Xoloitzcuintle: compañero en vida, guía en la muerte (el inframundo)

Entre los mayas y aztecas, el Xoloitzcuintle no era sólo el mejor amigo del hombre sobre la tierra, también fue creado por el dios para guiar a las almas de los muertos a través del peligroso Mictlán: el inframundo.

Entre los mayas y aztecas, el xoloitzcuintle no era sólo el mejor amigo del hombre sobre la tierra, también fue creado por el dios para guiar a las almas de los muertos a través del peligroso Mictlán: el inframundo.

Xoloitzcuintle viene de dos palabras aztecas: Xólotl, que significa dios del ocaso y de la muerte, y itzcuintli, que quiere decir perro.

De acuerdo con las investigaciones, esta raza es una de las más antiguas de América, pues data de al menos hace 3 mil 500 años. Se cree que llegó con los primeros migrantes asiáticos al continente y evolucionó hasta el animal que podemos observar hoy.

El xolo también es llamado perro azteca o perro pelón mexicano, el segundo mote debido a que –a excepción de uno o dos mechones en la cabeza o en la cola– no tiene pelo.

Esta falta fue producto de una mutación genética, que al mismo tiempo es responsable de su ausencia de premolares, distintivo que facilita que sus restos sean identificados.

En alrededor del 75 por ciento de los entierros del Periodo Preclásico (ca. 300 a.C. al 300 d.C) –según National Geographic–, hallados en Colima, Nayarit y Jalisco, encontraron recipientes de cerámica, conocidos como perros de Colima.

En este tipo de arte antigua suelen aparecer perros con orejas puntiagudas y piel arrugada (que indicarían la falta de pelo), y habrían servido como perros guías simbólicos que ayudaban al alma del fallecido por su viaje en el inframundo.

Incluso, los precolombinos tenían pocos animales domésticos en su dieta: el guajolote y el xoloitzcuintle, aunque este último sólo habrían sido consumido en eventos importantes.

Asimismo, se presume que los conquistadores se habrían alimentado de tantos xolos que los llevaron al borde de la extinción, de acuerdo con una investigación del arqueólogo Marc Thompson, director del Tijeras Pueblo Museum.

En 1956, la raza se reconoció oficialmente en México, aunque en ese momento ya estaba casi extinta.

EL XOLOITZCUINTLE Y EL INFRAMUNDO

Para los muertos –según el pensamiento nahua– había tres destinos:

Los que morían durante la guerra o dando a luz llegaban a Tonatiuhichan (la casa del sol); Tlalocan (el lugar de Tláloc) era el destino para aquellos que fallecieron con algo relacionado con el elemento acuso (ahogado, por rayos, lepra, gota, sarna, hidropesía); y finalmente el Mictlán, lugar para los que perdían la vida por causas ajenas a las anteriores. 

En el Mictlán, era donde el xoloitzuintle sería de mayor ayuda para los muertos

En el primer nivel de este destino del inframundo, un lugar habitado por xoloitzcuintles y llamado Itzcuintla, el muerto debía cruzar un río ancho llamado Apanohuayan.

El muerto sería ayudado por su propio perro, pero si en vida no lo había tratado bien, se quedaría en ese lugar por la eternidad. 

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