Paz, amor y depresión

Durante la época navideña la mayoría disfruta a la familia, los amigos y los excesos propios de la temporada.

Pero más allá de una cruda o gastritis, lo cierto es que las personas deben tomar en cuenta precauciones para no afectar su salud, sobre todo la anímica y mental.

Y es que en la temporada aumentan los casos de la llamada “depresión navideña”, un síndrome que se caracteriza por la tristeza y el desgano, tal como una depresión común.

María Alesandra Pámanes María Alesandra Pámanes Publicado el
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16%
de la población mundial vive en depresión profunda, según la OMS

Durante la época navideña la mayoría disfruta a la familia, los amigos y los excesos propios de la temporada.

Pero más allá de una cruda o gastritis, lo cierto es que las personas deben tomar en cuenta precauciones para no afectar su salud, sobre todo la anímica y mental.

Y es que en la temporada aumentan los casos de la llamada “depresión navideña”, un síndrome que se caracteriza por la tristeza y el desgano, tal como una depresión común.

Aunque es estacional –y temporal– hay casos en los que la persona incluso tiene pensamientos suicidas a causa de la depresión navideña.

En una temporada en la que reina el compartir, el amor y los colores y focos en las casas, también aumentan los casos de depresión invernal, que es una enfermedad que se presenta en los meses que hay menos luz solar. 

Los trastornos afectivos estacionales (como el Seasonal Affective Disorder –SAD– en otoño), pueden comenzar durante la adolescencia o adultez y son las mujeres quienes tienden más a padecerlos.

Además, mientras algunos le escriben su carta a Santa Claus y otros se “pelean” por quién rellenará el pavo este año, hay quienes se ven severamente afectados por la depresión navideña y/o la estacional, lo que provoca el aumento de los suicidios, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).De hecho, de acuerdo a la Universidad Autónoma del Estado de México, la depresión estacional es una de las principales causas por las que los jóvenes atentan contra su vida.

La universidad mencionada añade que el 15 por ciento de las personas que sufren depresión intenta suicidarse durante la época navideña, cuando se registra el 30 por ciento del total de suicidios al año, siendo noviembre, diciembre y enero los meses en los que se reporta el mayor número de hechos de este tipo en México.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 16 por ciento de la población mundial vive en depresión profunda. Y la mayor parte de las personas que padecen este tipo de trastornos mentales no pide ayuda.

> Con la temperatura fría, algunas personas son más susceptibles a sentir emociones negativas como tristeza y apatía. La evidencia apunta a que el SAD afecta a entre el seis y 10 por ciento de la población general.

Expertos en psicología indican que la lluvia y la humedad influyen directamente en la ansiedad de las personas. El cambio de estación –con énfasis en el otoño– desencadena los trastornos afectivos.

> Los trastornos afectivos emocionales están relacionados con la melatonina, una hormona asociada con el sueño que se produce en mayor proporción cuando los días son más cortos y más oscuros. Estudios señalan que cuanto más lejos vive una persona del ecuador, más posibilidades tiene de desarrollar este trastorno. 

Síntomas de la depresión navideña

Además de tristeza, desgano y sensibilidad, las personas pueden presentar lo siguientes síntomas:

– Irritabilidad
– Falta de energía
– Falta de concentración
– Pensamiento negativo
– Habilidades psicomotoras lentas
– Pérdida o aumento del apetito
– Pérdida o aumento de sueño
– Desánimo para el aseo personal diario

> En Estados Unidos, entre el cuatro y el seis por ciento de las personas padece SAD. Otro 10 a 20 por ciento podría experimentar una forma leve de SAD cuando llega la temporada de invierno.

El SAD que comienza en invierno es mucho más común en las regiones del norte, donde, por lo general, el invierno es más largo y más riguroso.

Llorando y gastando

Estar triste también puede afectar a tu bolsillo, no solamente tu salud y estado anímico.

Y es que, por muy trillado que suene, cuando las personas caen en un “vacío” de tristeza profunda tienden a comprar más y a tomar malas decisiones económicamente hablando.

De acuerdo a los resultados de un estudio de las universidades de Harvard y Stanford, las personas tristes tienden a gastar más dinero para adquirir los mismos productos que aquellos que no sienten tristeza o que no presentan síntomas de depresión.

En la investigación que fue publicada en la revista científica Psychological Science, los participantes tristes ofrecían hasta casi 300 por ciento más para comprar el mismo producto que los participantes “neutrales”.

Chocolate para el alma

Se dice que “somos lo que comemos” y eso puede ser de gran ayuda para combatir –y prevenir– la depresión navideña o invernal. 

En lugar de seguir comiendo postres, churros y galletas, opta por una taza de chocolate amargo, pues de acuerdo a una investigación publicada en la revista científica Journal of Psychopharmacology, las personas que participaron y bebieron chocolate diario –una vez al día– se sintieron calmadas y más contentas que quienes tomaron menos de 500 miligramos de polifenoles de cacao o que no lo consumieron.

Y en entrevista para la BBC, Chris “The medicine hunter” Kilham, señaló que el cacao estimula la producción de serotonina en el cerebro y casi todos los antidepresivos que existen “pretenden ya sea aumentar la serotonina o mantenerla en el cerebro por más tiempo. El chocolate o el cacao también logra esto bastante bien”.

A su vez, no caigas ante los carbohidratos y las grasas y para satisfacer tus antojos inclínate hacia las llamadas comfort foods, ya que el rápido aumento y caída de glucosa afectan los niveles de energía y el humor, según Linda Pourmassina, quien forma parte del departamento de medicina interna del Policlínico de Seattle. 

Y aunque es tiempo de fiestas y brindis, expertos recomiendan beber menos alcohol pues éste tiene el mismo efecto que los carbohidratos y el azúcar, tanto en el cerebro como en el cuerpo.

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