El abuso contra Juan fue cometido por miembros de ‘La Tuna’, un grupo musical estudiantil con 50 años de historia al interior de la UANL. Foto: Especial

Abuso y encubrimiento en la UANL; el caso de Juan Manuel

Juan Manuel Rodríguez, estudiante de Derecho de la UANL, sigue a la espera de justicia tres años después de haber sido agredido física y sexualmente por miembros de esta misma Facultad, quienes siguen transitando por los pasillos de la universidad impunemente

Juan Manuel Rodríguez, estudiante de Derecho de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), fue agredido sexualmente en 2020 por compañeros y administrativos en las instalaciones de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, hecho del que se enteraron tanto docentes como directivos, quienes no han hecho justicia.

Juan hizo público el abuso en febrero de 2023, después de años de ineficiencia tanto de la UANL como de las autoridades gubernamentales.

En un video de Facebook, el joven narró la forma en que miembros de una agrupación musical estudiantil conocida como ‘La Tuna’ le vendaron los ojos, lo pusieron de rodillas y abusaron sexual, física y psicológicamente de él.

“Lo hice público por impotencia y enojo de ver que no se hacía nada ante esta situación, y porque siguen operativos estos sujetos (…) Decidí ser esa piedrota en el camino para ellos, para que se puedan cortar esos lazos de normalidad o corrupción que suceden día con día ahí, y no se hace nada al respecto”, narró Juan para Reporte Índigo.

Juan libró una larga batalla burocrática en contra de las autoridades universitarias, quienes lejos de ser sus aliados, entorpecieron el proceso, encubrieron a los abusadores y se negaron a denunciarlos penalmente, a pesar de conocer sus identidades.

¿Quiénes agredieron a Juan?

El abuso contra Juan fue cometido por miembros de ‘La Tuna’, un grupo musical estudiantil con 50 años de historia al interior de la UANL y al que él entró durante el primer semestre de carrera.

Aunque se definen a sí mismos como una hermandad, Juan tiene otra palabra para describirlos.

“Son una secta. Ellos se conocen entre todos, son un grupo que tiene una jerarquía. En esta

jerarquía hay tres o cuatro puestos, los de arriba tratan a los de abajo como esclavos, y así

sucesivamente. Esto se repite continuamente conforme van llegando nuevos miembros”, cuenta Juan Manuel.

Al ver que la UANL trataba su caso con una extraña ligereza, Juan Manuel comenzó a investigar quiénes eran realmente sus abusadores, descubriendo así las razones por las que las autoridades escolares buscaron minimizar lo sucedido.

Uno de ellos es Alejandro “N”, hijo del actual titular de la Clínica Jurídica Penal de la Facultad de Derecho de la UANL (FADYC). En el grupo también se encuentra Javier Alejandro “N”, exalumno y titular de ‘La Tuna’, quien es sobrino de un presunto operador político del exdirector de FADYC.

El nombre de ambos, junto con el de otros diez presuntos abusadores, figura en el acta administrativa levantada por la UANL, documento que, cuando Juan Manuel decidió denunciar penalmente, se negaron inicialmente a otorgarle.

“No me la querían dar. Me decían que tenía que venir una orden del Ministerio Público para

entregármela, ¿para qué tanto, si es un acta que yo debo tener, que es mía? Me hicieron llevar una orden oficial, pero cuando se las entregué me dijeron que ahora se la tenía que pedir un juez… ¿Cómo que un juez? ¿Por qué tanta negativa?”, lamenta Juan.

A estas alturas habían transcurrido más de dos años del abuso, y aunque la UANL aseguró haber aplicado sanciones administrativas a los involucrados, Juan Manuel seguía viéndolos en los pasillos de la FADYC, donde recibió amenazas por haber denunciado el caso.

Una emboscada

Meses después, la UANL llamó a Juan Manuel para comparecer ante la Comisión de Honor y Justicia.

“Me citan, no me dicen específicamente para qué, solo llega el citatorio. Cuando voy subiendo y se van abriendo las compuertas del elevador, están todos los involucrados, incluyendo administrativos y directivos de las facultades”, recuerda Juan.

La actitud de los presentes no parecía ser el de personas implicadas en un caso de abuso sexual.

“Estaban riéndose, haciendo su vida como si nada. También los directores, cuando nos pasaron, estaban riéndose frente a mí, sin tener tantito respeto ante la situación (…) No pude ni hablar, estaba llorando y enojado, necesitaba calmarme, y más si luego me iban a volver a cuestionar respecto a los hechos, estaba muy cañón, y más porque estaba solo”, contó el afectado, quien se negó a hablar sin la presencia de su asesor legal.

La reunión sorpresa no fue el único acto cuestionable cometido por autoridades universitarias, quienes además de ‘desconocer’ los pormenores del caso, también intentaron archivarlo por completo.

“Me entero de que hay una orden donde se dice específicamente que el acta se fue a archivo por indicaciones de ellos; ¿cómo me dicen que no tienen conocimiento del acta? Hay documentación de la que tienen conocimiento, en donde dicen que tanto alumnos como administrativos están involucrados, y luego lo mandan al archivo y no dictan una sentencia administrativa, como mínimo… ¡No! Lo mandan directo al archivo, es increíble”, lamenta Juan Manuel.

Cuando el caso se hizo público, la Universidad publicó un escrito en el que asegura que dictó una sentencia administrativa contra los involucrados; esto, rebate Juan, no es enteramente cierto.

“A mí no me consta que se les haya sancionado, al asistir a clases yo sigo viendo a estos

administrativos y a estos alumnos caminar y hacer su vida como si nada, mientras que yo estoy con afectación muy alta, depresión y ansiedad, y ni siquiera puedo andar por los pasillos sabiendo que ahí están los mismos maestros a los que les conté mi caso y no me brindaron ayuda”, puntualiza Juan.

La respuesta de las autoridades tampoco ha representado una solución, pues además de lograr pocos avances, hubo personal de la Fiscalía que intentó revictimizarlo mediante dictámenes y valoraciones que, de acuerdo con Juan Manuel, estaban diseñados para desacreditar su relato.

“Lo hacen para desacreditar los hechos y que me confundiera más, haciéndome valorar si estaba bien o estaba mal, pero tirándole más a lo mal…Si esto lo hacen conmigo, que tengo un acta y pruebas, ¿qué harán con otros casos?”, cuestionó Juan Manuel.

Una historia que se repite

Tristemente, la historia de Juan Manuel no es única.

“A raíz de que yo hago esto público me empezaron a llegar testimonios similares de estos clubes y grupos deportivos, donde hay administrativos y alumnos implicados, y se hacen de la vista gorda…sólo publiqué algunas, pero son demasiadas”.

A la espera de justicia, y todavía sanando física y psicológicamente del episodio que marcó su vida, Juan Manuel hace frente a quienes lo han amenazado; afirma que posee el carácter suficiente para ser, al mismo tiempo, una ‘piedra en el camino’ para sus agresores y una luz de esperanza para quienes transitan por situaciones similares.

“El que amenaza lo hace por miedo. A los que les pasó algo similar, háblenlo. Busquen ayuda con gente cercana. Si no pueden ser sus padres, siempre hay alguien. Alguien los va a escuchar, como  me pasó a mí. Nunca se queden callados. No se queden en la obscuridad. Yo tuve una lucha constante durante tres años y nunca me apagué…sigo aquí”.

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