Desde su llegada a la Diócesis de Chiapas, Vera trabajó de cerca en favor de los derechos de la población indígena. Foto: Especial

A tres años del último obispo de la Teología de la Liberación

Con la muerte de Enrique Dussel, filósofo que influyó en el pensamiento emancipador de América Latina, se abre el debate sobre cuáles representantes quedan al frente de la corriente libertaria. Raúl Vera abrió las puertas de su casa para hablar sobre el futuro de la Iglesia en México y sobre el relevo generacional dentro de la teología de la liberación

Obispo emérito es el cargo que se les da a los prelados después de renunciar.  Raul Vera nos recibe en su casa ya con dicho cargo, con 78 años de edad y después de que el Vaticano le aceptara su renuncia de inmediato durante el 2020. Salió de su habitación vestido de negro y ocultando su crucifijo entre su saco. Fue hasta el momento de la breve sesión de fotos en que aceptó mostrarlo.

Ningún sacerdote dentro de la Diócesis de Saltillo se atrevió a hablar sobre las condiciones de la Iglesia tras la renuncia de Vera, misma que dirigió desde el 2005. Cuentan que a las familias de los desaparecidos se les cierran las puertas para oficiar misa, que ahora la autoridad ve de “lejitos” a la Casa del Migrante y a los miembros de la comunidad LGBTIQ se le califica de ser “poseedores de un desorden aberrante”.

Al obispo emérito no le gusta que se le incluya dentro de la Teología de la Liberación. Mucho menos que se le tache de rebelde, como muchos medios de comunicación nacionales e internacionales lo hicieron cuando presentó su renuncia tras cumplir la edad de 75 años, y que, de acuerdo al derecho canónico, todos los obispos son obligados a presentar como forma de jubilación.

Fray Raúl Vera presentó su jubilación ante el Vaticano el 1 de junio del 2020;  seis meses después, el 29 de enero del 2021 se la aceptaron.

El Papa Francisco designó como su sustituto al obispo de Linares, Nuevo León,  Hilario González García, polo opuesto a Vera, alejado de los medios de comunicación, silencioso, que llama a la oración y  en su homilías recuerda que el cambio se encuentra dentro de la familia sin involucrarse en los problemas del contexto político.

Desde su llegada a la Diócesis de Chiapas, Vera trabajó de cerca en favor de los derechos de la población indígena. Fue llevado a este lugar para “calmar” las cosas pero la organización  ya era tanta y sin precedentes que quedó convencido de haber encontrado la finalidad del evangelio en esta lucha.

Después lo enviaron a la ciudad de Saltillo en donde las personas “poseen otra mentalidad”, según sus palabras. Ya en la capital de Coahuila, ofreció su apoyo a las familias de los mineros de Pasta de Conchos; defendió a las trabajadoras sexuales después de sufrir abusos por parte del ejército; respaldó a los derechos de la población LGBTIQ; dio protección a los migrantes a través de la Casa del Migrante; apoyó al sector campesino en la lucha por el agua, y se manifestó en contra de la instalación de un basurero tóxico dentro de sus tierras. Todo esto, a través de pastorales y vicarías especializadas en la mayoría de las problemáticas.

Las homilías estaban repletas de pronunciamientos contra la militarización iniciada por el gobierno de Felipe Calderón y que, debido a tantas víctimas, lo llevarían a la búsqueda de desaparecidos y a denunciar crímenes de lesa humanidad; también señalaba de frente las irregularidades de los Moreira y la deshumanización promovida por las empresas multinacionales en la región.

El pasado 5 de noviembre,  falleció en la Ciudad de México a los 89 años Enrique Dussel, uno de los intelectuales más influyentes en nuestro tiempo en  diferentes disciplinas; filosofía, teología, ética, historia y ciencia política. Es figura clave de la teología y la filosofía de la liberación en América Latina y uno de los principales referentes del giro descolonial y, en el campo político, de la izquierda latinoamericana.

La teología de la liberación, en resumidas palabras, pretende ver la pobreza como un pecado general y acompañar al otro  respetando sus diferencias. Trata de ofrecer una iglesia que responda a la búsqueda de Dios en medio de la miseria y anular los privilegios que hay dentro de los miembros de la iglesia y que estimulan la existencia del clericalismo.

-Después de casi tres años de su renuncia ¿cómo observa a la diócesis de Saltillo?, se le pregunta.

“Sería  un poquito enfermizo de mi parte de que yo anduviera metiéndome. Yo quiero colocar el proceso pastoral, que aquí existe y relacionarlo con las exigencias que hoy el papa Francisco pone en la mesa. (…) hay una temática y es la sinodalidad de la Iglesia, entonces el papa pidió que reflexionara la Iglesia universal sobre la manera en que podemos caminar juntos. El Evangelio que nosotros integremos pide que integremos a los pobres y a los más desprotegidos.

Tuvimos en el año 2000 una Asamblea Diocesana para articular un proyecto pastoral, entonces yo propuse que el proyecto fuera orgánico con la participación de todos, no, nada más de los sacerdotes. Un proyecto en el espíritu de renovación que propuso el Concilio Vaticano Segundo.  Entonces aquí hay un plan pastoral, o sea que yo no dejé.  No, yo no dejé trabajando una cosa por aquí, está por allá. Ese proyecto es lo que le está pidiendo el Papa a la iglesia, claro entonces pues mi sucesor tiene que entrar en ese proyecto porque es lo que pide el Santo Padre.

-Ahora estamos frente a un obispo que es más mesurado. Dentro de la diócesis hay rumores de que le ha cerrado la puerta a las familias de los desaparecidos, y en general, se habla de que cambiaron las cosas. 

“Yo no me quedé para supervisar. Yo respeto a mi hermano. No es que no me importe.  La razón por la que quise quedarme aquí es porque vi un rezago en la diócesis con los campesinos y pues yo no voy a abandonarlos. Porque yo me podría ir con los frailes a retirarme. Pero el derecho canónico me permite quedarme aquí”.

-Después de casi  treinta años de haber estado trabajando en el Sur del México, ¿Cómo ve a los grupos indígenas? Actualmente hay una migración interna en el país de éstos hacia los estados del norte. 

“Yo tuve la suerte de trabajar con Don Samuel.  Yo lo iba a suceder pero no pasó precisamente porque hubo personas que no querían que los indígenas se liberaran. Estamos viviendo un agotamiento  del sistema capitalista que se ha impuesto por encima de todo en el mundo. El tema de la pobreza de todo Centroamérica y el Caribe, no es fácil. Este fenómeno también lo vemos en países de Europa. Los países menos desarrollados se quieren integrar a los más desarrollados.  Es el sistema económico del egoísmo. El dinero cada vez está en menos manos.  Es un fenómeno mundial que tenemos que arreglar”.

-Siempre se le  etiqueta como una persona rebelde en los medios de comunicación.  ¿Se considera usted un rebelde? 

“La rebeldía visceral es irracional. No, aquí es la justicia. El no aceptar los cánones de la injusticia. Es levantar la voz por el respeto a la dignidad humana. Levantar la voz por la igualdad. El mundo tiene que cambiar.

‘Hay un vicio que se llama clericalismo’

-¿Hay un relevo generacional dentro de la iglesia en México de quienes piensan de esta forma? ¿Hay sacerdotes jóvenes que se estén apoderando de la Iglesia para acompañar al otro? 

“Desgraciadamente en esto ya vamos hablar de la jerarquía dentro de la iglesia. Hay un vicio que se llama clericalismo. Es una infección que no desaparece. Es el poder que da el recibir las órdenes sagradas.  Y sólo por recibir estas órdenes, puedes tener un grado de autoridad moral. El pueblo ya abrió los ojos. Tenemos un pueblo crítico hacia nosotros.

“No es fácil. Tampoco es la mayoría.  El tener un orden sagrado no me hace un hombre más digno que los demás.  Tampoco me da la autoridad de tener una mayor calidad de vida que los otros. Lo más miserable del clericalismo es que nos hacemos cómplices de quienes ostentan la riqueza. De quienes tienen autoridad política.

-La pobreza se está extendiendo en el norte de México debido a la especulación del valor de la tierra. La brecha entre ricos y pobres cada vez será más marcada. ¿Dónde queda Dios para quienes padecen de estas consecuencias?

“El clericalismo centraliza la labor en el sacerdote. No democratiza a la iglesia para que entren los laicos. El tema de la desigualdad económica, está ligado a que el rico se siente más ser humano o más inteligente que el pobre.  O que el sacerdote se sienta superior a los laicos.  El papel de la iglesia es defender la dignidad humana lo que también repercute en el orden político”.

Instituciones y Gobierno

-En Coahuila no sucedió nada con esta tendencia progresista de Andrés Manuel. Usted, como un protagonista político, ¿qué es lo que pasa en Coahuila que no pasa en otros lugares de México?  

Es cuestión de mentalidad. Es la lectura que le damos al asunto político.  Nos dejaron una dictadura del PRI que eso no se va a borrar de la noche a la mañana.  Aquí no sucederá un cambio político tan fácilmente.  Ni siquiera se gastan la conciencia para saber si están bien o están mal.  Los cambios políticos no se dan, se heredan por familia. Mientras no se acabe la corrupción en las elecciones que aquí permanecen no vamos  salir de esto. No hay un modo de pensar distinto. Incluso, cuando en un momento dado cambia el partido pero la mentalidad no cambia.  El vender el voto es algo cultural.

-¿Hay alguna institución en la que se pueda confiar todavía en este país?

“Hay algunas instituciones en las que todavía se puede confiar, hay mucha gente buena. Hay mucho trabajo social, hay muchas instituciones que conozco como el Centro Nacional para las Misiones Indígenas”.

-¿Cuál fue el peor error de López Obrador? 

Debió no personalizarse como el gran innovador. Tuvo que haber hecho que entrara una mentalidad así pero por etapas.  Un sexenio no es suficiente.  Le falto táctica y estrategia, humildad en ver que él necesitaba más apoyo para hacer esto

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