persigue; Peña Nieto lo premia

José Alejandro Solalinde Guerra recibió ayer el Premio Nacional de Derechos Humanos 2012. Al sacerdote, oriundo del Estado de México, le fue reconocida su labor a favor de los derechos de los migrantes.

“Cada vez que le tiende la mano a un migrante, transforma el rostro del país”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto en la ceremonia de premiación que tuvo lugar ayer en la residencia oficial de Los Pinos.

El activista ha acompañado a los migrantes a presentar más de 200 denuncias ante las autoridades

José Alejandro Solalinde Guerra recibió ayer el Premio Nacional de Derechos Humanos 2012. Al sacerdote, oriundo del Estado de México, le fue reconocida su labor a favor de los derechos de los migrantes.

“Cada vez que le tiende la mano a un migrante, transforma el rostro del país”, dijo el presidente Enrique Peña Nieto en la ceremonia de premiación que tuvo lugar ayer en la residencia oficial de Los Pinos.

En presencia de Raúl Plascencia, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); de Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, y de la activista Isabel Miranda de Wallace, entre otros, el Ejecutivo federal calificó a Solalinde como un “buen samaritano” y un ejemplo a seguir.

Destacó su labor como director del albergue “Hermanos en el Camino”. Este refugio fundado en febrero de 2007 provee asistencia humanitaria y orientación a los migrantes provenientes de Centro y Sudamérica que cruzan México en su camino hacia Estados Unidos.

En el último lustro Solalinde ha acompañado a los migrantes a presentar más de 200 denuncias ante las autoridades competentes por delitos como homicidio, robo, secuestro, asalto, extorsión y violación. 

Durante el evento, ayer, el padre destacó que se deben escuchar los gritos de las personas que están sufriendo en México. Reconoció que “las estructuras tradicionales ya no funcionan”.

Por ello solicitó superar visiones parciales, sean de partidos o de iglesias. “No se vale trabajar para un solo partido. México necesita reestructurar todo a favor de los derechos humanos”, afirmó el párroco.

También exhortó a dejar atrás el viejo estilo de gobierno y a gobernar con una actitud de servicio, más que de poder.

Y es que, señaló, “hasta ahora, el ejercicio del poder ha sido autoritario, impuesto y paternalista; ha sustituido a la gente”.

En este punto subrayó la importancia de escuchar a las mujeres y los jóvenes, quienes tienen la posibilidad de transformar el país. Estos últimos, destacó el párroco, “se están rebelando en todo el mundo y con razón”.  Vivimos tiempos de crisis en donde “la disidencia es normal”. 

Reconoció la importancia de construir un país de desarrollo, especialmente para los jóvenes, y de eliminar la discriminación y la exclusión social.

En lo relativo a velar por los derechos humanos de los migrantes, Peña Nieto dijo es un objetivo de proyección internacional, con el que “debemos empezar en casa”.

Por eso sostuvo que es obligación del Estado garantizar situaciones de trato igualitario logrando “que los derechos pasen del papel a la realidad” y sentando las bases para conformar una sociedad de derechos.

El Premio Nacional de Derechos Humanos es un reconocimiento que, a través de la CNDH, la sociedad mexicana confiere a los ciudadanos por su labor en pro de las garantías individuales.

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