Sonora presenta sus paisajes, a través de la música, en el Cervantino

La Banda Sinfónica del Estado de Sonora ofreció su concierto “Antología de la música sonorense” en el que estrenó la suite “Cuadros de un paisaje sonorense”

El director Renato Zupo levantó las manos y agitó la tierra. Sonora envolvió con su música y sus paisajes al público reunido en la Alhóndiga de Granaditas. La Banda Sinfónica del Estado de Sonora fue la protagonista de la noche. “El Costeño”, “No sé por qué te quiere tanto”, “El baile del diablo”, y “Sobre las olas”, fueron algunas de las piezas que la agrupación interpretó como parte de la edición 51 del Festival Internacional Cervantino (FIC).

Una noche estrellada, la brisa fresca del viento y un público entusiasmado, fue el escenario en el que la Banda realizó “Antología de la música sonorense”, concierto en el que estrenó mundialmente la suite “Cuadros de un paisaje sonorense”, pieza que buscaba que el espectador conozca, a través de la música, Sonora. Sus paisajes, sus diversos ecosistemas, del desierto a la cierra, del mar a los valles.

“Cuadros de un paisaje sonorense” está compuesta de cinco movimientos. “La marcha”, el primero, es una narración auditiva que describe la algarabía de los pueblos del Río de Sonora, su cosmogonía, historia y memoria.

El segundo es “El amanecer”, que representa la transición “tan bella como mística” de cómo la noche va llegando a su fin y empieza el amanecer, con los colores tan únicos que se dan en el cielo sonorense. Al inicio de la pieza se pueden escuchar el repicar de las campanas.

“El mediodía” es el tercer movimiento. Este engloba y captura el ruido urbano, el ajetreo de la modernidad. El sonido del triángulo es como el narrador que va dictando la rapidez de la rutina de las ciudades.

“El atardecer”, cuarto movimiento, está inspirado en el desierto, donde resalta la reserva natural del estado; además de en las historias de los cientos de migrantes que lo atraviesan en busca de mejores oportunidades de vida.

Finalmente, “Arrullo nocturno” es el movimiento que culmina la pieza. Está inspirado en los cantos que su madre le cantaba de pequeño al compositor. También está dedicado a las mujeres sonorenses, a su fuerza y su lucha.

El público, además, disfrutó del barítono sonorense Luis Castillo, quien ha sido galardonado en concursos de canto a nivel nacional e internacional y cuya voz engalana este concierto interpretando las obras en las que los compositores plasmaron el vivir y sentir de la rica cultura sonorense de manera excepcional.

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